La Pericana -Edición- 225 -17-10-2020
Tandil, 1953. Así quedó el Ford de "Ampacama" luego del accidente en el que falleció su co- piloto Orduna. Una muerte dudosa, muy parecida a un asesinato país. Devoto dejó bien sentado el prestigio sanjuanino y albardonero, no sólo en la Ar- gentina, sino también en el exterior donde también compitió con buenos resultados. l En una ocasión en que corría una ca- rrera de TC, en el tramo que unía La Rioja con San Juan a través de las rutas 28 y 27, sufrió un desperfecto mecánico que lo hizo entrar al poblado de San Ramón de calles angostas, sin asfalto y muy poca cir- culación de vehículos automotores. Los lu- gareños se movilizaban montados a caballo o mulas que no estaban acostum- brados a escuchar ruidos de motores. Así fue que un señor de apellido Ortiz cabal- gaba en una yegua no del todo confiable, la que por el ruido del escape, la polva- reda y la velocidad del auto, se asustó y quiso saltar la cuneta. El jinete cayó al suelo y Devoto frenó en el acto y retroce- dió. Ayudó a levantar al caído y lo subió al auto para trasladarlo al hospital más cer- cano, donde lo dejó en observación. Pasó luego por la Policía, donde se identificó continuando su viaje. l En otra oportunidad, recuerdan narra- dores costumbristas, una anciana cami- naba por la calle, vestida con una pobre ropa muy gastada. Al pasar Ampacama en su auto, por la misma velocidad le arrancó parte de la vestimenta. Se decía que en esa ocasión pasó como a “ochenta” (80 km/h), en esa época era una velocidad de locos. l Como aficionado a la caza, a esta acti- vidad la desarrollaba en campo llano, como el ubicado en la localidad de Guaya- guaz, al Sureste de la Laguna Seca, cerca del límite con San Luis. Era un lugar propi- cio para conducir un vehículo como lo hacía Devoto, llevando el volante con las piernas y las rodillas, dejando sus manos libres para empuñar la carabina o esco- peta. l Otra anécdota fue recordada por Rony Vargas. “El ciclismo y el automovilismo siempre me atraparon. Cuando tenía 10 años conocí a Julio Devoto, a quien apo- daban Ampacama, por un célebre cacique, y se destacaba en el Turismo Carretera. Un día llevó su cupé a un taller mecánico cerca de casa y con los chicos de la barra fuimos a curiosear. Le pedimos que nos dejara subir y acce- dió. Nos llevó a dar una vuelta sentados atrás, sobre el tanque de combustible. A las 10 cuadras nos hizo bajar y siguió solo. Volvimos a pie, pero felices. forma que Ampacama no había pasado ni hacia Chepes, ni hacia Valle Fértil, por la polémica ruta 27. Lo que había ocurrido es que cuando Devoto salió de Patquía entró a la estan- cia denominada La Pasión, propiedad de la familia Paredes, quienes siempre le compraban algo. Sus seguidores em- prendieron el regreso desde San Ramón y cuando habían transitado unos 3 km, a la altura de otra estancia llama La For- tuna, se percataron que la Estanciera avanzaba hacia ellos. De inmediato se ubicaron al costado del camino, con armas en mano, vestidos de civil y ha- ciendo señas con las manos intentaron que se detenga. Lo que mal puede llamarse orden impar- tida, por persona con autoridad, no fue acatada por Devoto, intentando pasar a la velocidad que venía. Fue cuando el policía accionó su arma a tal altura que el proyectil fue a impactar directamente en la cabeza del conductor terminando con su vida. A esta altura de la narración es necesa- rio tener en cuenta que 3 km atrás es- taba el control policial donde ya sabían de su búsqueda y bien lo podrían haber detenido. La Asociación Sanjuanina de Volantes en más de una oportunidad realizó ges- tiones a nivel de gobierno de La Rioja, para esclarecer este caso y determinar o aclarar responsabilidades. C uenta Ercilio Carrizo, miembro de la Asociación Sarmiento Protectora de Animales, en una nota aparecida en Dia- rio de Cuyo hace ya algunos años que a Ampacama lo conocía todo el mundo, por lo que alejado del deporte automovi- lístico se dedicó, como ya lo hemos mencionado, a la venta de ropa a domi- cilio. Lo hacía en un vehículo tipo “Es- tanciera” recorriendo una buena parte de los llanos de La Rioja y San Juan. El día de su muerte salió de la cuidad de La Rioja con ese destino, llegando a Pat- quía, en el departamento Independen- cia, al negocio mayorista de ramos generales propiedad del señor Celso Puente. En este lugar también se vendía nafta, que se extraía de un tanque sub- terráneo por medio de una bomba accio- nada a mano cuya, manija era fácilmente desmontable. Cuando Devoto llegó a la bomba ubicada en la calle, al frente de la puerta principal del negocio, no había quien lo atendiera debido al poco personal que disponía el negocio. Posiblemente por esta actitud se sintió incómodo, sacó la manija de la bomba y siguió viaje. Al cruzar unas vías del ferro- carril, a unas dos cuadras del lugar De- voto arrojó la manija, que cayó en unos matorrales. El hijo de Puente se dirige de inmediato a la Policía donde radica una denuncia y ofrece su movilidad -un Jeep Gladiator- para seguirlo. Se de- signa a un policía para que lo acompañe y se comienza a recorrer la ruta 28 hasta la localidad de San Ramón, donde se in- s s Sábado 17 de octubre de 2020 9
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