muy importante. La mordedura del mal
me pegó fuerte pero nunca bajé los
brazos ni los voy a bajar. Esto es 25
horas por día. Antes no podía mover el
brazo y a fin de año me pusieron una
prótesis de titanio en el hombro y toda-
vía estoy en el pos—operatorio, ha-
ciendo toda la rehabilitación.
Agradezco a DAMSU y al Dr. Venturini
que me ayudaron con las prótesis y
gracias a eso pude dirigir la Camerata
en la Fiesta del Sol. Con todo lo que
me pusieron parezco un transformer.
—Más allá de la recuperación física
¿cómo sobrelleva la enfermedad
desde lo emocional y espiritual?
—Es un impacto muy fuerte y yo no
soy ningún campeón para dar leccio-
nes de esto. No me gusta hablar de
“lucha” pero sigo para adelante.
Cuanto más me atacó la enfermedad
yo más esfuerzos hacía para trabajar y
trabajar bien. Hubo que amoldarse a
algunas situaciones porque ya no
puedo pegar los saltos que pegaba
antes, pero la única que me queda es
seguir. Si me frena la actividad una
pierna, tengo la otra para arrastrarme.
Si me queda solo un brazo, voy a se-
guir arrastrándome. Como dice
el poeta Almafuerte: “¡que
muerda y vocifere vengadora, ya
rodando en el polvo, tu cabeza!”.
—¿El trabajo es un estímulo
para recuperarse?
—Ahora que salí del terrible trauma
operatorio estoy pensando en Men-
delssohn y en todo lo que se viene
con la Camerata. Voy a tratar de que
Bartók y Shostakóvich sean nombres
que suenen en la sala porque es mú-
sica reciente y su contenido tiene tanta
calidad que merece el mismo trato que
le vamos a dar a lo nacional.
—¿Cómo va a ser año este con la
Camerata?
—Vamos a seguir manteniendo la fór-
mula clásico—popular que es la que
nos ha dado un montón de satisfaccio-
nes. Para la primera parte de los con-
ciertos, que es la más clásica,
tomamos la decisión de incrementar
los vientos y la orquesta en general, lo
cual nos va a permitir incorporar al re-
pertorio clásico obras de renombre y
poder incursionar en Mendelssohn,
Mozart, Beethoven. La sinfonía italiana
de Mendelssohn por ejemplo es una
obra muy virtuosa con la que vamos a
sufrir muchísimo (risas). La intención
es empezar a jugar con barajas más
altas. La parte popular camina muy
bien y el responsable es Enzo Pérez,
que es una persona muy capaz. Toda-
vía no está completo todo lo que pen-
Viernes 4 de marzo de 2016
13
s
samos hacer pero la idea es darle más
impulso a los clásicos.
“Querían meterme
un tiro por
escribir sobre
Monte Chingolo”
E
l espíritu combativo y los ideales
socialistas no fueron una moda
para el joven Gustavo Plis Ste-
renberg, que aún antes de terminar la
secundaria comenzó a trabajar para el
PRT, sin que sus padres lo supieran.
Había heredado esa mirada social de
su abuelo materno, que debió emigrar
de Ucrania en el año ´21 para evitar
ser fusilado por su actividad en un par-
tido socialista moderado, que se opo-
nía a los bolcheviques.
Gustavo creció en Villa Crespo y tuvo
una infancia condicionada por las res-
tricciones de sus padres inmigrantes,
que no miraban con agrado el hecho
de socializar con gente externa a su
comunidad. Sin embargo, los límites
no tuvieron eco en el corazón revolu-
cionario de Gustavo, que en su ado-
lescencia comenzó a interesarse
por la música. Mientras estudiaba
Medicina en la UBA (carrera que más
tarde abandonaría), servía al PRT en
trabajos como volanteadas, pintadas,
manifestaciones y la venta de los perió-
dicos El Combatiente y Estrella Roja.
Aunque no llegó a tomar las armas con
el ERP, sintió la necesidad, años más
tarde, de realizar una titánica tarea de
investigación para reconstruir la trágica
historia de Monte Chingolo.
—Después de escribir sobre Monte
Chingolo, comenzó a investigar
sobre la guerrilla en Tucumán.
¿Cómo va con ese trabajo?
—Es un tema que no logro sacarme de
encima porque vuelve constantemente.
Estoy investigando sobre la Ñata Mo-
nasterio, que murió a los 12 años com-
batiendo en Tucumán y es un
personaje del cual voy a hacer una re-
construcción. En realidad me basaré
en la historia de ella para hablar sobre
la Compañía de Monte.
—¿Es muy difícil conseguir los
datos y testimonios?
—La investigación es muy complicada.
Hay personas que todavía se escon-
den seguramente por miedo. De hecho
a mí me quería meter un tiro el hijo de
Larrabure por contar su historia en el
libro. También aparece la del capitán
Viola que era el jefe de la Inteligencia
en Tucumán y ordenaba los secues-
tros, las torturas y las ejecuciones. Ese
libro le generó mucho prurito a más de
uno.
—Más allá de haber ganado amigos
y enemigos ¿escribir “Monte Chin-
golo” lo alivió o le generó más an-
gustia?
—Me alivió. Pero en ese libro hay
cosas que me enemistaron con algu-
nos guerrilleros como Rolo Diez, quien
no perdona que yo haya dicho la ver-
dad completa. Él hubiera preferido que
mienta y le quite responsabilidad a
Santucho.
—La responsabilidad por haber con-
tinuado con la operación de Monte
Chingolo a pesar de los indicios de
que estaba cantada al Ejército.
—Sí, a mí me consta todo eso y yo,
que la viví de adentro, pude sacar testi-
monios tremendos y por eso Rolo se
enemistó. Allá él. La verdad es esa.
Después de la toma de la fábrica de
armas Fray Luis Beltrán, en Santa Fe,
se pensaba que esas resistencias iban
a ser vencidas como había ocurrido
ahí. Además estábamos corriendo para
adelante y nos separamos de la gente
que venía atrás. La política debía esta-
blecer la acción pero esta vez se creyó
que la acción iba a generar un efecto
político y fue un error. Yo llamo a eso
foquismo
. De ahí, esa parte de mi his-
toria no tiene muchos condimentos mu-
sicales.
—¿Cree que si la operación hu-
biera sido exitosa habría cambiado
el curso de la historia?
—Yo creo que no. Pero teníamos una
serie de cuadros excepcionales y fue
una lástima que no quedaran vivos
porque hubieran sido los dirigentes de
hoy, dirigentes no populistas sino con
una experiencia política muy impor-
tante que hubieran permitido dar res-
puesta a toda la crisis que terminó
con un gobierno e hizo que el poder
pasara a un sector del país con el que
no simpatizo mucho. No me gustaría
plantear una discusión en base a esto
“
”
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En 1979, Plis Sterenberg parti-
cipó como voluntario de la Cruz
Roja en la revolución sandinista
de Nicaragua. “El ERP estaba en
la frontera de Peñas Blancas
pero yo estaba muy expuesto
porque no había retaguardia y
casi me matan” cuenta sobre la
foto en la que aparece junto a
una ambulancia.
Un ejemplar de la Revista Estrella
Roja, la publicación que Plis Ste-
renberg vendía durante sus años
de militante del PRT.
En sus épocas de
paracaidista, junto
a una columna de
agentes del Mo-
saad, el servicio
de inteligencia is-
raelí, que participó
de la guerra de
Yom Kippur.
Veo con preocupación los
intríngulis que hay con el teatro
de Ópera, donde se persigue con
desesperación el hecho de tener
un cargo y mientras más alto
mejor