la_cena_de_los_jueves2 - page 15

U
no de los puntos de reunión de los hombres
en San Juan eran las peluquerías. Eran
muchos los que concurrían diariamente para
hacerse afeitar y varios los peluqueros que atendían
en un mismo local por lo que no faltaban los temas de
conversación.
Quise vivir la experiencia y me encontré charlando
con Sergio Bates, director de Debates, un periódico
que se definía como independiente.
Había leído muchos ejemplares de Debates y si bien
intentaba ser un diario equilibado, liberal, progresista
en el tratamiento de muchos temas, no dejaba de
expresar sus odios y amores.
—¿Qué le parece el nuevo gobernador?—,
me dijo
como quien hace una mención del clima para iniciar
una charla con alguien que no conoce.
—He notado que hay muchos radicales disconfor-
mes...—,
contesté dandole pie para que la charla
siguiera...
—Ay, los radicales... El pueblo es curioso como un
niño....
—¿Por qué lo dice?
—¿Sabe? El radicalismo no existía entre nosotros
sino como algo simbólico; como una idea opositora y
revolucionaria, contraria a todos los gobiernos; como
el nombre de un partido principista de amplísimo pro-
grama regenerador. No había más que una docena de
hombres en constante abstención, que eran radicales
justamente para no ser nada..
—¿Y qué eran, en definitiva?
—Los “matuchos”, como les decimos nosotros, eran
los viejos radicales de Alem que se llamaban a sí mis-
mos “principistas”. No tenían vocación de poder...
—¿Entonces?
—Y bueno... esto fue lo que le permitió a la oligar-
quía conservadora mantenerse sin esfuerzo en el
poder, con las mismas prácticas y con idénticas cos-
tumbres.
—En San Juan no se advertía lo que estaba pasan-
do en el país...
—Ese fue el problema. Porque un día el partido radi-
cal triunfó en el país y la victoria hizo adeptos en San
Juan. Entonces, aquellos hombres que se hacían radi-
cales para que nadie los molestara, se encontraron con
un partido al que se incorporaba gente de distintos
orígenes...
—¿De qué año está hablando?
—Mire, si quiere tomarlo como referencia, digamos
que en octubre, si mal no recuerdo, de 1915 vinieron
a San Juan tres dirigentes nacionales, Horacio
Oyhanarte, Atilio Larco y Raúl Villanueva y comen-
zaron a hablar con gente con el fin de incorporarla al
partido.
—¿Con quiénes hablaron?
—Las reuniones se hicieron en la casa de Aquiles
Castro y pronto se incorporaron personas de prestigio
que habían estado en el Partido Popular del coronel
Sarmiento, como Ventura Lloveras, el doctor Vita,
Nilamón Balaguer, Aristóbulo Murúa, Indalecio
Cortínez, Arturo Basualdo, Enrique Shades, Miguel
Blanco, el capitán Claudio Rojo y otros...
—¿Qué ideología tenía el Partido Popular?
—Mire, de ellos se decía que eran “conservadores no
renovados” pero todo el mundo los conocía como
“los orejudos”
—Usted me contaba que vino una delegación
nacional. ¿Cómo les fue ante el panorama que me
describe?
—Quiero contarle algo porque yo fui testigo y a
veces la historia no refleja bién estas cosas. En una
de las reuniones que se hicieron, Oyhanarte dijo:
“la
ley nacional de Saenz Peña (voto secreto y obligato-
rio), ha sido burlada por el Régimen en todas las
provincias, con excepción de Buenos Aires y Santa
Fe y no podemos seguir tolerando por más tiempo
estos abusos”
—¿Qué quedaba por hacer?
—Una revolución. Lo dijo clarito:
“en la última con-
vención del partido hemos resuelto producir un movi-
miento revolucionario pero previamente vamos a pre-
sentarnos en los comicios presidenciales en abril del
año próximo. Sabemos que tenemos un partido fuerte
y podemos triunfar. Pero si una vez más es burlada la
opinión del pueblo, van a intervenir fuerzas militares
afines y nuestros hombres van a asumir la responsa-
bilidad civil ante el país y ante la historia”.
—No fue necesario...
—Así es. El radicalismo logró reunir151 electores y
consagró a Irigoyen presidente de la Nación...
—¿Cómo les fue en San Juan?
—Usted sabe... no les fue tal mal como
esperaban...Instalaron comités, hicieron una intensa
campaña y aunque los candidatos, los doctores
Marcial Quiroga y De la Rosa Ponte fueron derrota-
dos, quedó el germen de un partido grande.
—¿Y...?
—Se imagina que con un radicalismo ya gobierno en
la Nación, era una avalancha la cantidad de sanjuani-
nos que se acercaron al partido. Prácticamente todos
los que estuvieron en el Partido Popular se incorpora-
ron. Y también lo hicieron algunos conservadores. Y
acá comienzan las divisiones...
—¿Entre quienes?
—Entre los nuevos radicales y los viejos radicales.
No había forma de que se pusieran de acuerdo y esto
ya preocupaba en Buenos Aires...
—¿Y qué pasó?
—Mandaron una delegación integrada por el mendo-
cino José Nestor Lencinas, el ingeniero Barilari y
nuestro actual gobernador, Amable Jones, que era
miembro de la comisión pero no tenía ninguna rele-
vancia en el partido. Vino porque era sanjuanino aun-
que hacía muchos años que no visitaba San Juan...
—¿En que año ocurrió esto?
10
“El radicalismo sólo existía como
una fuerza opositora y revolucionaria”
JONES
El origen del partido en San Juan
Sergio W. Bates,
director del
diario Debates
y autor del libro
“Muerte de
Jones (la trage-
dia sanjuani-
na)”, con cuyo
contenido se ha
recreado esta
entrevista
(Foto proporcio-
mada por la
familia.
Hipolito Yrigoyen, el día que asumió
como presidente de la Argentina.
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