Viernes 21 de diciembre de 2018
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EDUARDO PEÑAFORT, FILÓSOFO
menina (correlativa de la obtención del
voto femenino) propugnada por Eva Perón,
así también como los incansables y conflic-
tivos Encuentros de Mujeres que se reali-
zan desde 1986. Actualmente adquirieron
ribetes singulares por la creación de colec-
tivos femeninos transversales en la socie-
dad, la visibilidad de las demandas en los
medios, la participación de importantes
grupos adolescentes y el acompañamiento
de las denuncias de agresiones sexuales.
—
¿Hay un único discurso feminista?
—Creo distinguir 3 tipos de discursos: “me-
moria de agravios”, “vindicación” y “teoría
del género”. El primero incluye la denuncia
de situaciones específicas que viven las
mujeres, cuyo objetivo tiende a determinar
el carácter delictivo e intentar reparar los
daños provocados. Las “vindicaciones”
propugnan la consecución de una igualdad
real de las mujeres dentro de los sistemas
democráticos—liberales. El tercero está
constituido por la crítica a los supuestos
sobre los que se sostiene la matriz patriar-
cal, que no sólo da fundamentos a los
otros dos tipos, sino que se extiende desde
el saber común a la epistemología y metafí-
sica.
—Tienen un eje común.
—Los 3 discursos ponen sobre el tapete la
relación entre las mujeres y la cuestión de
“quién manda”. Por ello, interesa repensar
por qué se ha considerado justificado que
las mujeres deben ser mandadas como los
niños, los indígenas, los esclavos. La justifi-
cación de la tutela radica en la determina-
ción de la incapacidad y en la necesidad de
proteger su condición de vulnerabilidad. La
piedra basal para que esto se sostenga es
el reconocimiento de las mujeres de la su-
perioridad masculina. Y esto es lo que se
pone en cuestión a partir del discurso femi-
nista (las redes sociales han puesto al des-
cubierto dramáticamente esta situación).
—
Ahora estaría en auge la “memoria de
agravios”...
—En la actual “memoria de agravios” se
constituyó un sujeto político nuevo. Resul-
taría hipócrita no reconocer que las actitu-
des frente a los abusos llevados a cabo en
el ámbito familiar, laboral y estatal van
desde el intento de paliar con el consuelo y
repudio a la respuesta violenta de tutor a
victimario. Pero en la mayoría de los casos
aparece la culpabilización y el silencio de
las víctimas. Estimo que el hecho de la de-
nuncia por el colectivo de Actrices Argenti-
nas determinara la acusación de casos en
los partidos mayoritarios de Argentina, es la
consecuencia política más destacable. Y re-
sulta imposible no establecer como causa
de este hecho, la fuerza desatada por el de-
bate sobre la punición del aborto. La marea
verde es heredera del sufragismo, es un
discurso vindicativo para ampliar la ciuda-
danía.
—¿Es un conflicto político o moral?
—La memoria de los agravios requiere de
la transversalidad, pero el nuevo sujeto po-
lítico debe partir de la existencia de militan-
tes feministas dentro de cada espacio
partidario y ellas deben hacer escuchar su
voz para incorporar principios y normas de
conductas acordes con la posición axioló-
gica y práctica feminista. Ello implica articu-
lar la lucha de género con la búsqueda de
salidas para el desastre logrado por la res-
tauración neo—liberal. Por ahora, el Estado
es la forma de acceder a un control efectivo
de las situaciones y sin ubicar el problema
de la mujer en ese contexto, tiene pocas
posibilidades de prosperar en alternativas
efectivas frente al dolor y la injusticia del
presente. Seguramente la lucha seguirá,
esto es previsible por la fuerza innegable
que poseen, pero hoy resulta mucho más
potente si se la asocia a la conflictiva
socio—económica—moral que nos atra-
viesa.
P
ara analizar el movimiento feminista
y los hechos sucedidos en el país y
San Juan, El Nuevo Diario consultó
al filósofo Eduardo Peñafort.
—¿Cómo analiza la situación que atra-
viesa actualmente el feminismo?
—En 1872, Alejandro Dumas (h), para des-
prestigiar a las personas de sexo mascu-
lino que apoyaban el movimiento de las
mujeres que demandaban derechos ciuda-
danos los denominó hombre—mujer. En
nuestro tiempoº, opinar al respecto puede
ser considerado un caso del repudiable
discurso
mansplaining
. Este reconoci-
miento resulta válido para mostrar la conti-
nuidad de la puesta bajo sospecha de la
pertinencia de la participación de los varo-
nes en la cuestión feminista. Sin embargo,
su emergencia en el campo público y la
conmoción provocada en el mismo durante
el presente año, son lo suficientemente
graves como para alegar incompetencia
sobre aspectos que atraviesan nuestra bio-
grafía y conmueven convicciones éticas,
antropológicas y políticas. No se pretende
dogmatizar ni resolver ninguna de las
cuestiones centrales, sino exponer un
punto de vista.
—¿Por qué se pone en discusión?
—Los núcleos de discusión sobre la condi-
ción femenina tienen una historia larga,
pero en Argentina retomaron, fuertemente
transformados, el potencial movilizador
como fuerzas de poder. Basta mencionar
tanto la ciudadanía otorgada a las mujeres
por la Constitución Sanjuanina Cantonista,
como los irrisorios (aunque no tanto a la
luz del presente) argumentos por los que
fue derogada; la creación de la Rama Fe-
“Las feministas
son los nuevos
sujetos políticos
argentinos”
“
”
La marea verde es
heredera del sufragismo,
es un discurso vindicativo
para ampliar la
ciudadanía.