la_cena_de_los_jueves2 - page 24

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JONES
—Pero, claro, no todos podían votar; no
todos elegían al gobernante. El sistema
electoral era totalmente fraudulento, men-
tiroso y eternizaba en el poder a los mis-
mos nombres.
Por eso nuestra abstención revolucionaria.
Había que lograr el voto universal. Y este
llegó cuando Sáenz Peña promovió un
padrón cívico regular llevado por la justi-
cia y el ejército que garantizaría al ciuda-
dano votar líbremente. Y dispuso un espa-
cio cerrado de votación y la presencia de
fiscales y la participación de las minorías..
Ahí nació un nuevo radicalismo. Porque
Yrigoyen debió ceder ante la presión de los
que en el seno del partido propugnaban con-
currir a elecciones.
—Así llegamos al poder en 1916 con el 45
por ciento de los votos—,
recordaba Escobar
desde el ventanal de su oficina que daba al
balcón de la Casa de Gobierno.
Yrigoyen era ya presidente de la Nación y
con él llegaba a la vida pública un nuevo sec-
Esta es una foto muy antigua en la que aparece Leandro N. Alem y sus seguidores en 1890.
Uno de ellos —sin identificar— era el joven Manuel Fenelón Escobar.
tor de la vida nacional: los hijos de los inmi-
grantes, que se sumaban a los sectores popu-
lares criollos integrándose definitivamente a
la sociedad
C
uántas cosas pasaban por la cabeza
de Manuel Escobar.
—La asunción de don Hipólito
fue un día de júbilo increíble, con la multi-
tud que acompañó su traslado a la Casa
Rosada y tras desenganchar los caballos
del carruaje que lo transportaba, lo llevó
a pulso. Nunca un presidente había entra-
do a la Casa Rosada sobre los hombros de
la gente...
Había que asumir nuevas responsabilidades.
Y Escobar fue designado presidente de la
Suprema Corte de Justicia de la Provincia de
Buenos Aires.
—Creía que ahí iba a pasar el resto de mis
días, hasta que don Hipólito me mandó
llamar para designarme interventor en
San Juan. Sólo un loco podía renunciar a
mi tranquilo cargo para venir a gobernar
una provincia de antecedentes tan violentos
donde hasta Sarmiento rechazó ser nueva-
mente gobernador porque no tenía “cogote
de repuesto”. Pero soy un militante de la
causa. Y esta provincia debe sumarse al
proceso que vive el país. Y aquí estoy,
mirando esta plaza desde el balcón del
poder. Un poder que en los próximos días
traspasaré a un radical electo por el pueblo.
“Sólo un loco
podía renunciar a la
tranquilidad de mi cargo
para venir a gobernar
una provincia tan
violenta como esta”
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