El Nuevo Diario - page 7

Viernes 4 de marzo de 2016
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infraestructura en caminos, vías de ferrocarril y ca-
nales, produjo un verdadero milagro que permitió
surgir la empresa sanjuanina.
Una empresa que independientemente del origen
de sus propietarios, echaba sus raíces en este
suelo.
n n n
Le cuento algunas cosas.
>>
Cuatro bancos de capitales sanjuaninos llega-
ron a coexistir en los años 30.
>>
Y llegaban los diarios: también había cuatro,
que respondían a distintas concepciones políticas.
>>
Y el ferrocarril entraba a la provincia por dos de
sus costados, uniéndola con los grandes centros
de consumo, mientras una red de trenes industria-
les penetraba en las bodegas conformando un sis-
tema que crecía rápidamente.
>>
La máquina, con forma de usinas, automóviles,
camiones, lagares, embotelladoras, se incorpo-
raba a las fuerzas de producción.
>>
Y al conjuro de la empresa y su rentabilidad,
surgían imponentes chalets que eran el símbolo
del poderío económico, como el que construían fa-
milias industriales como Del Bono, Graffigna, Au-
bone, Estornell.
>>
Y surgían clubes de fútbol ligados a las grandes
bodegas, no sólo en la ciudad sino también en los
departamentos.
Pero, fíjese:
>>
Ya en aquellos años teníamos diez veces más
bodegas que hoy. Las que producían no sólo
vinos de mesa sino vinos generosos, jerez, man-
zanilla, espumantes que eran requeridos en todo
el país.
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Y grandes complejos industriales como Cinzano
producían en San Juan el vermouth y los cognac
que lideraban sus respectivos mercados.
>>
Y eramos los principales elaboradores de ani-
sado tanto en sus variedades turca como espa-
ñola.
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El aceite de oliva sanjuanino adquiría prestigio
nacional y pronto se sumarían a la oferta local el
champagne —llegamos a tener varias marcas,
entre ellas la más prestigiosa del país—, la sidra y
el Calvados que se producía en Calingasta y que
según los conocedores tenía una calidad similar al
que se bebía en Francia.
>>
Dos fábricas producían cerveza y en la finca La
Germania, en el actual departamento San Martín
—entonces Angaco Sur—, el alemán Germán
Wiedenbrug, propietario de la Bodega El Globo
criaba cerdos Yorshire, a los que alimentaba con
productos de la finca, faenaba cuando alcanzan
los 120 kilos y elaboraba la carne en conserva en
distintas formas que exportaba a Europa enva-
sada en latas.
>>
Ya en aquellos años, industrias metalúrgicas
como la de la familia Clavijo era más importante
que las metalúrgicas mendocinas
San Juan vivió una verdadera revolución industrial
en aquellas primeras décadas del siglo.
Hubo quizás, un pecado: ese proceso industriali-
zador se centró demasiado en la vitivinicultura y la
agroindustria, dejándose de lado las áreas meta-
lúrgicas, y las relacionadas con el creciente mer-
cado de electrodomésticos que iban a ser más
estables.
Pero lo que no puede negarse es que hubo una
“era industrial
” y que esta no surgió por obra del
azar
sino que respondió a una concepción de
país y de provincia.
En aquellos años, hasta el Estado fue industria-
lista, como lo prueban la construcción de la Bo-
dega del Estado y el intento de la Azucarera de
Cuyo, tendiente a la diversificación económica de
la provincia mediante la industrialización de la re-
molacha azucarera.
Las marcas sanjuaninas
E
se ímpetu se fue deteniendo con el
tiempo.
El terremoto actuó como una
bisagra.
Era más fácil vivir de la recons-
trucción que de la producción.
No obstante, un formidable conjunto de grandes in-
dustriales fue adquiriendo cada año mayor peso
nacional.
Un proceso al que estarían ligado apellidos como
Del Bono, Graffigna, Campodónico, Estornell (no
sólo fue un gran exportador sino que se transformó
en un verdadero zar de la televisión y los cines en
Cuyo), Montilla, Gualino y Escolar, Boggian, los
Pulenta, Plácido Castro. López Pelaez, Empresa-
rios como Francisco Montes se atrevieron a poner
diarios en Mendoza y San Luis
Y empresas y marcas como Maravilla, Resero, Ta-
lacasto, Peñaflor, Termidor, CAVIC, los cognac
Otard Dupuy, Reserva San Juan, Ramenfort, los
aceites Agros y Almar, las aguas minerales Pis-
manta y El Salado, las sidras La Capilla y La Cordi-
llerana, el chanpagne Duc de Saint Remy, los
vermouth de Cinzano, Angaco y El Globo, los varie-
tales de Graffigna y López Peláez…
Todas marcas que se encontraban en las gón-
dolas de todo el país, en los restaurantes, en
las confiterías.
Digamos que San Juan sigue teniendo algunas
marcas importantes. Pero ya aquellas empresas
sanjuaninas fueron vendidas o perdieron posiciona-
miento en el mercado.
Las nuevas generaciones dejaron de consumir al-
gunas bebidas que se identificaban con nuestra
provincia.
Desapareció la producción de cerveza, no quedan
alambiques para destilar los famosos cognac o el
calvados y es alarmante la disminución del ingreso
como consecuencia de la salida de productos sin
identificar que se originan en las tierras, el agua y el
clima sanjuaninos pero adquieren valor fuera de
San Juan.
Quedaron otros que se integraron a nuestra econo-
mía como los laboratorios Raffo, Bodegas Tracia,
Industrias Taranto…
Pero son la excepción.
Lo cierto es que hay una gran confusión sobre con-
ceptos básicos de la economía.
Una cosa son los números que pueden mostrarse y
otra el desarrollo de una actividad.
En las últimas décadas, en materia industrial nadie
pensó en el desarrollo.
Tampoco planificaron actividades sustentables.
No es casual que la mayoría de las industrias que
permanecen son de origen sanjuanino. O se dirigen
al mercado local. O utilizan productos sanjuaninos.
El absurdo es cuando se le da la promoción a al-
guien que sólo mueve mercadería y que miente su
inversión y su producción.
Pero digámoslo una vez más: nos está faltando esa
raza de empresarios enraizados con nuestra tierra.
Aquellos empresarios que además de producir e in-
dustrializar, apostaban todas sus fichas a la provin-
cia, creando desde bancos hasta clubes de fútbol.
Aquellos pioneros que hicieron de San Juan uno de
los sitios con más alto poder adquisitivo, donde
una
hectárea de tierra valía tanto como en Califor-
nia,
donde ocupábamos los primeros lugares del
país en autos, camiones y tractores por habitantes
y en depósitos bancarios.
H
oy se va configurando un mundo in-
dustrial de gerentes, empresas
donde todo se resuelve en Buenos
Aires, gente desligada de la cultura,
la vida social o el deporte de la provincia, que
ya no vive en chalets sino en hoteles o casas al-
quiladas.
Nada fue espontáneo.
Ni aquella fenomenal etapa de industrialización sur-
gida bajo el amparo de claras políticas de Estado ni
el San Juan de nuestros días.
Augusto
Pulenta
Jorge
Enrique
Estornell
Santiago Graffigna
Bartolomé
Del Bono
1,2,3,4,5,6 8,9,10,11,12,13,14-15,16,17,18,...28
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