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EL SIGLO XX EN SAN JUAN
LOS AÑOS 40 - ECONOMIA
UN QUIEBRE EN LA ECONOMIA
l terremoto significó, sin duda, un
quiebre en la economía sanjuanina.
De lo estrictamente urbano surgió la
necesidad de crear fuentes de
trabajo y una más pujante
economía.
En todos los sectores anidó la vocación por
impulsar una nueva agricultura e industrias que
sostuvieran la renovación edilicia y otorgaran
mejores niveles de vida.
Es difícil dividir esta etapa de la vida de San
Juan en el lapso estrecho de una década. Hay
una razón muy simple: la reconstrucción fue un
proceso. Que reconoció etapas. Pero que tuvo
una continuidad.
Y que significó una inversión cuantiosa.
En ese lapso hubo laboriosidad y creatividad.
Se sentaron las bases para una nueva ciudad.
Las construcciones crearon un verdadero emporio
de trabajo. Se formaron nuevas empresas. La
población no temió endeudarse para construir o
ampliar sus actividades.
Y al amparo de la construcción surgieron
oportunidades para oficios que demandaron la
radicación de mano de obra altamente
especializada. Por aquellos años y hasta la
década del ’70 San Juan tuvo la mejor mano de
obra del país en el sector de la construcción.
Arquitectos, carpinteros, ingenieros calculistas,
técnicos constructores, electricistas, plomeros,
pintores, jardineros, eran disputados por las
empresas.
Pero todo esto recién comenzaría a producirse
cuando la década estaba por terminar.
El incremento de los fondos de coparticipación
federal que tenían como destino la
reconstrucción, sumado a los créditos que se
otorgaron en forma por demás ventajosa hizo que
volvieran muchos de los que habían emigrado a
raíz del te-rremoto a la vez que la radicación de
obreros de la construcción profundizó un
fenómeno que ya estaba en marcha: la
emigración hacia la ciudad.
Es en estos años cuando se produce una
marcada expansión urbana. La gente viene a
trabajar a la ciudad y comienzan a crecer de un
modo imparable Rawson como a partir de los
años 60 lo haría Chimbas.
El censo de 1947 señaló que ya el 32 por
ciento de la población de San Juan –que era de
261.229 habitantes—, vivía en el Gran San Juan.
Pero si bien San Juan vivía una situación
particular, digamos que el país se propuso una
etapa de transformación a partir del Primer Plan
Quinquenal puesto en marcha por el gobierno de
Juan Domingo Perón en 1947.
Perón partía de un hecho que condicionó al
país desde la colonia. Buenos Aires y los intereses
del puerto constituían el gran emporio a partir del
cual en forma radial o de embudo se diseminaban
economías regionales aisladas entre sí y sólo
vinculadas con el puerto o el gran mercado
consumidor.
El país fue dividido en 74 zonas económicas.
En ese esquema, San Juan aparecía dividido en
tres áreas, que respondían a distintas realidades.
Una era la ciudad y toda la zona sur. Otra, el norte
del mapa (Jáchal, Iglesia y Valle Fértil). Calingasta
integraba por su parte la región sudoeste.
Por su tardía integración vial y ferroviaria en el
caso de Jáchal, tanto el norte como el oeste se
debatían en el estancamiento tras conocer épocas
de esplendor y sumidas en la explotación de
cereales y forrajeras.
Mientras aquellas zonas se despoblaban y
empobrecían, el Valle de Tulum crecía alimentado
por la prosperidad que traía el cultivo e industria-
lización de la vid y el fenomenal aporte inmigratorio
que había recibido.
Se plantearon tres objetivos: la ampliación del
área bajo riego, la electrificación de la zona rural y
la diversificación productiva.
Se planificaron dos obras importantes para
lograr un desarrollo más armónico: el dique San
Agustín, en Valle Fértil y el Punta Negra, sobre el
Río San Juan. El primero sería una realidad. El
segundo debería esperar muchas décadas antes
que volviera a hablarse de su concreción.
Paralelamente se propició la explotación mine-
ra, recibiendo especial atención los sulfatos en
Calingasta.
En materia agraria se propició una
diversificación del sector de la producción,
tratando de estimular cultivos como la cebolla, el
ajo y el tomate en Jáchal y la manzana en
Calingasta e Iglesia. En 1946 nace la Clancay, en
Jáchal, que significó un gran aporte para la
industrialización de los productos agrícola que, de
esa forma, podían enfrentar el costo de los fletes.
En materia vial se trabajó en lo que hoy se
llama el Corredor Andino, construyéndose el tramo
Iglesia – Calingasta y se mejoró el camino Barreal
– Uspallata, a la vez que el Ejercito construía el
camino Soldado Argentino, por Maradona, que
unía la ciudad con Barreal.
En busca de la integración con Chile se
iniciaron las obras del camino internacional por
Agua Negra que, en aquellos años fue muy bien
recibida del lado chileno. La obra fue interrumpida
por la llamada Revolución Libertadora.
Digamos finalmente que en estos años, la viti-
vinicultura siguió creciendo.
Cuando terminaba la década, San Juan había
destinado a la vinificación casi 300 millones de
kilos de uva, con la cual se produjeron 220 mi-
E
Esta es una imagen patética del éxodo. Centenares de sanjuaninos buscaron otras latitudes en refugio al horror.
La foto fue tapa del periódico “Ahora”, del 25 de enero de 1944.
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