El Nuevo Diario - page 67

Viernes 4 de diciembre de 2015
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El lado íntimo del poder...
que pocas veces se cuenta
Un trabajo de
Juan Carlos Bataller
CURIOSIDADES DE LOS GOBERNADORES
(La mayor parte de estas anécdotas
formaron parte del libro Anécdotas de
la política sanjuanina – El lado humano
de la política)
No venir a la
ciudad con
alpargatas
D
urante la gobernación de
Domingo Morón fue dictado
un edicto policial que fue
muy comentado en su momento.
Eran tiempos en que se esperaba
una pueblada de los sectores obre-
ros, asfixiados por la situación eco-
nómica imperante. Ante ello, Morón
dictó un edicto prohibiendo “el ac-
ceso a la ciudad a los grupos de
más de tres personas que calzaran
alpargatas”. También prohibió el uso
del poncho.
No era la vestimenta precisamente
lo que temía Morón sino que le or-
ganizaran una revolución. Y que tra-
jeran las armas bajo el poncho.
Pero cuando se le preguntó cuáles
eran los argumentos para dictar el
edicto, respondió con total convic-
ción:
—Porque las alpargatas y el pon-
cho son ofensivos para la cultura
de la Capital.
1930 - El empedrado
Esta foto tiene un
gran valor. Muestra
la calle Rivadavia
antes del pavimento.
Se observa el ado-
quinado en primer
plano. Pocos auto-
móviles circulaban
en ese entonces por
la ciudad, por lo que
alrededor de la plaza
los vehículos mayori-
tarios era los famo-
sos “coches de
plaza”. Al fondo, la
vieja catedral con
sus cúpulas, su reloj
y las estatuas que la
distinguían.
(Foto publicada en el
libro "El San Juan
que Ud. no conoció",
de Juan Carlos Bata-
ller; proporcionada
por Pablo Batista de
Optica Birle)
G
obernaba Victorino Ortega y
San Juan aspiraba convertirse
en una ciudad importante. En
1811, Ortega planeó el reemplazo del
empedrado con piedra bola de las ca-
lles céntricas, obra de Nazario Benavi-
des que continuó Virasoro -ambos
gobernadores asesinados-, por ado-
quines de madera. El gasto fue afron-
tado por los vecinos, como mejora de
los inmuebles, por lo que se autorizó a
la municipalidad a emitir 800 mil pesos
en títulos denominados “bonos de pa-
vimentación”, al 7 por ciento de interés
y 10 por ciento de amortización anual.
El trabajo fue efectuado, tanto en lo
que hacía a la nivelación de calles
como el contrapiso de cemento y los
cordones de las veredas.
Pronto, las calles quedaron hermosas,
con su adoquinado de madera. Pero
hubo un detalle que los técnicos no tu-
vieron en cuenta: el factor climático. Y
la madera -siempre ha sido así- se hin-
chaba con la humedad. A la primera
lluvia de verano, el pavimento reventó.
Y pronto el agua comenzó a arrastrar
los adoquines calle abajo. El caso es
que debieron pasar veinte años antes
que las calles del centro de San Juan
volvieran a tener pavimento.
Correspondió al gobernador Juan
Maurín y el intendente Silvio Baistroc-
chi la tarea de pavimentar 500 cuadras
con hormigón armado. Pero en ese
lapso, las calles fueron un desastre. Y
mientras más de un horno era alimen-
tado con los trozos de madera, las
gestiones se sucedían sin éxito ante
los gobiernos nacionales en busca de
financiamiento.
En 1913 vino a la provincia el ministro
de Obras Públicas de la Nación, Car-
los Meyer Pellegrini, para inaugurar la
reconstrucción del dique Nivelador. Ló-
gicamente, las autoridades de la
época aprovecharon la oportunidad
para reiterar el pechazo. Y el ministro
lanzó una frase que ofendió mucho a
los sanjuaninos:
—Ponerle adoquines a
estas calles es como calzar
a paisanos con zapatos de
charol.
Tanta fue la ofensa que el
ministro tuvo que aclarar
que no había querido decir
“paisano” sino “criollo” y
agregó demagógicamente
una frase para “el paisa-
naje”.
—Dejen las calles así, para
que se rompan los autos de
los ricos.
Con lo que no quedó bien ni
con unos ni con los otros.
“Para que sufran los ricos”
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