La Pericana -Edición- 225 -17-10-2020

PASA A PÁGINA SIGUIENTE s Sábado 17 de octubre de 2020 C omo institución familiar, el harén representa un espacio privado estrictamente codificado, cuyas nor- mas deben ser acatadas y en cuyo centro la mujer queda encerrada para poder ser controlada, puesto que vul- nera y altera las emociones y los razo- namientos masculinos. ► La mujer más poderosa: La mujer más poderosa en el palacio no era ni la esposa ni mucho menos una oda- lisca, sino la madre del sultán. Era la verdadera reina del harén, también lla- mada “Sultana validé”. Era ella quien seleccionaba a las jóvenes que po- dían tener la suerte de formar parte del harén. Todas las decisiones, todas las asignaciones de concubinas, in- cluso por sólo una noche, pasaban por ella. Incluso una vez casado el Sultán su esposa pasaba bajo la égida de la Sultana validé. ► Las otras: Estas generalmente pro- vocaban menos atención que la es- posa “favorita”, pero otras tres mujeres del harén tenían derecho de ser esposas del sultán. Dicho status le garantizaba lujos como habitaciones particulares y eunucos para cada una de ellas. ► Cuidado con los hermanos: Para evitar que le pudieran echar un ojo al trono (aun así lo hacían), los herma- nos del sultán eran confinados a des- cansar en aposentos aislados, con vista hacía el harén, pero sin acceso al mujerío. Por otro lado, algunos invi- tados del sultán podían recibir el honor de ganar una odalisca como presente. ► El primer empleo: Las odaliscas ocupaban un cargo jerárquicamente inferior entre las mujeres del sultán y también tenían que realizar servicios domésticos, como cuidar de la lim- pieza. Las más destacadas podían ser “ascendidas” a concubinas. ► Amantes oficiales: Las concubinas eran las esclavas más bellas y educa- das, que cantaban y bailaban para el placer del sultán. En general, tenían derecho a una sola noche de amor con él. Pero, en caso de resultar em- barazadas, se convertían en amantes regulares – supuestamente por ser más fértiles para producir herederos. 11 renes, los que en realidad designan a este término, son los de los sultanes y pachás del Imperio Otomano. El harén es básicamente un lugar des- tinado al placer , en el que residían las concubinas oficiales del señor, así como las mujeres que éste tenía a su servicio. La función de las concubinas era la de darle hijos al señor , mientras que las mujeres a su servicio estaban para divertirle, ofreciéndole música, danza o sexo. lll Los harenes estaban custodiados por los eunucos . Existieron harems o serra- llos en el Antiguo Egipto, la Grecia clá- sica, el Imperio Otomano, en la India musulmana, llamados zenanas, y en el reino del al-Ándalus, al sur de España. Pese a que la idea de tener mu- chas damas al servicio de un solo hom- bre lo sugiera, no se trataba de un bacanal desenfrenado. Todo lo contrario, el asunto era tan orga- nizado, que incluso se contaba con una escala para elegir a la mujer que pasaría la noche con el dueño del harén. lll Existía también una jerarquía que clasifi- caba a las mujeres en esclavas, aman- tes y esposas oficiales. Actualmente, pese a que hay cierto tabú sobre el tema, aún se mantienen funcionando es- quemas semejantes a harenes en las re- giones más conservadoras de los países árabes. lll Sin embargo, nada se compara con lo sucedido en el Palacio de Topkapi entre los siglos XVI y XVII. Situado en la actual ciudad de Estambul, en Turquía, el Palacio, que era sede del Imperio Oto- mano, dio abrigo al harén más famoso del mundo, que llegó a contar con nada menos que mil mujeres al servi- cio. La mayoría de estas llegaban como pri- sioneras de guerra, vendidas como es- clavas y hasta como regalos de otros líderes hacía el poderoso sultán oto- mano. En la actualidad, las centenas de aposentos donde se refugiaba ese histó- rico harén se encuentran abiertas a la vi- sita pública. Aclarando los roles La favorita. Cuadro de Fernand Cormon (francés, 1825-1924)

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