La Pericana -Edición- 204

Jueves 21 de mayo de 2020 11 para Mendoza. Así viajó, como polizonte, junto a tres crotos que iban a la cosecha. Pero al llegar a Mendoza, Rufino comprobó que el tren no paraba en la ciudad. Sus compañeros de viaje aprovecha- ron que el convoy aminoraba la mar- cha y se arrojaron. Rufino siguió para San Juan. Al llegar a Media Agua divisó los si- métricos verdegales de los parrales. El, que venía de una zona de sequía, vientos, cardos rusos y arenales, al ver ese verde, milagro del hombre y el agua, se emocionó hasta las lágri- mas. Y fue entonces cuando aquel chico de quince años supo que había en- contrado su presentido maná. Entre la piedra, la montaña y el verde, Rufino había encontrado su lugar en el mundo. Comenzaba la década del treinta. l l l Trabajó de mozo, incursionó en la mi- nería, vendió abonos pero, por sobre todas las cosas, se bebió la vida, ab- sorbió su savia, aprendió a mirar el horizonte, a deslumbrarse con las no- ches estrelladas, a descubrir el alma de los personajes que caminaban a su lado. Y un día se encontró ante un papel con un lápiz en la mano. Y supo lo que era atormentarse buscando la pa- labra justa, la metáfora precisa. Rufino fue el hombre que durante su gestión en el gobierno de Américo García, organizó la tarea cultural en San Juan. Era un hombre de ideas y de acción. Pero también un bohemio capaz de compartir horas de charlas y vino con Jorge Leónidas Escudero, Chelo Aguado, Reina Domínguez, Campus. José Podda y otros personajes de la cultura sanjuanina, muchas veces ig- norados, y de hacer lugar en su mesa a jóvenes poetas dispuestos a escu- char y compartir con los maestros. l l l Tras su paso por Cultura y luego por la dirección del Auditorio, Rufino in- cursionó en el periodismo. Colabo- raba en el Diario de Cuyo y un día le propusieron hacer una columna en Tri- buna, que salía como vespertino. “El relincho” se llamó ese espacio que llegó a ser el más leído del diario por su ingenio y belleza literaria. Apurado por estrecheces económicas, un día pidió aumento de sueldo. -Rufino, la situación no es buena. Espere un poco. -Hace mucho tiempo que espero y así no puedo seguir... -Piénselo. Si no escribe acá... ¿donde lo va a hacer? -Hay una cosa con la que usted no cuenta. -¿Qué es? -¡Mi gran capacidad para cagarme de hambre...! Ese mismo día juntó sus cosas y se fue del diario. Desde entonces nunca había vuelto a escribir en un medio de difusión. l l l El Gringo no me dio tiempo a que le hablara a Rufino. Al día siguiente se vino con él a la oficina que teníamos en la calle Santa Fe. Ya le había ha- blado del proyecto. Rufino fue muy directo: -Yo tengo una buena jubilación y no quiero trabajar más en relación de dependencia. Te puedo mandar al- guna nota de vez en cuando. -No es eso lo que quiero. -¿Y qué querés? -Mirá Rufino: la prensa se entremez- cla cada día más con la literatura. Hoy, la mera información no es más patrimonio del periodismo gráfico. -Ahá... -Cuando un satélite nos trae en el acto lo que sucede a miles de kilóme- tros de distancia y nos deposita en nuestras propias casas las imágenes en colores, con primeros planos y de- talles imposibles de apreciar aun es- tando personalmente en el lugar, una prensa solamente informativa o des- criptiva, constituye un anacronismo. -Seguí. -Yo no estoy buscando un periodista que corra atrás de la noticia ni un opi- Dibujo de Jorge Rodr{iguez s

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