La Pericana 245 del 03-04-2021

Sábado 3 de abril de 2021 s Lo lógico es confiarle a la memoria sólo las cosas gratas como el primer beso o el día que nació nuestro hijo o las charlas con papá y las caricias de mamá. 3 l l l Por ejemplo, si le pedimos que piense en un coche en ese momento por su cabeza pasan imágenes y datos de todos los coches, modelos, matriculas y colores que ha visto a lo largo de su vida. Lo mismo ocurre si se le habla de flores, árboles, televisores, etc… cual- quier cosa que haya tenido alguna re- lación en su vida será recordada con todo lujo de detalles. Apenas hay referencias en la historia sobre este síndrome y las personas que lo han padecido. Uno de los casos más documentados es el de Solomon Shereshevsky, un ciudadano ruso que vivió en la primera mitad del siglo XX y que su hipermnesia lo llevó a ejercer de “Nmemorista” por locales y ta- bernas de Moscú, en los que reali- zaba un espectáculo como si se tratara de un ilusionista. l l l En la medida que envejecemos, la vida nos va enseñando que a veces es necesario olvidar para ser feli- ces. La memoria debe ser selectiva. Igual que el olvido. Lo lógico es confiarle a la memoria sólo las cosas gratas como el pri- mer beso o el día que nació nuestro hijo o las charlas con papá y las ca- ricias de mamá. Frederic Nietzsche decía que La ventaja de la mala memoria es que se disfruta varias veces de las mis- mas cosas por primera vez. Los chicos son un buen ejemplo de ello. Nos piden que les contemos diez veces el mismo cuento o les ponga- mos centenares de veces la misma película. Para ellos siempre es la pri- mera vez. Tal vez sea por eso que el niño que hay en mí se queda hasta las 5 de la mañana frente al televisor cuando pasan por enésima vez una película que le gustó. l l l Otro ejemplo son las parejas. Cuando uno de sus integrantes adivina lo que el otro va a decir la pareja está en pro- blemas. En ese momento la relación se parece a una sociedad por acciones. Se alimenta de la vida cotidiana, se nutre de fechas compartidas, acumula posesiones territoriales, comparte per- tenencias familiares, se referencia en añejas amistades y se siente segura en códigos compartidos. Llega a conocer cada detalle del otro: sus películas favoritas, sus vicios más secretos, las arrugas que disimula el maquillaje, los dolores que no cicatri- zaron. Aprende a tomarse de la mano ante cada catástrofe, a enterrar a los pa- dres, a educar a los hijos… Saben más de la vida del otro que el otro mismo. Ya descubrieron todo el equipaje: ges- tos, olores, sueños, historias, mentiras, verdades. l l l Tanto se conocen que ya saben lo que dirán, antes de hablar. Ya no pueden asombrarlos sus chistes ni sus historias ni sus anécdotas ni sus proyectos. Los escucharon tantas veces que los gastaron. Y lo peor es que no disimulan el fastidio que les produce escuchar “¡otra vez lo mismo!” Al extremo que más de una vez se pre- guntan si son un hombre y una mujer o dos hermanos, o una madre y un hijo. O dos extraños. Y los desespera pensar que seguirán juntos y así serán los próximos diez o veinte años. Se quieren pero ya no saben cómo seguir queriéndose. Ese es el momento en el que la puerta queda abierta para que aparezcan ore- jas nuevas y sonrisas dispuestas. l l l Por eso es necesario, imprescindible diría, gambetear a la memoria, confun- dirla a veces, alejarnos de los que todo lo recuerdan o creen recordarlo. Quién todo lo recuerda también colec- ciona rencores. Dejemos que el olvido haga su parte y propongámonos inaugurar cada día un asombro nuevo. El resto dejémoslo a nuestra memoria, que es más sabía que nuestros recuerdos.

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