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Toomas-Hendrik Ilves fue el presidente de Estonia en el período 2006-2016
Viernes 8 de diciembre de 2017
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T
oomas-Hendrik Ilves fue el presi-
dente que ayudó a transformar a
Estonia en potencia tecnológica
en los
10 años en que ejerció la presi-
dencia (2006—2016). Una entrevista
realizada por Muriel Balbi de Infobae
permite conocer más a este
político formado en las mejores uni-
versidades de los Estados Unidos.
—Usted es una pieza clave de la
transformación en su país. ¿Cómo
fue posible este cambio?
—Es una larga historia. Al menos mi rol,
en 1993, 1994 y 1995, en el co-
mienzo
.
Estonia era muy pobre y yo es-
taba muy preocupado sobre cómo es
que lograríamos salir al mundo. Mi moti-
vación era que en 1938, el año antes de
la guerra en Europa, Estonia y Finlandia
tenían el mismo PBI per cápita. Cuando
nos volvimos independientes en 1991,
Finlandia tenía un PBI per cápita 13
veces superior al nuestro, así que, cla-
ramente el comunismo no fue algo posi-
tivo para nosotros. Yo pensaba que
parte del éxito de Finlandia era que
había entrado en el mundo IT. Nokia, en
ese momento, era el teléfono más ven-
dido, habían proliferado las compañías
de telefonía celular y de software. En-
tonces lo que hicimos fue poner a todas
las escuelas de Estonia online;
y
eso
realmente funcionó. Eso fue por 1998,
1999 y la idea entonces fue hacer que
los niños supieran usar las computado-
ras. En el mismo período vimos muy
claramente la importancia de que cada
escuela tuviera un laboratorio con com-
putadoras, que a su vez abríamos a la
comunidad para que la gente pudiera
aprender a usarlas. Pero eso fue solo el
comienzo, el trabajo inicial para que la
gente se acostumbre a una sociedad di-
gital. No es que supiéramos en 1994 re-
almente la dimensión de lo que
estábamos haciendo, pero fuimos hacia
adelante.
—¿Cómo surge la idea de crear una
identidad digital para todos los ciu-
dadanos?
—En 1999 – 2000 ya tenía una idea
bastante cierta de que hay ciertos ele-
mentos clave que tenés que solucionar
si querés contar con algún tipo de co-
municación segura. También para poder
acceder a ciertos servicios hay que
tener una identidad digital. Así que
creamos una identidad digital, pero la
hicimos obligatoria. Porque esto es
como el comportamiento económico. Si
la provees, como vemos en la mayoría
de los países en Europa y todos lo
hacen ahora, si es voluntario solo entre
el 15% y el 20% de la población se
preocupa por sacar su identidad digi-
tal. Si no es obligatorio el sector público
no se preocupa realmente por proveer
servicios online y, lo mismo ocurre con
el sector privado que piensa “por qué
habría de gastar dinero en desarrollar
algo si sólo el 18% de la población
puede usarlo”. Así que toda la gente en
Estonia pasó a tener una identidad digi-
tal única y obligatoria, lo que nos permi-
tió tener a todos los ciudadanos online.
Allí comenzamos a desarrollar servicios
digitales. Primero fueron los impuestos;
eso fue fácil, simple y fue popular por-
que uno puede hacer los trámites de
manera más eficiente que si hay que
moverse hasta las oficinas del gobierno.
—Y había que brindar servicios…
—Al gobierno por supuesto siempre le
gusta tener cosas eficientes para traba-
jar mejor pero, para que funcione
,
tenés
que brindarle a la gente servicios que
gusten
.
Entonces teníamos, por ejem-
plo, recetas digitales
.
Eso significa que
si vas a ver un doctor, te prepara la re-
ceta en un sistema computarizado, y
podés ir a cualquier farmacia del país y
retirar el remedio. Se vuelve aún más
fácil cuando tenés que revalidar tu re-
ceta porque no tenés que ir al médico
de nuevo para conseguir un pedazo de
papel, sino solamente llamarlo o man-
darle un email y él lo hace al momento.
—¿Está todo digitalizado?
—Solo hay 3 interacciones con el Es-
tado que aún hay que hacer física-
mente, en persona
.
La primera es
casarse; la segunda es la transferencia
de un inmueble; si querés vender una
casa tenés que presentarte y hacerlo
con el notario. La tercera, además de
casarte, es divorciarte y tenés que pre-
sentarte.
¿Está a favor del voto electrónico?
—Es que el nuestro no es un voto elec-
trónico, no lo llamamos así porque cier-
tamente en ninguna instancia hacemos
que la información se cargue en una
máquina, presionando un botón. De
ninguna manera lo haríamos así porque
esa es la forma en que luego se hackea
y ocurren todos los problemas que
vemos con el voto electrónico en el
mundo
.
Lo que nosotros tenemos es lo
que llamamos “I Voting” (voto
digital) que va por un sistema con cone-
xiones súper seguras, con doble factor
de autenticación online. Sabemos que
esto sí es mucho más seguro que el
voto en papel, mucho más difícil de ma-
nipular. Así que sí, lo tenemos imple-
mentado desde 2005. Ya celebramos
11 elecciones – nacionales, locales,
también el Parlamento Europeo – todo
online. Lo que notamos también es que
después de las 2 o 3 primeras citas
electorales, la clase de preocupaciones
que había acerca de que la gente que
votaría por Internet serían aquellos más
jóvenes, de centroizquierda, o de las
ciudades, fue cierta. Pero luego vimos
que la cosa se equilibró y que el tipo de
gente que elije votar por Internet, desde
su casa, es equivalente a los que van a
votar físicamente.
—¿Por qué decidieron declarar el ac-
ceso a Internet como un “derecho
humano”?
—Bueno, a eso en realidad lo hicimos
por cuestiones domésticas. Para ase-
gurarnos que todos – tanto desde los
distintos organismos del Estado, como
desde el sector privado – trabajen para
que todos puedan acceder. Si uno dice
que es un derecho humano
,
eso los
fuerza y obliga a tener que desarrollar
buenas conexiones que además lle-
guen a sectores más apartados que
son difíciles de alcanzar. Sé que suena
bien, pero en realidad lo hicimos con un
fin práctico, para obligar al propio go-
bierno a hacer determinado tipo de
cosas, no podés poner excusas como
“No, es que no tenemos suficiente di-
nero como para llegar hasta ese lugar,
es demasiado costoso” ¡¿Qué es eso?!.
Entonces con esta medida le garantizá-
bamos a la población que íbamos a
tener que hacerlo.
—¿Cuáles deberían ser los principa-
les objetivos de un jefe de Estado en
esta nueva era?
—No lo sé, yo era bastante raro.
—¿Por qué? Lo hizo muy bien…
—Bueno, yo tengo 63 años y aprendí a
programar computadoras cuando tenía
14. Nunca le tuve miedo a la tecnolo-
gía, y el problema que tenemos en mu-
chos países es que la gente que está
en el poder político no entiende la tec-
nología para nada. No sé si es un obje-
tivo, pero sería bueno que la gente en
política aprenda más sobre ciencia y di-
gitalización. Eso ayudaría mucho. Los
tecnólogos no entienden suficiente
sobre democracia; sobre lo que tenés
permitido hacer y lo que no. Y los políti-
cos, no entienden nada de la tecnolo-
gía. Ambos lados necesitan estudiar al
otro.
—¿Por qué?
—Porque entonces sabrían de qué
están hablando. Tengo 2 problemas:
cuando hablo con tecnólogos no entien-
den suficiente sobre democracia, sobre
lo que tenés permitido hacer y lo que
no. Y cuando hablo con políticos, no en-
tienden nada de lo que la tecnología
puede hacer y lo que no puede
hacer. Ambos lados necesitan estudiar
al otro. La gente de la tecnología nece-
sita estudiar filosofía política y las
bases de la democracia y la privacidad.
Y la gente en la política necesita enten-
der más sobre tecnología, sobre lo que
podes hacer y también sobre lo que no
deberíamos permitir que pase. Te voy a
dar un buen ejemplo. Ahora mismo en
Estados Unidos resulta que estas gran-
des compañías como Facebook simple-
mente ignoraron y no prestaron
atención a las regulaciones de gobierno
sobre propaganda política. Permitieron
publicidad política sin decir quién la
hacía, quién la pagaba, a cuánto la pa-
gaba. Tenés que hacer eso para publici-
dad en televisión y radio. La Comisión
de Elecciones Federales de EE.UU. –
de elecciones—federales— dijo que
hay que hacer lo mismo online pero
simplemente lo ignoraron. Hay todo un
tema ahí donde los estados, los políti-
cos y el sector de IT necesita entender
mucho mejor qué está ocurriendo.
—¿Es esta la Estonia con lo que
había soñado?
—Bueno, en términos de lo que ocurría
en 1993, no podría haber imaginado
cómo sería 20 o 24 años más tarde.
Pero mi ambición era que Estonia se
volviera un líder y ciertamente es hoy lo
es en este campo. Así que eso es posi-
ble. Es decir, no estoy insatisfecho,
para nada.
—Su país fue víctima de un ciberata-
que de Rusia.
—Antes que nada, vale aclarar que el
ataque nunca logró ingresar al sistema.
Nunca nadie pudo penetrarlo. Lo que sí
hicieron fue hacer caer las páginas de
los diarios, las de las oficinas del Es-
tado. Es decir, el problema que se ge-
neró fue en el acceso, pero no pudieron
hacerse de números o de datos, ni nin-
guna información de nuestra sistema.
Generaron la molestia que la población
no podría acceder a las webs para tra-
mitar servicios y claro, en una sociedad
altamente digitalizada, esto se sintió
muchísimo.
—¿Qué aprendieron de eso?
—Desde entonces aumentamos dramá-
ticamente los sistemas de backups.
Pero estos problemas van a continuar
en todo el mundo
.
—Ahora son un ejemplo muy influ-
yente en el mundo sobre cómo con-
vertirse en un país digital.
—No sé si para todos pero, al menos
en Europa, estamos imponiendo una
agenda digital muy fuerte, incluso lide-
rándola.
DIGITAL DEL MUNDO
UN PRESIDENTE DISTINTO
“Los políticos no
entienden nada de
tecnología”
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