Viernes 1 de febrero de 2018
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ORIS Y MOYA, PRESOS EN EL PENAL, ENCONTRARON NUEVAS PAREJAS
Él cumple 17 años de condena
por dejar hemipléjica a la hija de
su anterior pareja. Podría recibir
otra dura condena por abuso.
Ella cumple una condena de 15
años de prisión por haber asesi-
nado a su ex pareja. Ahora,
cada uno con nuevo amor,
apostó al matrimonio.
Amor en la cárcel:
Jugando con fuego
días, murió. Fruto de la relación con Tur-
cumán, Moya dio a luz a una bebé, que
actualmente tiene 1 año y vive en el
Penal.
El caso generó gran conmoción porque
Turcumán pasó varios días agonizando
por la herida en el corazón que había su-
frido. En el juicio, Moya relató al tribunal
cómo fueron los hechos: “creí que lo
había lastimado en el hombro. Agarré el
cuchillo que estaba en una mesa para de-
fenderme. Venía a pegarme. Me había
agarrado de los pelos y empujado hacia
un portón antes de entrar a la casa”, se-
ñaló. Además, dijo que Alfredo era muy
celoso y tenían recurrentes y violentas pe-
leas.
Claudia Moya asesinó de un puntazo en el corazón a su
marido, Alfredo Turcumán. Estaba embarazada y tuvo una
bebè que tiene un año y vive en la càrcel con ella.
Pedro Oris está condenado por las graves lesiones que le
inflingió a Camila Brusotti, hija de su pareja cuando ocurrió
el hecho. Afrontará otro juicio por el abuso de la pequeña.
—¿Qué piensa la persona que
acepta casarse con un condenado
como Pedro Oris o Claudia Moya?
—Son casos diferentes. Oris se casa
con una persona en libertad. Hay quie-
nes tienen una inclinación a vincularse
con presos. Se define como encriptofi-
lia, es la atracción que poseen deter-
minados sujetos para relacionarse con
personas que están privadas de liber-
tad, sobre todo homicidas o violentos.
En San Juan no es común.
—Ambos están condenados, son
extremadamente violentos y Oris
será juzgado por abuso, ¿cuál es el
futuro de esas relaciones?
—En quien busca vincularse con estos
sujetos encuadrados dentro de violen-
cia máxima, hay dos cosas que jue-
gan: la fantasía que pueden cambiarlo
y la de protegerlo y ayudarlo. En el
caso de Moya, deben haber comen-
zado a visitarse dentro de la cárcel,
— ¿Sus parejas actuales buscan
estos perfiles violentos?
—Hay un proceso de enamoramiento
y resulta complejo comprender cómo
sucede o comprender las cabezas de
estas personas. Se contienen entre
ellos. Esa soledad interna que pueden
sentir, hace que lleguen a tener una
relación y puede haber un grado de
enamoramiento. Además, se cuentan
las historias, no se esconden. El caso
más claro es el de Anahí Galarza, que
mantiene una relación con un interno
que recuperó la libertad
—¿Permitir que formen pareja
acaso no se torna peligroso?
— Lo que sí se tiene en claro es que
en el caso de Oris, aunque sepa la
verdad de su condena y de otra posi-
ble condena, esta mujer tiene la fanta-
sía de cambiarlo y lograr un mejor
estado de vida. Cuando son internos a
veces por mal contención, interviene la
pasión, no entra la razón. El enamora-
miento está dentro de las pasiones, es
poco lo que se puede razonar.
S
i a la sucesión de bodas que se
están realizando en el Penal de
Chimbas hubiera que definirla con
una frase, sería: “El amor es ciego”. El
matrimonio por civil es un derecho que
tiene cualquier individuo, a pesar de que
esté privado de libertad y en la cárcel, el
trámite está a cargo de trabajadores so-
ciales.
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La decisión de
Pedro Oris, primero, y de
Claudia Moya, después
, de casarse
mientras cumplen duras condenas por el
grado de violencia ejercido contra una
menor –Oris- y contra su pareja –Moya-,
no deja de asombrar.
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¿Cambiaron en estos años de encierro o
actúan así por la tremenda soledad que
sufren? ¿Qué pasa por sus cabezas?
Estas preguntas asoman cuando se re-
cuerdan las terribles historias de violen-
cia y sangre que los tuvieron como
protagonistas.
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Pedro Oris conoció a Adela, familiar de
un interno al que iba a visitar. Empezaron
a verse y decidieron casarse, incluso Oris
hasta estaría dispuesto a tratarse psicoló-
gicamente para poder ser padre.
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Claudia Moya, condenada por matar de
un puntazo a su pareja, también vive mo-
mentos similares, excepto que su futuro
esposo es un interno del Penal de ape-
llido Ramírez.
Pedro Oris
Fue condenado en el 2014 a 9 años de
prisión por lesiones graves en perjuicio
de su hijastra. La querella apeló y un tri-
bunal superior entendió que fue homicidio
en grado de tentativa y le subió la pena a
17 años de prisión. Paralelamente se
abrió otra causa penal por abuso en per-
juicio de la misma víctima, juicio que está
esperando ahora.
Oris, junto a su expareja Alejandra Ríos,
fueron encontrados culpables de haber
dejado hemipléjica a la hija de ella, Ca-
mila, después de una tremenda golpiza
que la tuvo al borde de la muerte y cuya
salvación se le atribuye como milagro al
Cura Brochero.
Claudia Moya
En el 2018 fue condenada a 15 años de
prisión por el homicidio de su marido, Al-
fredo Turcumán. Moya está en prisión ya
que el 13 de junio del año 2017 apuñaló a
Turcumán, quien luego de agonizar 9
ALEJANDRO REINOSO
PSICÓLOGO
“Hay gente que
tiene fantasías
con ser pareja
de un preso”