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Viernes 8 de diciembre de 2017
COLUMNISTAS
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@JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
Los pioNeros
NacimieNto, apogeo y decadeNcia
de graNdes bodegas saNjUaNiNas
H
ubo un tiempo en el que la vi-
tivinicultura sanjuanina tuvo
un gran protagonismo nacio-
nal. Podríamos decir sin temor a equi-
vocarnos que la vida provinciana
giraba en torno a la uva y el vino.
Centenares de bodegas de distinta
magnitud transformaron el desierto en
un inmenso oasis que producía exce-
lentes uvas que luego de transforma-
ban en vinos que consumía el país.
Para que eso ocurriera se dieron algu-
nos factores concurrentes:
1-
La llegada del ferrocarril en
1885 que acercó nuestros produc-
tos a los grandes centros de consumo.
2-
La gran inmigración de esos
años que trajo a la Argentina, ade-
más de una admirable cultura del tra-
bajo, la presencia de artesanos y
especialistas imprescindibles para una
incipiente era industrial.
3-
La aparición de auténticos pio-
neros que desafiando todas las di-
ficultades hicieron empresas que
trascendieron el ámbito provincial
En esta nota nos ocuparemos de
cinco de esos empresarios –fueron
muchísimos más- por ser emblemáti-
cos de una época y por compartir un
origen humilde.
Sirva esta nota como homenaje a
esos pioneros y a los centenares de
pioneros que transformaron nuestro
paisaje y la vida de los sanjuaninos.
s s
s
E
l matrimonio Polenta, com-
puesto por Angelo Antonio
Polenta y Palma Carola Spin-
santi se embarcó desde Italia hacia
la Argentina en octubre de 1902. An-
gelo Antonio había nacido en Came-
rano, el 24 de julio de 1874. El 24 de
enero de 1901 se había casado con
Palma Carola, nacida en Ancona en
1881, en la parroquia Santa María
della Grazia.
El muchacho conocía bien las ta-
reas agrícolas. El matrimonio se de-
dicó a trabajos de labranza en el
campo, pero la situación no era la
más floreciente y decidieron partir
con Quinto, su primer hijo, hacia la
Argentina con la intención de “fare
l’America”.
Los Polenta llegaron a Buenos Aires
y pasaron allí 2 días, hospedándose
en el Hotel de los Inmigrantes. Hicie-
ron el viaje en compañía de los Cos-
talero, amigos marchigianos, y
después de la corta estada en la Ca-
pital, partieron hacia Mendoza
donde los esperaban otros amigos,
los Furiassi, quienes los habían en-
tusiasmado para marchar hacia el
Oeste. Sólo con llegar al país, su
nombre había cambiado: Polenta se
había transformado en Pulenta.
En un primer momento se asentaron
en Mendoza, donde nacieron otros
hijos: María, Darío, Augusto, Casimira
y Rosa. Los Pulenta trabajaron como
contratistas y después de un tiempo
pusieron un almacén de ramos gene-
rales.
Pero el verdadero crecimiento se hizo
esperar hasta el traslado a San Juan.
En marzo de 1912, Angelo Antonio
viajó en tren con su familia, contra-
tado por La Germania, empresa de
Germán Wiedenburg, para instalarse
en San Isidro, Angaco Sur, actual de-
partamento de San Martín. La zona
era desértica y tenían como labor me-
jorar esos terrenos.
Angelo Antonio trabajó arduamente
en La Germania y, en mayo de 1914,
compró las primeras tierras propias.
En San Juan nacieron Adelina, An-
gela, Antonio y Alfredo. Los Pulenta
levantaron su casa y una pequeña bo-
dega en el terreno adquirido, inaugu-
rando su camino en la vitivinicultura.
Se iniciaba una empresa familiar que
ya no dejaría de crecer.
La sociedad familiar se convierte en
sociedad anónima en 1941 con la
denominación Pulenta Hermanos;
luego pasa a llamarse Peñaflor So-
ciedad Anónima, en los 60, incorpo-
rándose luego Bodegas Trapiche al
grupo que, para fines de los 90 se
convertiría en uno de los grupos em-
presariales más importantes del
país.
Aquella bodega fundada por Angelo
Pulenta en San Juan en 1914 desde
2010 es propiedad de la familia Bem-
berg, los ex dueños de la cervecería
Quilmes, quienes poseen entre otras
las bodegas Trapiche, Las Moras,
Suter y Santa Ana y exporta sus pro-
ductos a más de 80 países.
Pero la sangre de los Pulenta aun
sigue viva en San Juan a través de
dos hijos de don Augusto... Aida Pu-
lenta con sus hijos es propietaria de
Bodegas Bórbore y Mario Pulenta es
propietario de la bodega Augusto Pu-
lenta.
LOS PULENTA
Una humilde familia que construyó
un verdadero emporio vitivinícola
En 1966 ya había fallecido Darío. Los otros ocho hermanos apare-
cen en la foto: Quinto: María, Augusto, Casimira, Rosa, Adelina, An-
gela, Antonio y Alfredo. (Fuente: Álbum “Nuestra familia”)
En esta foto apa-
recen Quinto, la
“Nona” María
Magdalena Filo-
mena Giaccaglia,
Darío, Palma
(Palmina) Carola
Spinsanti con su
hijo Augusto en
brazos, Angelo
Antonio Pulenta y
María.
(Fuentes:
Álbum “Nuestra
familia”)
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