1 gobernadores siglo XIX 2015 - page 150

Juan Carlos Bataller
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la señora de Castro y Calvo, la
niña esposa
se radicó en Chile y durante
varios años fue la esposa de un marido que además era tío, anciano y
enfermo,
con lo que una gran soledad se transformó en dos grandes
soledades.
El encuentro con Benita
Pasaron los años y en una reunión social realizada en su casa, Benita
conoció a aquel sanjuanino del que hablaba todo Chile:
Domingo Faus-
tino Sarmiento.
Este Domingo tenía 32 años en lugar de los 61 de su esposo. Con su
calva frente, sus mejillas carnosas y sueltas, su mirada siempre fija y
osada a pesar del brillo apagado de sus ojos y su tronco que comenzaba
a engrosarse y encorvarse, Sarmiento parecía más viejo. Pero cuando
comenzaba a hablar todos se llamaban a silencio para escucharlo. Sus
palabras tomaban vuelo y pintaban paisajes, mundos, situaciones, fu-
turos, en forma apasionada y atractiva.
Benita tenía 21 años y era atractiva por su juventud, aunque no muy
agraciada con el don de la belleza.
El caso es que Sarmiento frecuentó cada vez más seguido la casa de los
Castro y Calvo.
Y poco importaba que el amigo chileno estuviera postrado en cama. El
conversaba con su joven esposa.
Quizás haya sido la presencia de aquel fogoso sanjuanino que despertó
los instintos más íntimos de Benita o tal vez la divina providencia. Pero
el caso es que a mediados de 1844 aquella sanjuanina, esposa de un an-
ciano postrado y próximo a morir, que ya tenía 23 años, quedó emba-
razada.
Y el 17 de abril de 1845 nació un hermoso niño, para alegría de don Do-
mingo Castro y Calvo, que ya estaba muy enfermo y pasaba la mayor
parte del tiempo en cama.
Domingo Fidel Castro fue bautizado el chico, chileno de nacimiento
pero también argentino por derecho de madre.
La providencia una vez
más actuaba y hacía coincidir el nombre de don Castro y de Sar-
miento.
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