El Nuevo Diario - page 13

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Viernes 9 de febrero de 2018
El 28 de diciembre de 2017 se dio a conocer la noticia. De izquierda a derecha, Adriana Moyano; Estela de Carlotto y Elsa Poblete con la foto
de su hermano y de su cuñada en alto, como diciendo “la encontramos”. Atrás y a la derecha, Antonio De Tomasso, marido de Elsa.
sario. En los primeros días de octubre va el
equipo de ADN, del banco genético, con
dos de los psicólogos que tienen las abue-
las para acompañar.
—¿Cómo se entera tu sobrina que
puede ser hija de desaparecidos?
— Por una denuncia de la agrupación Hijos
en Mendoza. Ella defendía a sus apropia-
dores, conoció la historia en el juicio contra
su padre y entonces el juez dispuso que se
le haga el ADN de manera compulsiva. Los
psicólogos de Abuelas y el fiscal de Buenos
Aires de esas causas cuentan que ella con-
curre con un abogado y toma la decisión de
sacarse sangre. Para mí es un orgullo, en
el inconsciente digo “es bueno saber”, pero
quizás ella pensó “voy a demostrar que soy
hija de Fernández, no de Poblete”.
—¿Qué los mantuvo en esta búsqueda a
través de estos 40 años?
—El cariño y el amor de alguien idealizado,
que es ella. Saber que está y que cumpli-
mos el desafío de decirle a nuestro her-
mano y a nuestra cuñada: “Estamos acá,
en esta vida, para encontrarla”; y la encon-
tramos. Ahora depende de ella. Hay senti-
mientos encontrados porque reflexionamos
que tiene 40 años y hay que seguir espe-
rando. Cuarenta años es un tiempo muy
fuerte para alguien que hasta tiene un niño,
según nos han comentado los fiscales, de
13 años, para enterarse que fue apropiada.
Hay una causa judicial por parte de la
madre apropiadora, pero no está presa.
—¿Cómo te la imaginás?
—A uno de mis yernos, le dije: si algún día
ves a una mujer con un lunar en forma de
papa, oscuro, es mi sobrina. Ese lunar lo
tenía mi mamá, lo tengo yo y una de mis
hijas en la pierna y lo tenía mi hermano en
el brazo donde se ponía el reloj. Toda mi fa-
milia tiene esa marca. Yo le preguntaría a
ella si tiene el lunar como su papá. Quisiera
que tuviera la sonrisa —carcajada de mi cu-
ñada, quien sólo estuvo un mes viviendo
con nosotros. Tenía una alegría que le aflo-
raba, en cambio mi hermano era más serio
pero con sonrisa picaresca. Me han dicho
que es morocha, es muy delgada. Seguro
que ella se ha dado cuenta, pero también
debe tener una situación de negación, por
eso me quedo conforme por un tiempo.
—Cuesta hacer el duelo sin ver un
cuerpo, ¿ustedes pensaban que podrían
encontrarlos con vida?
—Siempre creímos, tuvimos la ilusión, que
estaban vivos, sobre todo porque el go-
bierno militar decía que se habían fugado al
extranjero. Llegó el año 83 con Alfonsín y
estábamos muy contentos. Pensábamos
que ya iban a regresar y no regresaron. Al-
fonsín hizo lo más importante: la recopila-
ción de las denuncias que se iban
presentando y lo conformaron en un libro,
el Nunca Más. Cuando lo leímos, encontra-
mos la historia de mi cuñada y ahí empezó
nuestra lucha. No obstante, había Habeas
corpus, muchas denuncias del padre de
María del Carmen, porque nosotros tenía-
mos mucho miedo. Nuestra casa fue varias
veces allanada; éramos muchas mujeres.
Esos delirios de persecución te quedan en
el inconsciente.
—¿Cómo se enteraron de todo lo que
había pasado?
—A través de los juicios. A mediados del
año 2008—2009 confirmamos que era un
plan sistemático de apropiación de bebés.
Estaba pactado por el gobierno militar, la
sociedad civil y la Iglesia. Nos favoreció
mucho la creación del banco genético. El
abuelo materno de nuestra sobrina murió
a los 90 años, esperando esta noticia. El
tiempo va un poquito en contra de nues-
tras esperanzas porque tiene tías de 80.
Existe ansiedad de verla, de mirarla, de
que se dé a conocer, pero no somos quie-
nes para apurarla.
—¿Hasta los juicios desconocían cómo
estaban Carlos y María del Carmen?
— Sólo nos había llegado la noticia de que
Pichona estaba embarazada y que esta-
ban bien. Indirectamente les mandábamos
mensajes de que se cuidaran y no se
acercaran a nosotros. La primera semana
de enero del 77, se van de Mendoza a
Córdoba y según dice la historia para irse
fuera del país. Ahí los toman presos y
hasta abril están en La Perla los dos. Hay
una historia muy bonita que cuenta que
dormían abrazados en un colchón de paja.
Luego hay dos versiones: una, que los se-
paran y a ella la llevan a la ESMA para
tener a mi sobrina; y otra, que estaban los
dos en La Perla y que de ahí van a los
vuelos de la muerte.
—¿En estos 40 años, esos padres lo-
graron superar el dolor?
— Es un tema muy especial. Son dos fa-
milias con padre viudo. Pichona tenía dos
hermanas más que crió su papá. En mi
caso, somos 11 hermanos y mi mamá
murió cuando yo tenía 3 años. Nos criaron
nuestras hermanas mayores, siempre pen-
sando en su hermano. Mi hermano mayor,
quien fue la figura paterna, murió justo
cuando desapareció Carlos, que me lle-
vaba 10 años. Era la regalona y ahora
tengo que ser la más fuerte. Mis hermanas
viven en la misma casa donde vivió el úl-
timo día mi hermano, mantienen la cama,
mantienen el colchón, todo quietito. Creo
que cada uno ha vivido lo que ha podido
reconstruir, no ha sido fácil.
Cuarenta años es un
tiempo muy fuerte para
alguien que hasta tiene
un niño, según nos han
comentado los fiscales,
de 13 años, para
enterarse que fue
apropiada
E
n julio de 2017, y por primera
vez Argentina, fueron conde-
nados integrantes de la pata
civil que contribuyó en los crímenes
de lesa humanidad y Mendoza fue el
escenario del megajuicio. Los jueces
Otilio Romano, Luis Miret, Rolando
Carrizo y Guillermo Petra no fueron
los únicos que se sentaron en el ban-
quillo de acusados.
También se leyó el veredicto contra
24 personas que ejercieron funciones
en el ámbito policial, militar y peniten-
ciario. Entre ellas estaba el comisario
Armando Fernández, quien hoy se
sabe es el apropiador de la hija de
María del Carmen Moyano y Carlos
Poblete y quien fue condenado a pri-
sión perpetua. Fernández trabajaba
en el centro clandestino de detención
D2.
En 2012, la Comisión Hermanos de la
Agrupación H.I.J.O.S Mendoza radicó
una denuncia ante la Oficina Fiscal de
Asistencia en causas por violaciones
a los derechos humanos cometidas
durante el terrorismo de Estado sobre
posibles casos de personas que po-
drían ser hijas de desaparecidos.
La Unidad de Derechos Humanos de
Mendoza, en permanente interacción
con la Unidad Especializada para
casos de Apropiación de niños du-
rante el Terrorismo de Estado de la
Procuración General de la Nación,
llevó a cabo diferentes medidas de
instrucción con el objetivo de determi-
nar si la mujer anotada como hija pro-
pia de Fernández, era hija de
desaparecidos.
La investigación concluyó con el re-
querimiento al Juzgado Federal N° 1
de Mendoza de la prueba genética a
la víctima, con la que finamente se
corroboró que se trata de la hija del
matrimonio Moyano—Poblete.
En el marco de una causa judicial, en
octubre de 2017, esta mujer fue ci-
tada por el Juzgado Federal Número
3 de Mendoza para realizarse el análi-
sis inmunogenético. En realidad, ella
aceptó hacerse la prueba de ADN
cuando escuchó la sentencia de su
apropiador, ya que el magistrado le
sugirió que lo hiciera. Fue acompa-
ñada de su abogado y de los psicólo-
gos de Abuelas.
En los últimos días de 2017, a partir
del estudio en el Banco Nacional de
Datos Genéticos, se pudo determinar
que se trata, efectivamente, de la hija
de Carlos y María del Carmen.
El megajuicio en Mendoza
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