La Pericana N°195

mayor de su partido, conformando un verdadero gobierno en el exilio. Trata de interesar a los mendocinos para que intervengan en San Juan pues — argumenta—“el movimiento local re- presenta un peligro para las demás provincias porque puede extenderse”. Mendoza actúa con cautela. Del Carril se impacienta, sus adictos también. Aceptada la renuncia, el diputado Ru- perto Godoy propone que se deje de lado el mecanismo electoral y se de- signe por seis meses un gobernador el que gozará de facultades extraordina- rias durante tres meses. Apoyada por unanimidad, la iniciativa se transforma en ley y resulta electo don José Nava- rro, presidente de la sala en ese mo- mento. Es así como la primera medida, si- guiendo el consejo de Del Carril, es la formación de una fuerza militar, encar- gándose de tal tarea al comandante Nicolás Vega, militar español, unitario declarado, que formó parte del Ejército de Los Andes. Viernes 20 de marzo de 2020 radona, uno de los ideólogos del movi- miento subversivo. Este juró el cargo y designó ministro al presbítero José Manuel Astorga y depositó el mando de las tropas en Juan Antonio Maurín, antiguo capitán del Batallón número 1 de Cazadores de los Andes. Fernández Maradona pensó que es- taba todo dicho y que la situación era irreversible. Mandó poner en libertad a Del Carril, exhortó a los defensores del gobernador electo a que volvieran a sus hogares y depusieran las armas y designó a “un hombre de mi entera confianza y militar acreditado de ca- rrera” al frente de los efectivos suble- vados, el comandante Manuel Olazábal. Convencido de su accionar, el fanati- zado nuevo mandatario escribe el 5 de agosto al gobernador de Buenos Aires, general Juan Gregorio de las Heras, encargado del Poder Ejecutivo Nacional, explicando que el movi- miento revolucionario había estallado por el descontento de los vecinos “con la intempestiva sanción y pu- blicación del papel titulado Carta de Mayo”. Y aclara que él se había visto obligado a tomar el mando “creyendo que así se cortarían las disensiones y se restituiría el país a su antigua paci- ficación”. l l l Mientras esto escribía y tal como lo pedía la proclama , la Carta de Mayo fue quemada en la Plaza Mayor y el departamento de Justicia en pleno, con sus jueces de primera y segunda instancia, que permanecían en An- gaco, dimitieron conjuntamente. La ciudad permanecía bajo el estado de sitio. No tardan en iniciarse tratativas entre los dirigentes que resistían en Angaco y el nuevo gobernador, que se concre- tan en el acuerdo del “Pedregal de Chimbas”. En cumplimiento de lo pac- tado el grupo armado se disolvió, ju- rando previamente mutua cooperación y defensa. Del Carril, a todo esto, no permanecía quieto. Solicitaba ayuda al gobierno de Buenos Aires y propiciaba una asam- blea para analizar la situación. Un fraile dominico, Roque Mallea, le confió al oído que su vida corría serio riesgo. Ante ello el joven mandatario depuesto partió a caballo a Mendoza, amparado por un salvoconducto obte- nido por el fraile. l l l Ya en Mendoza, Del Carril comenzó las gestiones para recuperar el go- bierno. El regreso del gobernador Del Carril no estaba solo en Mendoza. Pronto se le unieron decenas de com- provincianos, entre ellos la plana Las penas a los insurrectos A José Santiago Paredes se le formó causa criminal. En oc- tubre se conoció la sentencia que afirma que “su crimen está com- prendido en el de alta traición”. Pa- redes había huido a los Llanos de La Rioja. Enterado Facundo Quiroga de lo re- suelto lo remitió inmediatamente a San Juan. Al clérigo Manuel Astorga se lo condenó a la pena de muerte pero por decreto se resolvió que “esta misma noche, dispensando la pena que tiene bien merecida, saldrá des- terrado para el estado de Chile, quedando todos sus bienes conoci- dos en favor del erario público”. El presbítero Dionisio Rodríguez “sal- drá asimismo, debiendo perder sus bienes si antes no deposita en Tesore- ría la multa que le ha cabido”. Salieron también desterrados el sacer- dote José de Oro, Juan José Robledo y Manuel Torres. Viene de pág. anterior Bibliografía consultada: l Carte, Eugenio: Salvador María del Carril, patriarca de la patria, editado por Sociedad Franklin Biblioteca Popular, San Juan, 1958 l Peñalosa de Varese, Carmen y Arias, Héctor: Historia de San Juan, Editorial Spadoni, Mendoza, 1966 l Videla, Horacio: Historia de San Juan, Tomo III (Época Patria / 1810-1836), Academia del Plata/Universidad Católica de Cuyo, San Juan 1972 l Martín Picón: Biografía de Del Carril l Bataller, Juan Carlos: Revoluciones y crímenes políticos en San Juan. 4 La Carta de Mayo fue quemada en la Plaza Mayor mientras el depar- tamento de Justicia en pleno, con sus jueces de primera y segunda ins- tancia, que permanecían en Angaco, dimitían con- juntamente y la ciudad permanecía bajo el es- tado de sitio. Cuando San Juan vivió...

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