La Pericana N°181

10 Viernes 8 de noviembre de 2019 11 Y acá comienzan las contradicciones. Se ha dicho que el Vaticano ocultó algunos aspectos sobre el descubri- miento del cadáver para evitar dar detalles en el hecho que fue descubierto por la Her- mana Vincenza, una monja. Como es costumbre tras la muerte de un papa, no se realizó autopsia. Aunque esto, junto con declaraciones contradictorias reali- zadas tras la muerte del papa, ha dado lugar a una serie de teorías conspirativas en torno a ella. Estas declaraciones se refieren a quién encontró el cadáver y dónde, a qué hora y qué papeles tenía en la mano. La Santa Sede todavía no ha investigado estos aspectos. El Vaticano afirma que Juan Pablo I fa- lleció de un infarto en su cama y que no se llevó a cabo autopsia alguna por la oposi- ción de sus familiares. Algunos aspectos de esta declaración oficial, sin embargo, se vieron contradi- chos más tarde: no fue el irlandés John Magee (posteriormente obispo), quien fuera secretario personal de Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, la primera persona en hallar el cadáver del Pontífice, como se supo en 1988. La familia del fallecido papa reveló en 1991 que la muerte no le sobrevino en la cama, sino en su escritorio y, además, sí se le habría realizado una autopsia, según otros informes. Estas incoherencias oficiales, junto a otros factores de índole económica, han dado origen a teorías conspirativas que apuntan a un envenenamiento del Pontífice. Según se comentaba por aquellos años, Juan Pablo I pretendía ahondar en las reformas iniciadas por Juan XXIII. La clarificación de las cuentas vaticanas era una de sus prioridades. Mientras fue Pa- triarca de Venecia, en 1972, el Banco Vaticano vendió al Banco Ambrosiano, propie- dad de Roberto Calvi, la Banca Cattolica del Ve- neto, sin consultar al obispado metropoli- tano de Venecia, del cual monseñor Al- bino Luciani era je- rarca. El responsable de esta acción fue el arzobispo Paul Mar- cinkus, lo cual llevó a ciertas desavenencias entre Luciani, aún no nombrado papa, y el nortea- mericano, responsable de la dudosa administración vaticana de entonces. La Banca Cattolica del Veneto es- taba especializada en préstamos con bajos tipos de interés hacia los más necesitados; quizá por esto el papa Lu- ciani tomó cartas en el asuntol Se sospechaba de la existencia de un plan entre Roberto Calvi, Mi- chele Sindona –banquero italiano, ex convicto e integrante de la logia Propa- ganda Due- y Marcinkus para aprove- char el amplio margen de maniobra que tiene la Santa Sede: «evasión de im- puestos, movimiento ilegal de accio- nes». La reacción de Luciani, recogida en el libro Con el corazón puesto en Dios: intuiciones proféticas de Juan Pablo I , es de una enorme decepción. Algunas obras de investigación abundan en la teoría del envene- namiento. El libro El día de la cuenta del sacerdote español Jesús López Sáez, presume que el sumo pontífice fue envenenado con una fuerte dosis de un vasodilatador. El libro In God’s Name ( En el nom- bre de Dios ), del investigador in- glés David Yallop, defiende que fue envenenado por altos jerarcas de la Iglesia Católica en complicidad con ma- fiosos vinculados con el Banco Ambro- siano y las hermandades secretas masónicas. El Vaticano abrió sus puertas al periodista John Cornwell y le dio todo tipo de facilidades para entrevistar a los testigos de la vida y muerte de Juan Pablo I, incluso algunos que nunca habían declarado en público sus vi- vencias. En su libro Como un la- drón en la noche. La muerte del papa Juan Pablo I, entrevista a los secretarios del papa difunto, a Paul Marcinkus, a la so- brina del papa Luciani (médica de profe- sión), a un sargento de la guardia suiza, a los embalsamadores, a periodistas, a un agente del FBI que trabajó en Roma, a Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede; a Radio Vaticano, a los médicos del papa, etc. La conclusión fue que pare- cía inverosímil que el papa hubiera sido asesinado, atribuyendo su muerte a una conjun- ción de factores. Su carác- ter afable se vio aplastado por la burocracia vaticana y la presión de trabajo a la que fue sometido (el carde- nal Jean Villot, secretario de Estado del Vaticano, reconoció que se sentía cul- pable de haberlo agobiado de trabajo con maletas de documentos), la poca ayuda que recibió del entorno para des- empeñar su nueva función, sus proble- mas de salud (sobre todo circulatorios, embolias, trombos, etc.) que, combina- dos con el estrés y un posible descuido en la medicación junto con la ausencia de trato por parte de los médicos del Vaticano, pudieron producir una embolia pulmonar la noche del 28 de septiembre de 1978. Sin embargo, varias fuentes acusa- ron a Cornwell de haber sido con- tratado por el propio Vaticano para dar esta información falsa, ya que se de- mostró que Albino Luciani no tenía nin- guno de los problemas de salud mencionados ni tomaba medicación al- guna, lo que ha dejado numerosas dudas sin resolver sobre la muerte del Sumo Pontífice. Otras informaciones J uan Arias, un periodista español del diario El País, con quién dia- logué algunas veces en la oficina de prensa, publicó en su diario el 5 de enero de 1991 el siguiente despacho: Roma: Albino Luciani, el papa Juan Pablo I, apodado El Meteorito porque su pontificado, uno de los más bre- ves de la Iglesia, duró sólo 33 días, no murió en la cama leyendo el Kem- pis, como había sostenido el Vati- cano hasta ahora, sino sentado en su mesa de trabajo mientras examinaba un documento secreto que le había pasado la Secretaría de Estado. El hermano y una sobrina del Papa ase- guran también que el testamento de Juan Pablo I ha desaparecido. La revelación, lla- mada a remover de nuevo una muerte que siempre fue consi- derada misteriosa, la aca- ban de hacer al periodista Flavio Corazza, de La Stampa; el hermano del papa difunto, Eduardo, presi- dente de la Cámara de Comercio de Be- lluno y militante de la Democracia Cristiana; y su sobrina Pía Basso, profe- sora de Literatura y viuda desde hace dos años; quienes han añadido que también el testamento que Juan Pablo I había es- crito en el Vaticano ha desaparecido. El Vaticano, por su parte, ha señalado que para ellos sigue siendo válido el comuni- cado oficial emitido en la misma mañana de su muerte. Los dos familiares del papa difunto, católi- cos fervorosos ambos, habían conser- vado el secreto porque les habían convencido de que lo sucedido pertenecía “a un designio inescrutable de la Provi- dencia”. Sentado en su mesa L a sobrina Pía ha afirmado ahora: “Aquella misma mañana, antes de las siete, me telefoneó don Diego orenzi, su secretario, y me dijo: ‘Su tío ha muerto. Estaba trabajando sentado en su mesa de despacho. Lo encontró muerto la madre Vincenza, pero vamos a decir a todos que estaba en la cama y que encontró el cadáver John Magee”, ex- plica la sobrina del Papa. “Mi tío, cuando era papa, iba a dormir muy tarde. Se encerraba en su habitación después de cenar y leía hasta media noche. Leía los informes súper secretos que le enviaban de la Secretaría de Es- tado. En aquel momento seguía lo que pasaba en Panamá y en Nicaragua...”. “La tarde de aquel jueves 28 de septiem- bre de 1978 estaba leyendo aquellos in- formes. La luz estaba encendida y lo encontró muerto la madre Vincenza, la monjita que lo atendía. Se decidió decir que lo había encontrado el sacerdote ir- landés porque no parecía bien que se su- piese que una monja entraba en su habitación”. La sobrina del papa Luciani ha explicado que el cuerpo de su tío es- taba aún en el sillón, con los brazos apoyados sobre él y la cabeza reclinada hacia el suelo. El hermano del papa, Eduardo, de 74 años, cuenta que tres días antes de su muerte fue a visitarlo porque se mar- chaba a Australia. “Nosotros nunca nos habíamos besado ni abrazado, pero aquella tarde él quiso besarme, y me abrazó con fuerza. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí. Pero yo me fui con un misterioso presentimiento dentro”. En sus otros encuentros con el papa éste nunca le había hablado del caso Marcinkus, el presidente de Instituto para las Obras de Religión (IOR), con quien el futuro Juan Pablo I había tenido roces muy duros cuando era aún Patriarca de Venecia. Pero antes de ser elegido papa le confió: “Por desgracia, hasta los bancos fundados por los católicos y que deberían disponer de gente de confianza se apoyan en personas que de católicas no tienen ni el nombre”. Un despacho de la Agencia EFE del 29 de septiembre de 1993 decía: Roma: El cardenal Silvio Oddi ha afirmado que en la muerte del papa Juan Pablo I, de la que ayer se cumplieron 15 años, “se puede hablar de una cierta negligencia”, según han publicado los diarios italianos.”La noche antes de morir, Juan Pablo I, al término de la cena, sufrió una punzada en el corazón que le hizo gemir de dolor”, pero pareció recuperarse rápida- mente y se fue a dormir, tras asegurar que “no necesitaba un médico”, explicó Oddi, encargado de la organización del cónclave tras la muerte del papa. “Los dos secretarios personales del papa no dieron importancia al episodio ni se pre- ocuparon de controlar después cómo se sentía”, explicó el cardenal, de 80 años. Sin embargo, una noche después, el 28 de septiembre de 1978, “Albino Luciani sufrió el fatal ataque cardiaco” que acabó con su vida después de 33 días de pontificado. El cardenal Oddi recordó que “el Papa Luciani estaba ya muy cansado antes de ser ele- gido como pontífice. Cuando era Patriarca de Venecia, la misa de los domingos le agotaba hasta el punto de que debía repo- sar después hasta el día siguiente”. LA EXTRAÑA MUERTE DEL PAPA DE LA SONRISA El libro “El día de la cuenta” del sacerdote español Jesús López Sáez, presume que el sumo pontífice fue envenenado con una fuerte dosis de un vasodilatador. “Su tío ha muerto. Estaba sentado en su mesa de despacho. Lo en- contró la madre Vincenza, pero vamos a decir a todos que estaba en la cama y que encontró el cadáver John Magee”, le dijeron a la sobrina del Papa. Las contradicciones s s s s s s s s s s John Magee (posteriormente obispo), quien fuera secretario personal de Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, la primera persona en hallar el cadáver del Pontífice Una foto histórica donde puede verse a Paul Marcinkus detrás del Papa Pablo VI, en una visita hecha a Ciudad del Vaticano por Martin Luther King en los años 60 (Shutterstock) Uno de los tan- tos libros que se escribieron sobre la dudosa muerte del Papa Luciani Pasa a las páginas siguiente La noche del 28 de septiembre de 1978, el Papa Juan Pablo I murió des- pués de 33 días de rei- nado. Viene de pág. anterior Cuatro Papas contra la mafia Juan Pablo l Murió a los días de asumir. Se sospecha que fue asesinado. Juan Pablo ll Sufrió un atentado nunca esclarecido. Benedicto XVl Abdicó por la guerra interna. Francisco Viene luchando duramente contra los poderes ocultos.

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