La Pericana
bioética plantea precisamente si es lícito auto—dirigirnos, si es lícito diseñar una herencia genética, diseñar el catálogo de genes que queremos para nuestros hijos... —¿Se hará? —A mi juicio, es evidente que se acabará haciendo. —Pero hablaba también de un segundo factor... —Sí. Cuando uno ve por ejemplo la forta- leza física de la gente del Golfo de Gui- nea, su espiritualidad, su sincretismo y su animismo, te das cuenta de que ahí hay una fuerza espiritual y física que desborda a la vieja Europa, a estos cuerpos ende- bles que tenemos en esta parte del mundo. Yo creo que ahí hay una fuerza biológica de la propia especie sapiens que puede directamente arrollar a la biolo- gía occidental en caso de que surja, por ejemplo, una pandemia mundial. Si hu- biera esa epidemia mundial allí habría un reservorio de biología y de fuerza, lo que por otra parte siempre ha sido África. Así que hay dos factores: uno viene de la “Cuando compa- ras por ejemplo el esqueleto de un aborigen austra- liano o de alguien de una población del oeste de África con el de poblaciones euro- peas saltan a la vista la diferen- cias...” mente en islas aledañas, esa nueva espe- cie que se descubrió hace unos diez años y que llamamos homofloresiensis, unos in- dividuos de anatomía muy primitiva y pe- queña talla que es un caso de evolución insular. —¿Y por qué sólo nosotros, los ‘homo sapiens’, sobrevivimos? —Yo creo que porque el ‘homo sapiens’ inventa un sistema de reproducción que es capaz de generar muchos individuos, porque hay una biología femenina que hace que una mujer puede quedar encinta sin esperar a que concluya el periodo de lactancia o acortándolo. En el resto de es- pecies humanas el tiempo entre los partos era mucho más largo. Pero además de eso, lo que permitió sobrevivir a los ‘homo sapiens’ fue el desarrollo de una trama so- cial. —¿Me lo explica? —Para que una mujer pueda tener sucesi- vos hijos en intervalos muy cortos de tiempo es necesario que tenga apoyo so- cial. Porque si depende exclusivamente de su propia fisiología, incluso si tiene el apoyo de su pareja, no se sostiene, es in- viable. Necesita una red social de apoyo. En mi opinión es el sistema reproductivo del ‘homo sapiens’, unido a una red de apoyo social, lo que confiere éxito a nues- tra especie y nos hace capaces de supe- rar cualquier crisis por una pura cuestión numérica. En la historia reciente se com- ción del tamaño de los caninos se pro- duce mucho antes que la elaboración de herramientas. Cuando Darwin pro- pone su teoría no había fósiles. Hoy en día sabemos que, aunque las herra- mientas aparecen muy pronto en la evolución humana, hay tres millones de años con los caninos ya reducidos y sin herramientas. —Darwin también planteaba que la evolución era algo lineal, continuo. Pero la evolución también se produce de manera disruptiva, a saltos, ¿no? —Sí. Darwin plantea que los cambios tie- nen lugar poco a poco, suavemente. Pero se ha visto que la evolución también se produce a grandes saltos. Ya los paleon- tólogos del siglo XIX no eran muy favora- bles al darwinismo, porque en la práctica empírica no veían los cambios graduales. A medida que vamos estudiando a través de las distintas disciplinas de la biología y de la geología el fenómeno de la evolu- ción en el planeta Tierra, lo que vemos es que probablemente tengamos que hablar de procesos de evolución. Porque no hay un único mecanismo, hay muchos meca- nismos, muchas herramientas que los or- ganismos utilizan para cambiar, para transformarse, para a adaptarse a condi- ciones nuevas. —Si no me equivoco, hubo una época en la que convivieron hasta cinco es- pecies humanas... —Sí. Hace 100.000 años, lo que en la es- cala evolutiva es relativamente muy poco tiempo, en el planeta Tierra vivían cinco especies humanas: el homo sapiens en África, el homoneanderthalensis en la mitad occidental de Eurasia, un linaje re- cientemente descubierto que conocemos como denisovanos en la mitad oriental de Eurasia, pequeños reductos de homo erectus al límite de su extinción y en la isla de Flores (Indonesia), y probable- duos. Los primates en general tienen unos caninos de tamaño muy grande, más para intimidar que para pelear. Según la propuesta de la que le hablo, una de las estrategias que siguieron que los prehumanos fue dejar de pelearse, dejar de intimidarse. —¿Se hicieron pacifistas? —Lo que creemos que pasó es que hubo un momento a partir del cual el acceso a las hembras no se producía por la pelea entre machos. Había una especie de con- trato entre sexos e individuos, por el cual uno no se peleaba con sus semejantes pero a cambio aportaba algo, aportaba por ejemplo alimentos. Y los alimentos se transportan mejor si tienes las manos li- bres. Esa hipótesis, que me parece muy atractiva, asocia el bipedismo con el transporte de alimentos y con la creación de una red de relaciones entre individuos, con un comportamiento bio—social. El hecho de andar bípedo, de liberar las manos y de dejar de pelearse es un pa- quete y puede ser la raíz del linaje de lo que técnicamente llamamos los homini- nos. —Y entre la teoría darwiniana y esta, ¿con cuál se queda? —Con esta última. Los datos encajan mejor. El planteamiento de Darwin se ha quedado desfasado, porque la disminu- prueba cómo en graves crisis poblacio- nales nos recuperamos en muy pocas generaciones. De hecho uno de los gran- des problemas actuales de la superviven- cia en el planeta es la superpoblación. —Si le he entendido bien resulta que si al final hemos llegado hasta aquí es gracias al sexo... —Pues sí. Gracias al sexo entendido en un contexto social. Hay otra parte pecu- liar de la fisiología humana, y es la meno- pausia. Los individuos femeninos de nuestra especie viven muchos años des- pués de que acabe su periodo reproduc- tivo, mientras que en casi todas las especies el periodo reproductivo coincide más o menos con la longevidad del indi- viduo. —¿Y eso permitía entonces que hu- biera mujeres que ayudaran a las que sí estaban en edad reproductiva a cui- dar a sus hijos? —Eso es. Es la hipótesis de la abuela. —¿En el futuro podría haber nueva- mente varias especies humanas? —Ahí entramos claramente en el terreno de la ciencia ficción y de la opinión per- sonal. Yo no sé si habrá varias especies humanas, pero lo que creo es que cam- biaremos de especie. Dejaremos de ser ‘homo sapiens’ para ser otra cosa, deja- remos de tener el marco psico—biológico que tenemos. —¿Qué le hace pensar eso? —Dos factores que aparentemente son contradictorios y que admito que en mi mente no están bien fusionados. Por un lado hay un factor objetivo que es el fe- nómeno de internet, algo que se ha con- vertido en fundamental en el planeta y 10 donde nos conectamos a través de apara- tos cada vez más ágiles. Yo creo que nos- otros probablemente veremos cómo nos conectaremos a internet sin necesidad de intermediarios, porque se implantarán en nuestros cuerpos microchips que nos per- mitirán estar conectados continuamente. Simplemente buscaremos en esa memo- ria general lo que ahora buscamos en Go- ogle o en otro buscador. Eso será un cambio extraordinario, un cambio psico— biológico, un cambio en la manera de en- tendernos y de entender el universo. Y si a eso le añadimos toda la medicina rege- nerativa y biónica, estaremos produciendo sin duda alguna organismos diferentes. Y eso provocará una red de cambios que desconocemos pero que cabe intuir que nos pondrán en otro universo, en otra perspectiva de especie. —¿Sería la primera vez en la historia que se produce una evolución dirigida, producida por la intervención directa de la especie afectada? —Sí. Será auto—dirigirnos. Y nunca ha existido algo así, al menos con un sentido de conciencia. El debate actual sobre fuerza de la tierra y el otro de la fuerza de la tecnología, y ahí hay un entramado que se tendrá que resolver. Y si vivieron cinco especies humanas a la vez, debemos de perder esa noción estrecha de que lo hu- mano es uno, hay diferentes maneras de ser humano. —¿Está usted diciendo que probable- mente seamos los últimos ‘homo sa- piens’? —Probablemente sí. Si lo vemos desde el punto de vista del desarrollo tecnológico, puede que estemos en el umbral de un proceso de auto—especiación, de evolu- ción dirigida. Y si lo vemos desde el punto de vista de la fuerza telúrica que viene de algunas poblaciones de África, sería el surgimiento de una nueva invención bioló- gica, del mismo modo que en su momento emergió el sapiens y terminamos por colo- nizar el mundo. Y sí, ahora estamos a las puertas de salir. —Dentro de 10.000 años, ¿qué dirán los paleontólogos de nuestros fósiles? —Pues dos cosas. En primer lugar les asombrará el número, somos muchos, muchísimos. Y otra cosa muy evidente, sobre todo en el mundo occidental, es que nuestro esqueleto es una piltrafa. Cada vez es más débil. Vivimos en una socie- dad asistida, pero si dependiéramos de nosotros mismos para la supervivencia no duraríamos nada. Nuestros músculos y nuestros huesos tienen unos tabiques cada vez más finos, padecemos descalci- ficación, osteoporosis.... Cuando compa- ras por ejemplo el esqueleto de un aborigen australiano o de alguien de una población del oeste de África con el de poblaciones europeas saltan a la vista la diferencias. Los esqueletos de los prime- ros son fuertes, pesados, consistentes, ar- mónicos. Los nuestros son endebles, inarmónicos, nuestras dentaduras son muy pequeñas. Somos más feos, al menos cuando nos desnudamos de carne. —En marzo de 2016 se decidió que en 1945 había comenzado una nueva era geológica, el Antropoceno, marcada por la alteración del planeta a causa de la actividad humana. A causa precisa- mente de la actividad humana han sur- gido por ejemplo 208 nuevos minerales... —Sí, algunas son combinaciones espon- táneas y otras de laboratorio. Tanto a es- cala humana como planetaria, estamos probablemente ante una de las grandes transformaciones de la biología y de lo or- gánico de toda la historia. —¿Y usted cómo prevé que terminará este periodo de gran transformación? —Yo creo que la vida en el planeta y la vida humana en particular tienen mucha fuerza, muchísima potencia. Pero también se está especulando con la posibilidad de que en Marte hubiera habido vida, y ya no la hay. Viernes 6 de septiembre de 2019 Notas que s Viene de página anterior “Nuestro esqueleto es una piltrafa. Cada vez es más débil. Vivimos en una sociedad asistida” “En los últimos años estamos buscando restos de ese animal del que surgieron dos linajes: el de los chimpancés actuales y el linaje humano” “Si dependiéramos de nosotros...” 11 hacen pensar “Estamos probablemente ante una de las grandes transformaciones de la biología y de lo orgánico de toda la historia”
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