Viernes 4 de marzo de 2016
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S
egún pasan los años se ad-
vierte lo acertado de variar
anualmente el tema del acto
central de la Fiesta del Sol. Evita la
repetición – que convierte al evento
en una variación de efectos – y hace
dialogar a la Fiesta con la variable
actualidad. Por supuesto que tiene
sus riesgos y desafíos, el público no
sabe qué va a ocurrir y una temática
inadecuada (o su despliegue) vuelve
insustancial todo el espectáculo.
El presente año se había elegido el
Bicentenario de la “Declaración de la
independencia argentina” y se es-
tructuró – sorpresivamente – como
una ópera rock nacional apoyada
sobre la música de Charly García.
Las indiscutibles versiones de “Chipi-
Chipi”, “Viernes 3 am”, “Desarma y
sangra” y el deslumbrante cuadro co-
reográfico-musical del Himno Nacio-
nal Argentino habilitan el paso directo
al guión temático. Charly García no
sólo es una obra de culto para quie-
nes han ejercido el poder, sino que
todavía es escuchado por quienes
ingresan recientemente en la arena
de la responsabilidad político-econó-
mica-cultural.
El motivo central del mismo está
constituido por la búsqueda de imá-
genes capaces de representar la In-
dependencia en la Argentina del
2016. La referencia al precedente
más conocido - Antonio González Mo-
reno (prácticamente el creador de todas
las láminas alusivas al 9 de julio, des-
pués de su consagración en 1940) -
rompe con la adecuación entre ilustra-
ción escolar e imagen adecuada. La in-
clusión de Dalí, Picasso y Rivera resulta
menos acertada porque ya son clásicos
– tal vez se habría podido incluir al graf-
fitero Jean Basquiat y el instalacionista
Joseph Beuys como signos de la de-
pendencia cultural de muchos artistas
plásticos de hoy -. Sin embargo, es un
detalle menor, dado que este punto
ofreció dificultades para la comprensión
del gran público.
Relevante es la elusión de la fachada
de la Casa de Tucumán – réplica de
Mario J. Buschiazzo muy cuestionable
en cuanto a su valor simbólico -. Por-
que claro, eso habría sido una solución
fácil, acorde con el sentido común,
pero vacío de mensaje actual.
Contundente es la elección del relato
desde Charly García – nacido en 1951
– cómo síntesis de uno de los caminos
elegidos por las generaciones en juego
dentro de la actualidad. Se trata de la
reescritura de la celebración del ses-
quicentenario – cuando el artista tenía
quince años -, sobre el que conviene
recordar algunos aspectos.
El 9 de julio de 1966 contó con la pre-
sencia de un presidente de facto
(asumió el 28 de junio), en el marco
de un proyecto que preveía el neo- li-
beralismo como sistema de larga du-
ración (la Revolución Argentina),
apoyado en una comprensión ultra-
conservadora de la Independencia y
poco antes de la anunciación de la li-
beración cambiaria (que por supuesto
ponía en juego la independencia real
del país). Veinte días después, se
produjo la Noche de los Bastones
Largos, que pretendió censurar la
vida intelectual y cultural nacional.
Todo ello está muy bien alegorizado
en el guión.
La idea de celebrar el Bicentenario
retomando la noción de soberanía tal
vez sea el legado más importante de
esta Fiesta y un mensaje que no
debe ser desoído por el sistema edu-
cativo y cultural de la provincia. El lí-
rico anarquismo de Charly le otorga
nuevos significados a la idea de revo-
lución pero no es una solución – de
allí el acierto de la elección de su
obra – sino una incitación para pen-
sar la distinción entre libertad e inde-
pendencia, declamación y
compromiso.
Ideas adecuadas para celebrar el Bicentenario
de la “Declaración de la independencia argentina”
Eduardo Peñafort
*
Escribe
*Filósofo, Crítico de Arte
.