La historia de
Soppelsa y
su inexplicable
desaparición
S
oppelsa, un apellido que fue sinó-
nimo de helados en San Juan,
Mendoza y Córdoba, tiene origen
en la región del Veneto, donde hay una
montaña de nombre Pelsa. A los habi-
tantes del pueblo que viven por debajo
de ella, se les anteponía el prefijo “so”,
que quiere decir “por debajo”.
De unos tíos que vivían en el pueblo de
Gras, en la frontera entre Italia y Aus-
tria, don Pedro aprendió el oficio de he-
ladero.
Con el mayor de sus hijos, Pedro llegó
en 1924 a Buenos Aires para luego ins-
talarse en Cacheuta, donde trabajó de
obrero. En temporada, ambos se trasla-
daron a Luján para fabricar y vender he-
lados. Más tarde llegaron para hacer lo
mismo desde la ciudad de Mendoza,
pero la reglamentación les impedía ven-
der fuera del radio capitalino, por lo que
decidieron probar suerte en San Juan.
Corría el año 1925.
s s s
Ya instalados en nuestra provincia, sólo
se les permitía fabricar helados de ca-
nela y limón, pero tras una invitación a
los inspectores para ver el proceso de
fabricación de los helados de otras es-
pecialidades, y por supuesto degustar-
los, la fábrica obtuvo la autorización que
necesitaba.
Así fue como San Juan conoció los he-
lados de crema, frutilla y chocolate, toda
una novedad para la época. El primer
la tragedia se cobró la vida de Gue-
rrino, el mayor de los hermanos. Al
tiempo, en 1950, murió don Pedro, el
fundador de la heladería.
Ahí se tuvo que hacer cargo su hijo
Esteban.
Dos años antes, en 1948, habían
llegado hasta San Juan los hijos de
una hermana fallecida de Pedro
Soppelsa: Guillermo y María Teresa
Gottardi. Son los primos a los que
Esteban invitó a trabajar con él y a
quienes incorporó como socios en
1958.
s s s
Desde entonces, Gottardi se hizo
cargo de la administración de las
heladerías, bajo la supervisión de
Esteban.
Esteban Soppelsa y Guillermo Got-
tardi complementaron sus trabajos
de modo que la empresa tomó una
dinámica que la mantuvo siempre al
frente de las innovaciones.
Tras la muerte del socio mayoritario,
don Esteban Soppelsa, sus hijas Sil-
via y Stella iniciaron el trámite de la
sucesión. De la herencia forma parte
Soppelsa y Compañía S.R.L., em-
presa que también integraba quien
durante décadas fue la mano derecha
de don Esteban, su sobrino Guillermo
Gottardi. El y su hermana María Te-
resa son dueños de la otra mitad de
la sociedad
.
El trámite de la sucesión de Esteban
Soppelsa paralizó en 2004 a la hela-
dería más tradicional de San Juan. La
pelea de fondo es por la herencia del
nombre de los helados, que se dispu-
tan las hijas de Esteban con sus pri-
mos y socios desde 1958, los
hermanos Guillermo y María Teresa
Gottardi.
El “caballo
blanco” y las
prostitutas
E
l “caballo blanco” llamaban al
coche de plaza que dos veces
por semana llevaba a las muje-
res para ser revisadas en la Asisten-
cia Pública, como lo determinaba la
ordenanza policial. Estamos hablando
de los años 30 del siglo pasado
cuando la prostitución y los prostíbu-
los eran legales.
La “victoria” del caballo blanco tenía
parada en la plaza 25 de Mayo y
quién sabe por qué su conductor era
el preferido de los rufianes. Uno de
ellos, de origen libanés, fue muerto a
tiros cuando circulaba por la calle
Salta en ese coche.
s s s
Viernes 26 de julio de 2019
6
EL
Escribe Juan Carlos Bataller
mania por circunstancias paternas de
trabajo. Su padre era minero y dio a
su hijo el nombre que estaría aso-
ciado en San Juan al más rico de los
postres y helados.
Esteban se casó con Juana Rodrí-
guez, hija de españoles y a la que co-
noció en San Juan, donde llegó con
su padre y hermanos huérfanos ya
de madre. Esteban tenía entonces
catorce años y se afincó en San
Juan. Tuvo dos hijas: Stella Catalina
y Silvia Alicia.
s s s
Un hermano de Don Pedro, Guerrino
también probó suerte en San Juan en
1927. Es quien casi diez años des-
pués trajo a toda su familia y se ins-
taló en Mendoza, donde Ferruccio
Soppelsa, continuó la empresa.
Para 1935, otro Guerrino, el hijo
mayor de don Pedro, dejó la empresa
de su padre y se instaló en Córdoba.
Estas tres ramas familiares son las
que permitieron que en las tres pro-
vincias, la tradición del helado esté
asociada al apellido Soppelsa
.
s s s
Cuando San Juan fue destruida por
un terremoto en 1944, varias cosas
cambiaron entre los Soppelsa.
El local no había sufrido mayores
daños porque era antisísmico, de
modo que la fabricación de helados
se vio interrumpida por poco tiempo.
Pero la tifus que se extendió durante
s
s
ALTILLO
local fue el de calle Rivadavia al 500
y luego abrieron en Mitre casi Alem,
donde además, la terraza era usada
para bailables.
s s s
En 1928 llegó el resto de la familia,
entre ellos quien se convertiría luego
en el patriarca de la empresa:
Este-
ban Soppelsa
.
Esteban Soppelsa nació un 5 de fe-
brero de 1914 en un pueblito de Ale-
Don Pedro Sop-
pelsa y sus hijos en
los primeros tiem-
pos de una marca
que hizo historia
Esta ima-
gen es de
febrero de
1999
cuando
don Este-
ban Sop-
pelsa
celebraba
sus 85
años. En la
foto apa-
rece junto
a sus hijas
Silvia Sop-
pelsa de
Panetta y
Stella Sop-
pelsa de
Idemi.
El patriarca de la
empresa, Esteban
Soppelsa. Se hizo
cargo de las hela-
derías en 1950 y al
poco tiempo asoció
a sus primos, los
hermanos Gottardi.