QUE HICISTE CON TU VIDA - TOMO I

130 Juan Carlos Bataller —Yo tuve algunos dramitas por mi forma de ser. Cuando fui grande comencé a entenderme a mí mismo, tenía vaivenes de dispersión… —¿Cómo es eso? —Por ejemplo jugando a la pelota me mandaban al arco y a veces me salía de la situación del juego mirando algo, algo que me llamaba la atención. O me subía a los techos y miraba cómo el atardecer iba lle- gando, iba ganando la noche hasta que aparecían las primeras estre- llas. Cosas raras. Yo veía como se iba tiñendo el paisaje, cómo la oscuridad abrazaba, cómo prendían las primeras luces en las esqui- nas, todo eso lo tengo muy presente. —Eras distinto… —Después, de grande, me daba cuenta que tenía otra forma de ver las cosas, que había alguien dentro de mi o que ya estaba esa veta de ar- tista. —¿Eras buen alumno? —Yo he sido un alumno de 6 o 7 quizás, pero llenaba la parte trasera de los cuadernos con dibujos, con retratos de los chicos, situaciones, cosas que las maestras nunca miraban. En la educación estas cosas son pasadas por alto. Y bueno, tenía el coeficiente intelectual ahí y el crea- tivo era alto, pero en esa época creo que eso no era valorado. —¿Alguien lo apreció? —Una maestra, allá por el cuarto grado, me presentó una manzana sobre un papel blanco y me dijo: “mirá como pega la luz acá, mirá las sombras que da”. Y la verdad que ahí descubrí lo que era un objeto en la tridimensión. —Descubriste otro mundo… —Fue como que algo explotó en mi cabeza y dibujaba. Entre los chi- cos del barrio yo era el raro, te aseguro, pero yo era feliz en mi mundo. —¿Jugabas al fútbol, tenías tu barra de amigos? —Sí, me encantaba. Tenía dos o tres amigos pero estaba más bien ale- jado, quizás por mi forma de percibir las cosas. También me marcó

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