La Pericana -Edición- 204

Jueves 21 de mayo de 2020 6 -¿Qué querés que te diga? Yo no sé de periodismo... -Es que no vas a ser periodista. Lo que está faltando es un tipo dispuesto a romperse el traste buscando avisos de publicidad. Si no conseguimos avisos, el proyecto muere. No te digo que sea como vender vino pero tiene que ver con el comercio más que con el perio- dismo. Mi hermano Eduardo siempre había trabajado como enólogo. Se cansó de elaborar vinos para terceros y quería iniciarse con un proyecto indepen- diente. -Te invito a que te asocies al pro- yecto. -Harán falta inversiones para equipar el semanario y mantener la estructura en los primeros tiempos. -Tengo algunos ahorros y voy a ven- der la casa del Barrio Fray Justo. -¿Te parece que va a alcanzar? -Sólo lo sabremos si nos tiramos a la pileta. -Es que vos tenés atrás una trayecto- ria. No podés perder en esta. -Tengo la intuición que vamos a andar bien. -Bueno, vos sos el que sabés de perio- dismo y yo confío en vos, contá con- migo. l l l Es cierto, Eduardo no sabía de publici- dad. Pero estaba seguro que trabajaría veinte horas por día si fuera necesario. Lo elegimos presidente de Editores del Oeste S.A., la empresa editora que ha- bíamos formado. -Hay un tema clave. ¿Quién nos va a ayudar con la administración? -El Roly. El Roly era Rolando Caldentey, conta- dor y hombre acostumbrado a trabajar en grandes empresas. -Yo tengo otros trabajos pero con gusto les voy a ayudar. Si el pro- yecto crece, ya veremos cómo hago para dejar lo que hoy hago. Hasta el día de hoy sigue en la em- presa, en las buenas y en las malas. No es fácil encontrar gente dispuesta a seguir con el mismo empeño cuando no hay ingresos durante mucho tiempo... l l l Alquilamos un departamento amplio en la esquina de San Luis y Mendoza. Era un primer piso, con entrada individual a través de una larga escalera. Cinco ambientes, baño y cocina. La empresa estaba estructurada sobre una sociedad anónima que había constituido en 1984. Se llamaba Edito- res del Oeste y se dedicaba -con muy poco movimiento- a la composición de textos con una vieja composer y el ar- mado de originales. En esa editorial, que en principio fun- cionó en una oficina ubicada en la calle Santa Fe, en un edificio que compartía- mos con el Instituto Goethe, se hicie- ron algunos libros como el primer tomo de “Cosas de San Juan”, del doctor Fernando Mó, “Huellas del pensa- miento” , del doctor Alfredo Avelín y “Circunstancias” , de Marina Oyola. Además, promovimos un concurso de poetas que no hubieran editado y sa- camos tres libros que se llamaron “Nuevas voces sanjuaninas” , que reu- nían más de cien trabajos entre los centenares que recibimos. l l l Aquella empresa tenía un sólo em- pleado: Nelio Espínola , un jovencito de 24 años que era el encargado de componer los textos. -Juan Carlos, con la composer sola no vamos a poder hacer 32 páginas por semana. -Es cierto, Nelio. Pero vamos a com- prar dos máquinas para componer tex- tos que tengo vistas en una imprenta de Buenos Aires. -¿Y tiene ya la gente? -No. -Yo conozco a un muchacho, Cacho Carrizo, que trabajó un tiempo en el Diario de Cuyo como armador de Cuando Los Andes nos imprimió CAPITULO 2 los comienzos de el nuevo diario Juan Carlos y Eduardo Bataller

RkJQdWJsaXNoZXIy NzQxMjQ=