La Pericana -Edición- 204

Jueves 21 de mayo de 2020 3 -¿Un semanario? No creo que te convenga ... Quien descreía del proyecto era Carlos Alfredo Mendoza, el primer amigo que tuve en el mundo periodístico. A Mendoza lo conocí en 1968, cuando había tomado la decisión más impor- tante de mi vida hasta ese momento: dejar la carrera de ingeniería de Minas e incorporarme al periodismo. Mendoza ya era un gran redactor. Hijo de maestros, había nacido en Mi- siones, se crió en San Luis y estudió en Córdoba, donde trabajó en Radio Na- cional. Casado con una sanjuanina, la licen- ciada en psicología Nelly Ruades, se radicó en San Juan y entró en la redac- ción de Diario de Cuyo. Poco después fue designado corres- ponsal de la mítica Primera Plana que dirigía Jacobo Timmerman y comenzó un programa en LV1 Radio Colón, “El ciudadano pregunta” , donde opinaba de temas de actualidad a las dos y media de la tarde. l l l Mi acercamiento con Mendoza se pro- dujo el mismo día que me incorporé a la redacción, tras pasar la prueba que me propuso el entonces subdirector y brillante periodista Roy Kirby. Aquel día me habían encargado mi pri- mer trabajo publicable: una gacetilla de la que Silvia, mi novia entonces mi es- posa hoy, pegó cuidadosamente en mi “álbum de notas” . Decía textualmente: “El Departamento Provincial del Tra- bajo cita a las siguientes perso- nas:...” Y a continuación se reproducían quince o veinte nombres. No era un gran trabajo intelectual. Pero era mi primer trabajo periodístico. Y valió la pena esperar hasta las dos de la mañana al lado de la rotativa para leer el diario aun con la tinta fresca y con aquella información de una co- lumna por cinco centímetros perdida abajo de los avisos fúnebres. Esa misma mañana Mendoza se acercó al bisoño periodista y tal vez porque siempre tuvo alma de docente o porque al estar en la “congeladora” pocos colegas creían conveniente que lo vieran con él, el caso es que me in- vitó a tomar un café. -¿Puedo salir de la redacción? -Si, avisale al Flaco Torres y vamos. Cinco minutos después tomaba mi pri- mer café como periodista en la Pizzería Victoria. Y la voz grave del Negro Men- doza que tantas veces había escu- chado en la radio, me explicaba los entretelones de una profesión que mar- caría mi vida. Ni qué decirles cuando al salir nos acercamos a la mesa que ocupaban los periodistas de LV5, entonces Radio Los Andes, y me presentó a figuras para mí muy conocidas como Walter Castro Costa, Mario Parisí, Juan León Roldán Moreno, Fidel Walter Castro Salas y Héctor Podda. -Les presento un nuevo colega. Acaba de incorporarse al diario-, dijo el Negro y yo miré al costado creyendo que se refería a otra persona. l l l Al día siguiente, en el silencio de una redacción a las 3 de la tarde, sólo está- bamos el Negro, por castigado y yo, por apasionado. -Te hago un cambio, Juanca. Vos que has estudiado minería haceme la columna para el programa sobre ese tema y yo te escribo la “cocina” que te han dejado. Por supuesto, al día siguiente Silvia también grabó el programa del Negro cuando decía: “el comentario que voy a leerles lo ha escrito un nuevo perio- dista...” y me nombraba. Este fue el comienzo de la amistad de muchos años con el Negro. l l l -¿Un semanario en San Juan? No creo que funcione-, decía el Negro. Finalizaba 1985 y Mendoza era el pri- s s ¿Un semanario? No creo que funcione CAPITULO 1 los comienzos de el nuevo diario Reunión preparatoria del lanzamiento: Carlos Alfredo Mendoza, Eduardo Bataller, Rolando Caldentey y Juan Carlos Bataller.

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