La Pericana -Edición- 205
s Jueves 28 de mayo de 2020 Si Rousseau fue el in- ventor de la «identi- dad sexual» e identificó el amor a la mujer como un amor a la naturaleza, Sade afirmó que es la fuerza, no el amor, lo que mueve el mundo. No tan célebre como la novela dedicada a su hermana Justine, Juliette o Las prospe- ridades del vicio (1797) es la narración más extensa de su autor. Dado que todos los moralistas son (ne- cesariamente) inmora- les, no deben extrañarnos los subtí- tulos de ambas obras (el de Justine es, en espejo, Los infortunios de la virtud). Al igual que Justine, Juliette es una obra fasci- nante, maravillosa- mente escrita, delirante, insoportable en su inconcebible acumulación de críme- nes sexuales, torturas y asesinatos. La mez- cla de salvajismo con un lenguaje maravillo- samente refinado y elegante resulta em- briagadora. «Juliette», del Marqués de Sade (1801) Utsugi, un hombre de setenta y cinco años, se enamora loca- mente de Satsuko, la joven esposa de su hijo, cuyos pies le ob- sesionan de una forma enfermiza. Ella se ocupa de cuidarle, ya que está muy en- fermo, y de este modo surge entre ellos una confianza algo equí- voca que enseguida ella comienza a ali- mentar. La joven anuncia alegremente que nunca cierra la puerta cuando está en el baño. El anciano entra para poder con- templarla desnuda y le pide permiso para be- sarle los pies. Co- mienza así una de las historias de amor más extrañas y tristes de la literatura. A las puer- tas de la muerte, Ut- sugi encargará unas huellas de pies de pie- dra, similares a las huellas de los pies de Buda, moldeadas sobre los pies de Sat- suko, para que las co- loquen en su tumba y poder así yacer eter- namente bajo los pies de su amada. «Ardor» suena en in- glés casi igual que «Ada», como un «Ada» con las aes más lar- gas, pero «Ada» signi- fica además «infierno» (Hades) en ruso. El libro más bello jamás escrito (que me perdo- nen Cervantes y Proust) es una fiesta de la imaginación tanto como de la sensuali- dad. Ada y Van no sólo son amantes, sino que (como los enmaraña- dos capítulos iniciales nos dicen, aunque no nos demos cuenta) son además hermanos ge- melos, por lo que su apasionada relación erótica va contra todas las leyes humanas y di- vinas. Su amor co- mienza cuando los dos son apenas niños, be- llos, pedantes e inso- portables, y dura hasta que son octogenarios. Ambos se son infieles, Ada porque es casi ninfómana, Van porque es un libertino adicto a los Floramores, una cadena de burdeles de lujo, aunque sabe re- sistir los ataques de su otra hermana, Lucette, que está desesperada- mente enamorada de él. Pocos libros comien- zan de manera más feliz. En oleadas de frases envolventes He- mingway nos describe el paraíso: una joven pareja de recién casa- dos que está de viaje de novios en la Ca- marga. El sol, la pe- reza, los paseos, el vino, el mar, la playa, los placeres de la pesca, del amor, de la escritura (el protago- nista está escribiendo un relato sobre una ca- cería en África)... Apa- rece el tema de la androginia y de la am- bigüedad sexual. Cat- herine se transforma a sí misma en un mucha- cho bronceado y con el pelo teñido de blanco y se enamora de la sen- sual Marita, con la que su esposo también co- mienza a vivir una aventura. La acción se mueve a Madrid, donde los personajes beben inconteniblemente, ex- ploran su sexualidad y disfrutan hasta la exte- nuación del universo sensorial. Publicado póstumamente en 1986, “El jardín del Edén” es uno de los mejores libros de He- mingway. Los libros más famo- sos de Henry Miller son “Trópico de Cáncer” y “Trópico de Capricor- nio” y quizá su libro más hermoso sea “El coloso de Marusi”, un libro de viajes por Gre- cia que es también un himno a la vida y a la felicidad, pero re- cuerdo haber leído con estupor el primer volu- men de su enorme tri- logía, La crucifixión rosada”, titulado “Sexus” (los otros se llaman “Plexus” y “Nexus”), y haber pen- sado que jamás había leído un libro en el que hubiera tanto sexo y se hablara tanto y con tanta elocuencia sobre el sexo. El libro es muy largo y en parte autobiográfico (todo Miller lo es), se centra en la vida neo- yorquina del autor antes de su famoso viaje a Europa y tiene partes oscuras y lúgu- bres, alcantarillas, abortos, tristeza ur- bana, pero contiene también inmensas es- cenas de sexo y mu- chos orgasmos y muslos que se enros- can alrededor del cue- llo y bellas reflexiones místicas sobre la vida y la literatura. «Diario de un viejo loco», de Junichiro Tani- zaki (1961) «El jardín del Edén» de Er- nest Heming- way (1986 edic. póstuma) «Ada o el ardor», de Vladimir Na- bokov (1969) «Sexus», de Henry Miller (1949) 11
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