Libro Historia Completo - page 88

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Desobediencia
En 1819 San Martín ultimaba en
Chile los preparativos para partir
a Perú. El gobierno de las Pro-
vincias Unidas ordenó que vol-
viera con sus fuerzas y
aplastara las montoneras del re-
gionalismo de Santa Fe y Entre
Ríos.
San Martín y sus jefes
decidieron no cumplir la
orden. Se negaron a mez-
clarse en luchas internas y re-
solvieron resguardar el
ejército para Perú.
La desobediencia fue juzgada
en Buenos Aires como una trai-
ción. Los unitarios, vencidos por
el federalismo, no le perdonaron
que les negara sus tropas.
De todos modos, San Martín or-
denó volver a Cuyo a algunos
batallones, como el 1 de Caza-
dores que se sublevó en
San
Juan
al mando de Mariano de
Mendizábal, que derrocó al go-
bernador de la Roza.
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Liberación de Perú
El 20 de agosto de 1820 San Martín partió del puerto chileno de Valparaíso con
el Ejército Libertador del Perú, con 4000 hombres. Con tropas insuficientes, evitó
el choque directo con los realistas y desplegó tácticas de desgaste.
El 10 de julio de 1821, tras varios combates, entró en Lima y ocupó la ciudad.
Después de confirmar que la población estaba de acuerdo,
el 28 de julio pro-
clamó la Independencia del Perú.
Lo eligieron "Protector de la Libertad".
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Ideas claras
Las decisiones de San Martín siempre
estuvieron guiadas por claros ideales.
Jamás usó de la fuerza armada para
adueñarse del poder y siempre respetó
la soberanía de las naciones que liberó.
Nunca puso sus armas al servicio de lu-
chas internas, entre compatriotas.
Al despedirse del pueblo peruano ex-
presó: “La presencia de un militar afortu-
nado, por más desprendimiento que
tenga, es temible a los Estados que de
nuevo se constituyen”.
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Con Bolívar
en Guayaquil
San Martín sabía que a pesar de
haber declarado la independen-
cia, los realistas eran todavía po-
derosos en Perú y no podría
vencerlos sólo con su ejército. En-
tonces, se entrevistó, el 26 de
julio de 1822, en Guayaquil, con
Simón Bolivar.
No se conoce lo que se dijeron,
pero sí los resultados: Bolívar
aseguró su ayuda, pero no en
cooperación con San Martín, a
pesar de que el general argentino
ofreció ponerse bajo sus órdenes.
Sin revelar el secreto de la entre-
vista, San Martín renunció a todos
sus cargos y regresó a Argentina.
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Perseguido en su patria
A su regreso de Lima, San Martín quiso viajar inmediatamente desde
Mendoza a Buenos Aires para ver a su mujer enferma. No pudo ha-
cerlo; le avisaron que una partida armada enviada desde Buenos
Aires lo apresaría en el camino.
Además de acusarlo por no haber intervenido con el Ejército de Los
Andes en la lucha entre unitarios y federales, se decía que San Mar-
tín volvía para apoderarse del gobierno mediante un golpe militar,
como otros generales sudamericanos.
Mientras permaneció en Mendoza fue vigilado, le interceptaban la co-
rrespondencia e introdujeron espías hasta en su propia servidumbre.
A fines de 1823 finalmente pudo viajar a Buenos Aires. Allí ya había
muerto su esposa, a quien no veía hacía cuatro años.
San Martín
en Perú
frente a la
multitud
reunida en
la Plaza de
Armas de
Lima (óleo
de Juan
Lepiani, en
el Museo
Nacional
de Arqueo-
logía, An-
tropología
e Historia
del Perú).
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