la_cena_de_los_jueves2 - page 224

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JONES
“¿Cómo puede pretender gobernar
San Juan un asesino?”,
preguntaban los
opositores.
“Cantoni, el defensor de las liberta-
des de San Juan”,
sostenían los bloquis-
tas.
”El instigador de un crímen atroz no
puede llegar a la gobernación”,
argu-
mentaban los conservadores.
”Cantoni es el padre de los pobres y
un martir de la democracia”,
retrucaban
los cantonistas.
La gente quería votar. Y fue común escu-
char a gente humilde que decía:
—Yo voto por los presos políticos para
que se los ponga en libertad.
Y la frase encerraba toda una definición.
Votar por Cantoni era votar
contra la poli-
cía
que en más de una oportunidad los
había puesto presos con razón o sin ella,
como por causas graves o pequeñas.
La propaganda de los conservadores en
vez de perjudicar al bloquismo lo hacía
más grande ante los humildes..
L
os industriales, comerciantes y los
radicales jonistas proclamaron su
apoyo a los conservadores. Los
primeros dieron su respaldo moral, electo-
ral y, también, pecunario para financiar la
campaña.
Estos llevaban como candidato a Duilio
Graffigna, uno de los más grandes bode-
gueros de la provincia, a la vez, que un
antiguo y activo militante del partido.
El populismo
y la economía
real en sus
expresiones
más puras
L
a rama de los ex nacionalistas
sin animarse a rechazar de plano
el nombre de Federico, ya que
era el alma del partido, opinaban que no
era conveniente pues, como estaba en la
cárcel, iba a exagerar más los ánimos de
los opositores. Era mejor elegir a
Marcial
V. Quiroga,
porque sería potable para
todos. Ese día no se pusieron de acuerdo
y resolvieron nombrar una comisión
compuesta por Estrella, Albarracín, César
Baigorrí, Eduardo Tascheret, Aldo
Cantoni, Luis Richard y Francisco
Rufrano para que estudiara los nombres
que formarían la fórmula.
Los convencionales se reunieron nueva-
mente el 26 de diciembre y proclamaron
a Federico Cantoni-Juan Estrella y a los
candidatos a legisladores provinciales.
El mito sobre Cantoni ya se había arrai-
gado en el alma del pueblo. Pero no en la
“gente bien” a quienes la candidatura
cayó como una bomba.
L
os opositores objetaron la candi-
datura de Cantoni. El Juez
Federal Sohar Ruiz consideró
que estaba inhabilitado para ser elegido
gobernador:
“por cuanto no es elector
en ejemplo, según resulta de las pro-
pias constancias del padrón cívico elec-
toral”.
Efectivamente Cantoni no estaba
inscripto.
La intervención permitió que Cantoni
fuera el candidato.
Sólo quedaba una vía para evitar que lle-
gara al gobierno: desacreditarlo.
Y el argumento más sólido era su partici-
pación en los hechos de La Rinconada.
Las campañas electorales
Manuel Carlés
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