La Pericana -Edición- 204

Jueves 21 de mayo de 2020 10 CAPITULO 4 Un personaje llamado Rufino -¡Al fin un tipo que quiere hacer cosas nuevas en San Juan! ¡Por supuesto, contá conmigo! No esperaba otra respuesta. ¡Qué otra cosa podía decir el Gringo de Lara! Inconstante, desorganizado, amo y señor de su tiempo, siempre pensé que el Gringo era una de esas perso- nas que Dios pone en una sociedad para que comprenda que no deben existir moldes rígidos, que siempre hay una opción distinta , que a la vida hay que ponerle sal para que me- rezca ser vivida. l l l La humanidad siempre rindió honores a los guerreros victoriosos, los religio- sos virtuosos, los empresarios exito- sos, las madres abnegadas, los padres sacrificados, los artistas iluminados. Las sociedades siempre hicieron divisiones entre ricos y pobres, vagos y trabajadores, prejuiciosos y liberales, conservadores e inno- vadores. Pues bien: en ninguna de esas ca- tegorías entra el Gringo. El fue el salero mayor de San Juan. El condimento indispensable para que esta ciudad sea algo más que una co- munidad de intereses, un lugar geo- gráfico, un ámbito para el viento Zonda y los terremotos. l l l Ojo, no es el único. Por ahí andan otros duendes, qui- zás con menos fama, también ha- ciendo de las suyas. Es importante buscarlos, acercarse a ellos, aceptarlos como son, lo que a veces cuesta mucho. Nieto de uno de los comerciantes más fuertes que tuvo San Juan hasta los años 70, don Jaime lo eligió su heredero universal. Pero no para ha- cerlo depositario de fortuna o dotes empresariales. Lo hizo heredero de su ingenio, su “chispa”, su optimismo interminable, su sed de aventuras. Y ahí anduvo el Gringo, con su heren- cia a cuesta. Soportando sin quejas sus penurias económicas, sedu- ciendo gente, riéndose de los es- tructurados y combatiendo sin cuartel a los aburridos. El Gringo era un personaje para El Nuevo Diario que queríamos hacer. -Gringo, yo quisiera que vos trabaja- ras en El Nuevo Diario pero eso es imposible. -¿Por qué? -Porque en una semana vamos a ter- minar peleados y es lo que menos quiero. -¿Y por qué vamos a pelearnos? -Porque ésta va a ser una empresa chiquita, con muy pocas plazas pagas. Los que las ocupemos vamos a tener que trabajar quince horas por día, ser fríos a veces, organizados siempre. Y no te veo en esa. -¿Y qué puedo hacer? -Escribir desde afuera, mostrar el San Juan que no conocemos, relatar tus aventuras, exponer tus ideas. l l l Yo sabía adónde apuntaba. Por eso, cuando el Gringo dijo: -¡Por supuesto, contá conmigo!-, yo no esperaba otra cosa. Aunque sabía que sus materiales no ten- drían la periodicidad que reclama una publicación rigurosa y que ten- dría periodos en los que no escribi- ría, directamente porque no le vendría en ganas. Pero ese día en el café de la galería, el Gringo no sólo aceptó colaborar. Me sugirió un nombre que sería una figura emblemática de El Nuevo Dia- rio: Rufino Martínez. -Llamalo a Rufino. Tiene que estar en el proyecto. Martínez tenía 70 años. Había sido el primer director de Cultura que tuvo San Juan. Y era un poeta y escritor de fuste. Había nacido en Huinca Renancó. Hijo de gallegos, nacido en una casita ubicada al lado de la estación del fe- rrocarril BAP (Buenos Aires al Pací- fico), las vías constituían un imán irresistible para aquel joven inquieto y ávido de nuevos paisajes. Quince años tenía cuando un día se abrazó con su madre, anudó un bulto de ropa con un pañuelo grande y se subió a un tren carguero que salía CAPITULO 4 los comienzos de el nuevo diario El Gringo de Lara era condimento indispensable para que esta ciudad fuera algo más que una comunidad de intereses, un lugar geo- gráfico, un ámbito para el viento Zonda y los terremotos. Gringo de Lara Un personaje llamado Rufino

RkJQdWJsaXNoZXIy NzQxMjQ=