El Nuevo Diario - page 5

Viernes 8 de diciembre de 2017
Por
Juan Carlos
Bataller
5
LOS GRAFFIGNA
Una familia que fue innovadora
e incursionó en otros rubros
Esta foto realizada por Colecchia, famoso fotógrafo de la época, aparece la fami-
lia Graffigna Del Bono en la primera década del siglo XX. Posan: Santiago Graf-
figna, su esposa Catalina Del Bono y los hijos: Luis, María Luisa, Angelina, Juan
(agregado en la foto por el maestro Colecchia), Anita, Catalina, Benedicto, Hugo,
Hilda, Alberto, Alfredo y Haydée. (Foto proporcionada por Belecha Barassi)
Don San-
tiago Graf-
figna, de
traje, en la
sección To-
nelería de
la bodega
C
orría 1862 cuando llegó a San
Juan el inmigrante italiano José
Graffigna, un aventurero que
luego de mucho recorrer, encontró aquí
una tierra con las características ideales
para el cultivo de la vid. Así fue que
compró una propiedad con viña en
Concepción.
Pocos años después, en 1865 arribó a
estas tierras su hermano, don Juan
Graffigna, quien se enamoró inmediata-
mente del lugar y comenzó a trabajar
en sociedad con él por un breve pe-
ríodo. Fueron estos pioneros inmigran-
tes italianos los que trajeron consigo
excelentes variedades de uvas euro-
peas, las cuales incorporaron a nuestro
suelo y, por supuesto, la gran experien-
cia vitivinícola italiana.
En 1869, don Juan Graffigna, conti-
nuando la tradición familiar, comenzó
modestamente las actividades de la bo-
dega con la compra de una propiedad
en Desamparados.
Años más tarde, ante las excelentes
posibilidades que ya demostraba el ne-
gocio, Santiago Graffigna, que se en-
contraba en Italia, fue solicitado por su
LOS DEL BONO
La fuerza transformadora
de don Bartolomé
tío para que lo viniera a ayudar. Es
así como don Santiago, seducido por
la descripción de estas tierras, deci-
dió embarcarse para América en
Oriundo de un pequeño pueblo llamado
Zolezzi, perteneciente a la comuna de
Borzonasca, en Italia, luego de un largo
viaje a bordo del “Cristóbal Colón”,
arribó al país en 1876 y, siendo muy
joven, comenzó a trabajar con su tío.
Fue precisamente el barco que lo trajo a
América, el que dio el nombre a la pri-
mera marca de su futura bodega: Colón
Hijo de Luis Graffigna Cánepa y Luisa
Longuinotti, don Santiago se casó en
1888 con Catalina Del Bono, hija de
Juan Bautista Del Bono y María Briano.
Al joven Santiago no le faltó fuerza. Pio-
nero y emprendedor apasionado, marcó
hitos en la historia de la vinicultura ar-
gentina. En los primeros tiempos trabajó
para su tío y cuando consiguió ahorrar
algún dinero lo invirtió en una parcela
de tierra que comenzó a producir. Creó
la primera bodega de San Juan en
1880, cuando tenía 20 años.
Desde sus comienzos, la primera bo-
dega de San Juan se caracterizó por
ser innovadora y pionera. Don Santiago
fue responsable del lanzamiento de la
primera marca de vinos de la Argentina,
la extensión del ferrocarril hasta la pro-
vincia de San Juan, el sistema de ela-
boración por gravedad, la venta del
primer vino embotellado, y hasta la pri-
mera transmisión de radio fuera de
Buenos Aires, a través de “la brocasting
del Vino”. Todos hitos que muestran el
espíritu emprendedor del fundador de la
bodega. Una anécdota lo muestra tal
como era. El día que se casó con Doña
Catalina, le tocaba el turno del agua
para regar la finca. Abandonó la fiesta y
fue a chequear que todo estaba bien...
Hoy la bodega ya no es manejada por
la familia Graffigna. Fue vendida pri-
mero a un grupo español y actualmente
se ha transformado en una bodega con
proyección internacional, al ser nom-
brada por el grupo francés Pernod Ri-
card -del cual es parte- como la cuarta
marca global.
busca de su porvenir.
Santiago Graffigna fue quien, verda-
deramente, dio comienzo a la gran
empresa.
s
Pasa a página siguiente
E
l primero que llegó con su
familia fue don Juan. Había
nacido en Italia y un día se
vinieron para la Argentina, radi-
cándose en La Boca.
Pasó el tiempo y aquel inmigrante
se encontró con otro que dio la
casualidad era del mismo pueblo
de origen. Era el ingeniero Cere-
seto, por muchos considerado el
padre de la moderna vitivinicul-
tura sanjuanina.
Tanto le habló Cereseto de San
Juan, donde ya estaba radicado, que
Del Bono se entusiasmó y se vino en
1870 para ver si realmente existían
aquellas
“tierras prometidas”.
En aquella época se hacía el viaje
en un vaporcito hasta Rosario. Y
desde allí se seguía en tren hasta
Córdoba y luego, en carreta, hasta
nuestra provincia.
Del Bono estuvo algunos días en
San Juan y regresó a buscar a su
familia.
“He encontrado el pa-
raíso”
, les dijo. Inmediatamente se
1,2,3,4 6,7,8,9,10,11,12-13,14,15,16,...24
Powered by FlippingBook