La Pericana -Edición- 204

Jueves 21 de mayo de 2020 siempre llegaba la 1 de la tarde y aun estábamos cambiando un título o corri- giendo una nota. Generalmente era la una y media cuando partíamos en mi Ford Taunus para Mendoza. El jueves 29 de mayo fue un día inolvi- dable. Íbamos a imprimir nuestra tercera edi- ción y a las 3,10 estacionaba en la puerta del diario y bajaba con un gran forro de cuero que habíamos hecho confeccionar para llevar dentro los origi- nales. Los muchachos de Los Andes ya esta- ban esperando. -Disculpen la demora pero había mucho tránsito... Sólo sonrieron. Eran hombres del oficio y sabían que siempre la redacción en- trega más tarde de lo estipulado. -Acá tienen todo. Me voy a comer un sandwich a la esquina y ya vuelvo.-, les dije mientras les dejaba el sobre. A las tres y media veo entrar a la confi- tería a uno de los operarios. -Sanjuanino, hay problemas. -¿Qué pasa? -Falta una página. -¿Cómo? -Sí, no encontramos la página 8. l l l Ni pregunté cuánto era. Dejé cinco pesos sobre la mesa y corrí hacia el diario. Efectivamente: la página 8 no había lle- gado. Tomé el teléfono y llamé a Eduardo a su casa. -Eduardo, sonamos. La página 8 se quedó en San Juan. No vamos a poder imprimir. -Esperá... Yo me voy al diario a ver si está allá. Andá averiguando hasta cuando pueden esperar esa pá- gina. Pregunté al jefe de fotomecánica: -¿Hasta qué hora pueden espe- rar por la página? -No más de las cinco. No te olvidés que a las 7 tiene que estar todo ter- minado porque imprimimos suple- mentos de Los Andes. Tres minutos después sonó el teléfono. Era Eduardo. -Encontré la página. La habían de- jado pegada detrás de la puerta. Teníamos la costumbre de ir pegando con cintex, en las paredes, las páginas que estaban terminadas para, de esa forma, tenerlas a la vista. ¡Justo a al- guien se le ocurrió pegar una en la puerta que, al abrirse, escondió la pá- gina. -Son las cuatro menos diez. Ya no tenemos tiempo. -Vos tratá de demorarlos diez minutos. La página va a llegar. Respiré hondo y opté por mentir: -Ya se habían dado cuenta. Hace media hora que la página salió de San Juan. A las cinco estará acá. -¡Te salvaste, sanjuanino! Sonreí. ¡Qué iba a hacer! l l l La sorpresa fue cuando tres minutos antes de las cinco veo entrar a Eduardo a la gran sala de fotomecánica. No lo podía creer. Sólo habían pasado 65 minutos desde que hablamos por te- léfono. -¿Como lo hiciste? -Vine en avión. -¿En avión? En ese momento veo entrar al “Nito” Mascarell, primo nuestro y corredor de autos. Eduardo le había llamado, le explicó el problema y cinco minutos después es- taban en la ruta, a bordo del IAVA que Nito tenía preparado para correr. ¡En 55 minutos hicieron el viaje! Hoy lo veo a la distancia y pienso: -¿Sabrá la gente qué hay detrás de una empresa? La plata es importante. Los conocimien- tos también. Pero no son suficientes. La plata, la tecnología, los conocimien- tos son como una ensalada sin aliño. Hay que ponerle además mucho amor, mucha pasión, mucha transpiración, mucho riesgo, hasta de la propia vida para que la cosa funcione. Y revolver lento, lento, lento... hasta que cada cosa se impregne del fuego sagrado que reclama toda obra humana. ¿Sabrá la gente qué hay detrás de una empresa? La plata, la tecnología y los conocimientos no son por sí mismos suficientes. Solos son como una ensalada sin aliño. 9 s Los cuatro armadores iniciales, Nelio Espí- nola (jefe, parado) Ri- cardo Bus- tos, Daniel Manrique y Cacho Carrizo.

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