La Pericana -Edición- 234 del 19-12-2020

VIENE DE PÁG. ANTERIOR 7 SECRETOS DEL SEXO EN LA ANTIGUA ROMA Sábado 19 de diciembre de 2020 16 viven bajo el mismo techo que su padre. Si quedan huérfanas, enviudan o se di- vorcian, se les asigna un tutor a quien deben consultar para determinadas transacciones. Sin embargo, con el tiempo, el permiso de estos tutores se volverá una mera formalidad . Ya nadie ofrece sacrificios a Juno Viri- placa para resolver crisis conyugales. El divorcio está a la orden del día, los clanes hacen y deshacen matrimonios en función de las conveniencias políti- cas del momento, alianzas orientadas a obtener cargos públicos que beneficien a ambas familias. Y las romanas de- sempeñan un papel crucial en estas redes políticas . Lejos de quedarse en casa tejiendo túnicas, como manda la tradición, se convierten en profesionales de las relaciones públicas. Acompañan a sus maridos a fiestas y banquetes, L a nueva juventud romana no está para sermones . “Todos los que pue- dan pagar tienen derecho a hacer el amor”, grita un personaje de Plauto, ha- ciéndose eco del sentir de su genera- ción. Ciertamente, sus padres y abuelos ya echaban canas al aire con prostitutas, pero ellos van más allá: se enamoran de cortesanas, las colman de regalos, com- piten por sus favores y les dedican poe- mas. En sus versos, Catulo, Tibulo y Virgilio ya no se comportan como el macho omnipotente de los viejos tiem- pos. Al contrario, se declaran subyuga- dos por la amada, imploran sus favores y se quejan de sus traiciones , una falta de hombría que hubiera sonro- jado a sus antepasados. Ellas, por su parte, emplean la seducción para obte- ner concesiones o acumular un patrimo- nio que les permita jubilarse holgadamente. La prosperidad económica también ha cambiado la vida a las mujeres respetables . El matrimonio ya no es lo que era. Ahora las bodas se celebran sin manus: la esposa sigue bajo la tutela pa- terna en lugar de pasar a depender del marido. De este modo, las grandes fami- lias se aseguran de mantener su fortuna a buen recaudo, ya que las novias pa- tricias conservan la propiedad de sus bienes y el derecho a heredar . En teo- ría no pueden vivir a su antojo, ya que dependen de la autoridad paterna. Pero en la práctica gozan de una gran libertad de movimientos: a fin de cuentas, no ejercen de mediadoras entre su familia y la de su esposo, intrigan para impulsar la carrera de hijos y parientes, emprenden negocios con el dinero de su dote e in- cluso reciben a sus propios clientes, hombres y mujeres de rango inferior que les prestan apoyo incondicional a cambio de favores. Las nuevas libertades de las matro- nas no incluyen el derecho de amar a quien deseen . El tabú del adulterio sigue intacto. Incluso las viudas deben guardar las formas. El gran escándalo del siglo I a. C. lo protagonizó Clodia Me- telli, una opulenta viuda patricia que se vio envuelta en una intrincada trama judi- cial de tintes políticos. Al acusado, Marco Caelio Rufo, se le imputaba un asesi- nato, varios disturbios y un intento de en- venenar a Clodia. Pero Caelio contaba con un abogado de lujo, Cicerón, cuya táctica consistió en despresti- giar a la demandante , vertiendo sobre ella un sinfín de reproches morales – adulterio, incesto, alcoholismo...– hasta convertir a la presunta víctima en una malévola femme fatale, a la que no dudó en apodar “la Medea del Palatino”. Por fortuna para ella, este ataque a su repu- tación no tuvo consecuencias legales. Durante la República, la conducta de una viuda emancipada era un asunto pri- vado. Pero eso estaba a punto de cam- biar. La Lex Lulia obligaba a viudos y divorciados de ambos sexos a casarse de nuevo Mujeres al poder s

RkJQdWJsaXNoZXIy NzQxMjQ=