La Pericana N°181
Viernes 8 de noviembre de 2019 La verdad, está todo raro. Se puede decir cualquier estupidez sin ponerse colorado, para peor, existen algunos que hasta se dan el gusto de recibir ad- hesiones por eso. Jair Bolsonaro, nada más y nada menos que el presidente de Brasil es, sin duda razonable alguna, uno de ellos. Es más, podría decirse un candi- dato a la bandera. “Celebran las fuerzas del mal…”, dice este personaje al referirse al re- sultado de los comicios presidenciales en la Argentina. Ello es una intromisión inaceptable, sea quien sea el presidente electo democráticamente en el país, pues lo que debe juzgarse es que es inadmisible que un presidente extran- jero se meta en la vida interna de otro país. Aclaremos, no se trata de dichos para combatir delitos de Lesa Huma- nidad ni de mantener la democracia en la región, se trata de un fanático irres- ponsable comportándose como patotero de cuarta. Ahhh, como un niño maleducado, el presidente brasileño avisó, según Clarín, que no saludará a Fernández, telón piadoso y sólo recordar cuando nuestra madre nos decía: “nene saluda a la tía…”, de no creer. Como si la locura no reconociera lí- mites, el hijo de ese personaje, de nombre Eduardo, en verdad el hijo dipu- tado del presidente, no tiene mejor idea que meterse contra el hijo del presidente electo. Lindo cuadro para terminarlo con un rotundo “pendejo, a tomar una lechita y a la cama” … Tan preocupante como esas estupi- deces, es que se encuentren quienes las aprueben, las aplaudan y las pro- muevan, es decir, que les parezca lógico una escalada de violencia y que des- pués, cuando vienen las consecuencias sólo les alcance para decir “yo no hice nada”. Claro está, ese mismo Bolsonaro una noche se levanta y graba un video a los gritos contra una cadena noticiosa del Brasil, con cara desencajada y clara conducta irracional, no porque este mal contestarle al periodismo, sino porque un presidente no puede actuar como un “enloquecido”, una vez más. s s s s s s s s Escribe Gustavo Ruckschloss De minga y mingueros L a vida no viene a traerte nada. Vos tenés que ir a la vida y subirte a ella. La vida se vive viviéndola y no esperando que ella te arrope. Hay que atrope- llarla, preguntarle, buscar indicios para saber por dónde sigue; averi- guarle lo que ella tiene para indi- carnos los caminos, criterios, riesgos y alegrías. Eso de “Fu- lano, tráigame tal cosa “, es im- pensado en la vida real, casi, casi, es una ofensa. Estamos para bus- car y actuar, no para esperar que las cosas o los hechos caigan de arriba. La vida no transa con los atenidos, está hecha para ganár- sela con actitudes activas, no có- modas. En la ley de la selva, la naturaleza legisló para todos los aspectos de la vida. Si querés ganar, participá, y para ello hay que poner actitud y hechos. La vida no teoriza, actúa. Y eso de ganar, me refiero a la existencia. El que no pelea por la vida, la pierde, de todas las maneras que se la pueda perder. Se puede per- der la salud, afectos, compañía, trabajo, juegos, alegrías, amores o batallas. Para cada caso, la vida pone precios, obstáculos o prue- bas. Está en uno decidirse a pa- garlos o afrontarlos, o esperar que la virgencita interceda y nos lo otorgue por la gracia de Dios. Es de gente normal querer conseguir, estar dispuesto a conseguirlo, bus- carlo o esforzarse. Esa gente nor- mal no sale de las historietas ni se compra en el supermercado. Esa gente normal es la mayoría de quienes fuimos alumnos de la vida, de esa que enseña con di- dáctica cruel: o se aprende o se aprende. La generosidad viene después; primero se sobrevive, se progresa y, cuando se puede, compartimos. Hay diferentes versiones que dicen que, si se quiere pescado, hay que mojarse. Todas nos dicen que nada se consigue sin es- fuerzo, siempre, pagando un pre- cio. Ese precio que pone la vida, siem- pre, es el justo. No remarca, aun- que, a veces, nos parezca caro. minga. Trabajo colectivo de acción comu- nal. Ejemplos: “La chicha [...] era el refresco de aliento para los trilladores y la gratificación para los horqueteros. Porque ha de saber Ud. que antes no se pagaba y estos obse- quios constituían la minga”. (Bosque M., 1939: 90). || 2. Reunión que ofrece el dueño de casa a los amigos y vecinos que participan de la minga. “Fiesta de la minga: congrega a dueños y trabajadores de un campo y en ellas se chupa y se baila. Se llamaban (sic) así porque se ‘mingaba o co- misionaba’ a un chico para avisar a los ve- cinos el día y lugar de la cosecha…”. (Encuesta 1950, Escuela 7, San Juan); “Las mingas: para las recolecciones del trigo, años atrás, pues es costumbre que paulatinamente va desapareciendo, se hacía por vecinos convocados señalando el día para que la reunión no dejara nada que desear. Esta operación se llamaba ‘minga’. Allí en grandes ollas el puchero grande y suculento, el mote pelado, la mazamorra, el asau con cuero y el locro constituyen el banquete. Hay tambores, aloja, vino y mucha alegría. Después del almuerzo aprovechando la siesta, se juega y se charla en general”. (Encuesta 1950, Es- cuela 64, La Rioja); “Las Mingas: (Fiesta de la cosecha del trigo). Su cosecha se la llama minga, esta se realiza en la forma si- guiente: después de segar la planta del trigo cuando está madura se hacen las ga- villas en pequeños mazos y estas son trans- portadas en cuero seco (balsas) los que son arrastrados por animales que montan las personas que ayudan, están los acarreado- res y trilladores, después de trillado trabajan los aventadores que esperan el momento propicio que hay viento”. (Encuesta 1950, Escuela 69, La Rioja). minga. interj. Expresa negación, falta o au- sencia de algo. minga, minguita. Referido a persona, que anda pordioseando. mingar. Encargar a alguien algún trabajo o tarea. minguero, ra. Persona que participa del sistema de cosecha por minga. “Una vez amontonado el trigo en la era se llamaba a los hombres a comer. El dueño de la parva presentaba a los mingueros una gran empa- nada a la criolla y una rosca de pan”. (Bos- que M., 1939: 90); “Otra profunda diferencia de la minga con el contrato de trabajo radica en la gratuidad con que los mingueros pres- tan sus servicios […] Los mingueros no reci- ben retribución pecuniaria alguna. Pero reciben otras de índole moral y material”. (Tobares, 1972: 110). || 2. Referido a per- sona, que se divierte en la fiesta de la minga. || 3 . Pan o torta grande y esponjosa que se obsequia en las mingas. Si Bolsonaro lo dice temas de la justicia Escribe Eduardo Quattropani* 6 algo de alguien el poder de las palabras Aída Elisa González de Ortiz Directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ. Miembro de la Academia Argentina de Letras (*) Fiscal General de la Corte de Justicia Ex Presidente del Consejo de Procuradores, Fiscales, Defensores y Asesores Generales de la República Argentina Ex Presidente del Consejo Federal de Política Criminal de los Ministerios Públicos de la República Argentina Ex Presidente del Foro de Abogados de la Pcia. de San Juan Precio justo
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