QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO II

133 Qué hiciste con tu vida —Mario Castro, ¿cuántos años en periodismo? —Cuarenta y dos. —Y siempre has estado del lado del mostrador que relata, que nos cuenta la vida. Hoy queremos saber qué es de tu vida, ¿qué hiciste con tu vida? ¿Cuándo y en qué lugar comienza? —Comienza en el Médano de Oro, Rawson. Allí nací. Soy hijo de un camionero y mi mamá era simplemente ama de casa. Los hermanos de mi padre eran chacareros como mi abuelo y él no quiso ser chaca- rero nunca. Mi abuelo paterno, que no sabía leer ni escribir, intentaba por todos los medios que sus nietos sí supieran leer y escribir. Ahí co- menzó mi escuela primaria. Mi abuelo había ido al Ministerio de Edu- cación en esa época; ofreció un terreno y un ranchito para que mandaran una maestra, que él la iba a pagar, para que les enseñara a los chicos del Médano. Hoy esa escuela se llama Escuela América y tiene un busto en reconocimiento a mi abuelo, don José Castro. —Fijate lo que eran los viejos de ese tiempo, el valor que le daban a la educación y los sacrificios que hacían para que sus hijos estudia- ran. —Totalmente. Vos sabés que, por ejemplo, él venía a fin de año y, como no sabía leer, les pedía a sus nueras que le leyeran los boletines de sus nietos, a ver si habían salido bien y seguro que posteriormente venía un muy buen regalo. Mi primera pelota de fútbol me la compró mi abuelo. Era un tipo de palabra, de esos que venía antes de que em- pezara la cosecha a Camenforte y se llevaba un camión con harina sin pagar un solo centavo. Y él les decía, ya lo conocían, “cuando cobre la cosecha vengo”. Y lo primero que hacía cuando cobraba la cosecha era ir a pagar y tenía el crédito para el próximo año. —Vos que nombrás lo de la educación, en mi memoria también está que era habitual que la gente visitara la casa y la madre le pregun- taba “¿querés ver el cuaderno del nene?” y le mostraba el cuaderno con la letra prolija. Era un orgullo que al hijo le fuera bien en la es- cuela. Cambió tanto. —Yo tengo esa imagen de mi abuelo, que era un viejo gaucho. El que a toda costa quería que fueran distintos a él que no había aprendido a leer ni escribir. La educación para él era fundamental. Y manejaba a

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