Viernes 13 de julio de 2018
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Nahir e Irina: Condenadas a
perpetua, ¿dos casos similares?
LA JOVEN SANJUANINA ASFIXIÓ A SU BEBÉ AL NACER
Nahir Galarza e Irina Carrión
tienen la misma edad. Ambas
tuvieron vidas totalmente
distintas. Las dos terminaron
de la misma manera y saldrán
de la cárcel al mismo tiempo.
¿Las dos penas estuvieron
bien aplicadas?
L
a semana pasada, los casos de
dos mujeres jóvenes condenadas
a prisión perpetua concitaron la
atención de todos los medios de comuni-
cación y conmovieron a la sociedad en
general. Por un lado, Nahir Galarza, la
joven de 20 años que asesinó a su
novio de dos balazos en la ciudad de
Gualeguaychú, Entre Ríos; y por otro,
Irina Carrión, una chica de Santa Lucía
que asfixió a su bebé de sólo 10 días de
vida.
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Los contextos sociales en los que vivie-
ron Nahir e Irina son diferentes pero las
condenas que enfrentan son idénticas.
¿Fue correcta la decisión del juez Atená-
goras Vega de aplicar prisión perpetua a
una joven como Irina?
Ella enfrentaba una situación de posparto
de un embarazo posiblemente no de-
seado -de hecho, según la pericia, nunca
se conectó emocionalmente con su bebé-
y en un contexto de gran vulnerabilidad
social.
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En su artículo
“Cuando una mujer mata a
su bebé recién nacido”
, la psicoanalista
Silvia Elena Tendlarz expresa
“¿Cómo ex-
plicar el pasaje al acto homicida?... No
existe un instinto materno, dice Lacan, y
nada en la naturaleza de las cosas dice
cómo ser madre y qué pasiones puede ge-
nerar el nacimiento de un hijo... La figura
legal del infanticidio atenúa el castigo de
una mujer que no encontró otra salida más
que su crimen.
Sin lugar a dudas, es un intento de
tomar en cuenta tanto las particularida-
des del estado puerperal, como el de-
samparo que eventualmente se
desencadena frente a la presencia real
de un niño que no puede ser absorbido
en una genealogía simbólica. En cada
caso singular deberá examinarse qué
fue ese bebé para esa mujer que no
deseó ni consintió volverse madre de
un hijo”.
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Y para graficar sus palabras, Tendlarz
cita el caso de Romina Anahí Tejerina, la
El perfil psicopsiquiátrico de esta joven de 20 años indica
una personalidad psicopática con la característica de ante-
poner la razón por sobre los sentimientos, dicho de otra
forma, tiene muy poco sentimiento. Es retraída, nunca se
conectó con el bebé, nunca aceptó el embarazo pero de
todas formas parió a su hijo.
Respecto al crimen, lo mató mediante el sistema de asfixia
mecánica, según determinó la autopsia. Desde la fecha
que dio muerte al bebe, a los siete días fue hacerse aten-
der al hospital.
En cuanto al ambiente en el que desarrollaba su vida, Irina
estaba en medio de un contexto social precario, humilde,
se notó durante las audiencias porque nadie de la familia
fue al debate, estaba sola. En una casa convivía la madre
y tres hijas, las hermanas de Irina eran mayores que ella.
Todos muy humildes. Además, en el lugar vivía un tío con
la esposa y dos hijos. Ella era estudiante pero no tenía me-
dios económicos.
“Ella tiene una madurez emocional de una chica de 10
años, y se cree más brillante de lo que es”, dijo el psicó-
logo que la entrevistó en dos ocasiones.
Sobre el hecho que la llevó a la cárcel, según la autopsia,
a Fernando Pastorizzo lo mató un disparo efectuado a 30
centímetros. Ella le efectuó el primer disparo por la es-
palda –el mortal- y luego de frente, y mirándolo a los ojos,
le efectuó el segundo. Posteriormente se fue a su casa, se
bañó, posteó una foto en Instagram y se acostó. Sobre las
8, la madre de Fernando la llamó desesperada contándole
que la policía había ido a avisarle que el joven estaba
muerto y ella dijo no saber nada y se sorprendió.
El contexto social de Nahir es totalmente opuesto al de
Irina. Vivía en un barrio de clase media, en una casa de
dos pisos que ahora permanece con custodia policial por
las amenazas recibidas. Su papá es Marcelo Galarza, ofi-
cial principal en la Policía de Gualeguaychú, actualmente
de licencia. Nahir tiene un hermano de 16 años con retraso
madurativo. Nahir iba al gimnasio todas las mañanas junto
a su mamá y fue reina de una carroza en el carnaval de
Gualeguaychú. Era una persona de pocos amigos, salvo
su íntima Sol Martínez. Cursaba el segundo año de Aboga-
cía en la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU).
Irina Carrión
Nahir Galarza
El caso de
Luciana Abregú
E
l 19 de marzo del 2008, la joven
hipoacúsica mató a su padre de
un disparo en la nuca. Lo hizo por
la espalda, mientras se encontraba dur-
miendo en la cama. La causa está para
que el titular del Quinto Juzgado de Ins-
trucción, Benedicto Correa, resuelva. La
fiscal Silvina Gerarduzzi había pedido
que fuera declarada inimputable y seguir
en su casa con su familia, a lo que se
sumó la defensa. Luciana no comprendió
lo que hizo y debe seguir con tratamiento
psicológico, psiquiátrico y farmacológico,
porque su peligrosidad aún se mantiene.
Por eso, la fiscal pidió también que la
juez ordene la internación de la chica por
su seguridad y la de otras personas.
joven que declaró haber quedado embara-
zada por una violación de un hombre
mayor (desmentida por él). Ella ocultó su
embarazo. A los 7 meses dio a luz en el
baño de su casa y, con la ayuda de su
hermana, cortó el cordón umbilical y co-
locó a la bebé en una caja pequeña, luego
la mató con 21 puñaladas utilizando un
cuchillo.
“Durante el juicio, la fiscalía
pidió la pena de cadena perpetua, y la
defensa, la absolución; finalmente fue
condenada por “homicidio agravado
por el vínculo” a 14 años de prisión.
Tras pasar 9 años en prisión, le fue
otorgada la libertad condicional por
buena conducta en el año 2012. Si el
hombre hubiera reconocido su viola-
ción era una causa penal para él, y ella,
en 2005, no podía abortar por ser ilegal
a pesar de ser una violación. De todas
maneras debía pasar por el embarazo y
reconocerlo como su hijo o entregarlo
en adopción”.
Romina Anahí Tejerina
Vidas distintas, el mismo destino
