El Nuevo Diario - page 14-15

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entrevistas
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GUSTAVO PLIS
STERENBERG
pero fue una lástima haber perdido a diri-
gentes brillantes, inteligentes e incorrupti-
bles.
—¿Cómo fue el exilio en Israel?
—Es otro planeta. Durante la dictadura me
detuvieron dos veces. La primera vez tuve
que exiliarme en Israel. La agencia judía
me dijo “te tomás todo el tiempo que nece-
sites y mientras andá al kibutz y seguí tra-
bajando”. Yo era un agitador de novela y
al final de la dictadura y me sacaron del
Conservatorio con ametralladora y las
manos arriba. En ese momento el rector
dijo “en realidad a este lo tienen que sol-
tar, a los que quiero que me agarren es a
estos dos”. Y le dio a los policías las fotos
de dos melenudos: uno era Chopin y el
otro, Liszt. Los policías se quedaron con
esas fotos y parecía un chiste. De ahí me
derivaron al 601 de Inteligencia y me inte-
rrogaron.
“Estuve a punto
de ser fusilado en
Nicaragua”
Gustavo tenía más de 20 años cuando in-
gresó al Conservatorio Nacional Carlos
López Buchardo, de donde egresó como
pianista. Estudió Dirección Coral, Compo-
sición, Dirección Sinfónica, con los mejo-
res maestros de la época hasta que una
comisión rusa llegó al conservatorio y el
director lo recomendó por su talento. Así
llegó a diplomarse en Composición y Di-
rección Sinfónica y de Opera en el Con-
servatorio Rimsky—Korsackov de San
Petersburgo, a ser director asistente del
prestigioso Mstislav Rostropovich y du-
rante años director permanente del Teatro
Mariinsky de Rusia.
Después de tocar en las salas más impor-
tantes del mundo y ser una referencia in-
ternacional en la cuna de la música
clásica, Gustavo se convirtió en el director
de la Orquesta Sinfónica de la UNSJ en
2008 y mantuvo el cargo hasta 2010. La
creación de la Camerata San Juan, du-
rante el gobierno de José Luis Gioja, le dio
un nuevo rumbo a su vida y le valió la ad-
miración de muchos de los jóvenes músi-
cos que trabajan junto a él.
—¿Cómo es la relación con los jóvenes
que lo siguen y lo respetan tanto?
—Estoy muy asombrado porque no espe-
raba las muestras que recibo y las actitu-
des que tienen conmigo. Lejos de
indiferencia o mala relación, veo que si-
guen porque saben que acá dentro hay
una cabeza y un corazón que funcionan a
mil, por más que esté todo convulsionado.
Veo un sentido del respeto, de ganas de
aprender y hasta el día de hoy me llaman
para dar clases. Me gustaría mucho ense-
ñar pero también estoy enseñando al
mantener, gracias a las autoridades y al
Flaco, un pequeño conjuntito del que la
gente al principio se burlaba y decía “no
van a durar ni cinco horas”. Hoy la Ca-
merata está catalogada como la mejor or-
questa de cámara de Argentina. Haber
recibido ese tipo de información y comen-
tarios me llena de orgullo y de responsa-
bilidad. Es una responsabilidad enorme y
por eso voy a seguir lo más que pueda.
—Muchas veces se critica a los jóve-
nes de la actualidad, comparándolos
con los de generaciones anteriores.
¿Cuál es su visión?
—Yo me muerdo la lengua para no criti-
car porque son distintos mundos y es dis-
tinto mirar con los ojos de la actualidad a
los jóvenes de aquella época. Cometimos
muchos errores pero ahora me dolió mu-
chísimo que en el primer día de asunción
del nuevo gobierno, el director del diario
La Nación sacara ese editorial tan polé-
mico. Que haya aparecido eso quiere
decir que todavía hay que estar muy
atentos. No puedo criticar a la gente que
dio su vida por un ideal, creído justo por
ellos.
—Se salvó hasta de ir a Malvinas, a
pesar de ofrecerse como voluntario.
—Donde había quilombo yo estaba. Fui
alistado como paracaidista en el Regi-
miento de Infantería Aerotransportada
General Balcarce Nº 2, de Córdoba, y a
la brevedad iba a ser trasladado a las
islas. Pero no llegué a viajar porque se
terminó la guerra. En su momento me
dolió que hubiera terminado todo tan rá-
pido porque quería ir pero ahora pienso
que fue una suerte.
—Pero pudo servir en Nicaragua.
—Estoy muy orgulloso de Nicaragua por-
que le salvé la vida a más de uno de los
jóvenes guerrilleros sandinistas, algunos
de ellos con agujeros… (hace una
pausa). Es un gran dolor.
—¿Cuánto tiempo estuvo allá?
—Estuve en el ´79, el peor año. Estuve a
punto de ser fusilado con un Garand apo-
yado en la sien y un montón de guardias
somocistas alrededor que pedían a gritos
que me peguen un tiro. Me salvaron la
vida dos muchachos suizos, de la Cruz
Roja Internacional. Mi nombre salió publi-
cado como número 1 de las listas negras
de las bandas asesinas que había y se
montó un operativo para que pueda
tomar el avión en el aeropuerto. Me lleva-
ron con lo puesto, sucio, y con los demás
nos reconocíamos el olor con los ojos ce-
rrados.
—¿La música servía para pasar esos
momentos?
—Los indios de allá cantaban con el rifle
puesto y tocan la guitarra con sus dedos
gordos. Yo llevé esas canciones a Rusia e
hice algunos trabajos con eso. En la ex
Unión Soviética tuve una actividad muy
importante y aproveché que ingresé como
compositor para utilizar música latinoame-
ricana, hacerla madurar y ver si rendía sus
frutos. Parece que así fue porque hice al-
gunas obras que todavía andan por ahí.
Ahora lamentablemente dejé de componer
y tengo un montón de cosas en Rusia que
no sé cómo recuperarlas. En Rusia tam-
bién fui artillero honorario y disparaba ba-
terías de 122 mm que no tienen análogo.
Viernes 4 de marzo de 2016
Terminó el periplo de directores
del Auditorio que no saben nada
de lo que tienen que dirigir. Ahora
apareció, como el Ave Fénix, el
que puede hacer una gestión
Fue una lástima perder a los cuadros
políticos del PRT, que eran brillantes,
inteligentes e incorruptibles. No hu-
bieran sido dirigentes populistas y po-
drían haber dado respuesta a la crisis
que hizo que el poder pase a un sector
con el que no simpatizo
—¿Cómo fue atravesar allá la declina-
ción y fin del comunismo?
—Fue durísimo. Tenía a mi exesposa em-
barazada y en los almacenes no había
nada. A las 4.30 de la mañana iba para
hacer cola a un supermercado y a las
5.30 venía un viejito con un carrito de
leche fresca del koljós. Por 15 centavos
me daban 3 litros y así era el único de la
residencia que tenía leche porque los
demás no hacían la cola ni se cagaban de
frío a esa hora. Una vez cuando entré al
supermercado estaba todo vacío y lleno
de viejas esperando. Me di cuenta que
algo iba a llegar. Entonces llega un mu-
chacho con una caja enorme que tenía
una montaña de panes. Cuando me di
vuelta, la caja ya estaba vacía. Después
salió el muchacho número dos y ahí me
tiré a la pileta por encima de las viejas,
llegué al centro, agarré dos panes y salí…
pero así y todo me agarraron entre varias
viejas y me sacaron uno de los panes.
—Las mujeres siempre peleando, lite-
ralmente, por llevar el pan a su casa.
—Sí, era algo increíble. Al mismo tiempo
yo en esa época era estudiante de Direc-
ción Sinfónica y de Opera y fui invitado
para hacer dos óperas con la Orquesta
Filarmónica de San Petersburgo. Para mí
era un terror porque era un muchacho
que todavía no terminaba el Conservato-
rio. Sobreviví y después hice muchos
conciertos con esa orquesta y hasta una
serie de grabaciones de conciertos de Be-
ethoven y Chopin, con la mejor orquesta
del mundo. Aparte ya era director del Tea-
tro Mariinsky con la orquesta dirigida por
Valery Gergiev, que me giras a 13 países.
—Su vida ha sido muy aventurera.
—Soy a prueba de balas. Cuando fue la
entrega de los informes de la CONADEP
a Alfonsín, hubo una manifestación
grande y yo iba en una columna a la iz-
quierda de Franja Morada. La de ellos era
muy grande, la nuestra muy modesta y
nos daban con todo. Cuando se tiraban
contra nosotros, reaccionábamos. En una
de esas un joven radical sacó un revólver
y me lo puso en la cabeza. En ese mo-
mento un tipo de al lado lo empuja a pro-
pósito y la bala me pasó por al lado de la
cabeza. Nosotros íbamos con los nom-
bres de 5000 oficiales represores porque
en la edición de Nunca Más no hay nin-
gún nombre de represor. Ahora casi todos
están en cana, por suerte.
“No hay que
“resistir” sino
enriquecer el
trabajo”
—Usted tiene un pensamiento político
definido ¿cómo ve la política cultural
del nuevo gobierno nacional?
—Me sorprendió la expulsión de Claudio
Espector, que es el fundador del proyecto
de las Orquestas—Escuela. Lo lamenté
mucho. Yo conozco a Claudio y sé que
tenía unas ganas locas de seguir traba-
jando. Pienso que es una pérdida que va
a ir acompañada de otras pérdidas, la-
mentablemente, si es que la sociedad no
reacciona en la parte cultural.
—No ve con optimismo lo que viene…
—La Orquesta de Cámara de Mar del
Plata hace dos semanas fue disuelta.
También conozco gente que ha trabajado
en la Orquesta de Cámara del Congreso
de la Nación y también fue disuelta a
pesar de que era muy buena.
—¿Cree que la Camerata San Juan
puede correr peligro?
—No, la Camerata está muy bien parada
y está haciendo un muy buen trabajo.
Cada programa es una fiesta. No tengo ni
por asomo temor de que pase algo por-
que sería un suicidio cultural. No va a
pasar nada por el estilo ni lo vamos a per-
mitir.
—¿Qué piensa sobre la idea de la resis-
tencia kirchnerista, teniendo en cuenta
que el término “resistencia” surge del
rechazo al nazismo?
—Yo no utilizaría términos como “lucha” o
“resistencia”. Acá lo que hay que hacer es
enriquecer el trabajo. A mí me paran por la
calle al menos dos veces por día para pre-
guntarme qué es lo próximo que vamos a
hacer. La gente ya está a la espera de
nuestra actividad. Por eso creo que la
mejor forma es poner el pie ahí para que
los demás vean, escuchen y sepan que
acá está la Camerata. La Camerata viene
marchando. No creo que nosotros sufra-
mos una amenaza. Pero sí veo con preo-
cupación los intríngulis que hay con el
teatro de ópera, donde se persigue con
desesperación el hecho de tener un cargo
y cuanto mientras más alto mejor.
—¿La Camerata no se ha visto involu-
crada en esas disputas?
—Eso a mí no me toca y espero que los
que están en eso, se peleen lo más lejos
posible de la Camerata porque nosotros
no hacemos las cosas para poner un sello
y decir “miren lo que hicimos”. Nosotros
estamos buceando en nosotros mismos
pero también haciendo programas que
tiendan a tratar determinadas problemáti-
cas, por ejemplo la mujer. Ese tema em-
pezó con el anterior gobierno y nosotros lo
abordamos con el ciclo “Mujeres argenti-
nas”. Siempre sumando, nunca haciendo
luchas.
—¿Cómo quedó su relación con la Sin-
fónica?
—Mi relación con la orquesta no terminó y
está en discusión. El año pasado co-
mencé una reelaboración de mis activida-
des, que me llevaron a Córdoba, por
ejemplo, en donde hice un concierto que
fue calificado el mejor concierto del año
2015. Ahí dirigí la Sinfonía Nº 5 de Tchai-
kovsky. Yo no vengo exigirle a nadie,
nada. Quiero tener una buena relación
con los que comparten los proyectos.
—¿La relación tensa del director con
los músicos es general en el mundo?
—No debería pero no es casualidad que
haya tantas bromas en donde se toma de
punto al director. Una de esas bromas
cuenta que un músico de la orquesta va a
reemplazar al director enfermo durante va-
rias semanas y cuando vuelve el director,
el músico regresa a su atril y el de al lado
le dice “hola, ¿dónde estuviste todo este
tiempo?” Se dice que el mejor director es
el director muerto. Igualmente yo me di-
vierto mucho con eso.
—¿En qué condiciones se encuentra
hoy el Auditorio?
—Pienso que terminó el periplo de directo-
res del Auditorio que no saben nada de lo
que tienen que dirigir. Ahora apareció,
como el Ave Fénix, el que puede hacer
una gestión. Yo quiero tener buena rela-
ción con la gente que está dispuesta a mi-
litar en el arte.
—¿Qué opina de la Fiesta del Sol
como política cultural?
—Me parece fantástico. En general me
parece buena aunque es un poco incó-
modo porque muchas veces se resuelven
los problemas a medida que aparecen y
no veo que haya un acto estratégico sino
todo lo contrario. Había una parte de im-
provisación muy grande y también me pa-
rece que se le da demasiada importancia
a la elección de la reina. Creo que ya no
saben cómo arreglar ese concurso. Pero
en general la Fiesta del Sol es un aconte-
cimiento que hay conservar y afianzar.
—¿Qué piensa de los concursos de
bandas como política cultural, como
es el caso de “Rock en las plazas”?
Me parece fantástico. En Bahía Blanca
institucionalicé el Concurso Internacional
Simón Blech. Durante los cuatro años que
fui el director titular de la Orquesta Provin-
cial de Bahía Blanca, se realizó ese con-
curso que dio un puntapié decisivo para
las carreras de distintos músicos. Todavía
encuentro gente que participó y todos me
dicen que les ayudó mucho. El primer año
fue muy difícil hacerlo, el segundo fue
menos difícil y dio más resultados y el
cuarto fue mucho mejor. Pero cuando em-
pezó la nueva gestión desapareció el con-
curso. Veo a los concursos como una
forma de promover no solo a los directo-
res sino a los solistas.
“No me dejan
ver a mi hijo
y es una herida
que no cierra”
Gustavo vive en un barrio de Chimbas
junto a su pareja, la violinista Elisa Monte-
negro. Tiene dos hijos de relaciones ante-
riores. El mayor, León, tiene 24 años, vive
en Buenos Aires y heredó de su padre la
pasión por la política y la música, aunque
en la variante del rock pesado. Su hijo
menor, Ilya, va a cumplir 13 años y vive
en Rusia junto a su madre. Hace algunos
años, el director hizo público el enfrenta-
miento con su exesposa por impedirle ver
a Ilya y aún no puede solucionarlo.
—¿Cómo es la relación actualmente
con sus hijos?
— Sigo con dificultades para ver al más
chico. La verdad es que no me dejan
verlo y es una herida que no cierra. Tengo
que esperar a que mi exesposa lo traiga a
la Argentina para verlo. Cuando vinieron
acá hace dos años hice un concierto en el
inicio de temporada de la Camerata y él
tocó con su violín. A la gente le encantó y
para mí fue inolvidable por haber dirigido
a mi propio hijo. Él estudia en Rusia en
una escuela de música para chicos con
talentos excepcionales. Además le en-
canta todo lo que sea militar, es igual que
yo. El más grande militó en una organiza-
ción para el proyecto nacional y popular
pero ya no está más en eso.
Viene de página anterior
Aunque ve con preocupación la
disolución de distintas orquestas
en el país, Gustavo no teme por
el destino de la Camerata San
Juan y celebra la llegada de una
nueva gestión en el Auditorio
Juan Victoria.
Editado por Planeta, el libro de Plis
Sterenberg, “Monte Chingolo: la
mayor batalla de la guerrilla argen-
tina”, reconstruye con multiplicidad de
datos históricos y testimonios el en-
frentamiento entre el ERP y el Ejército
Argentino de diciembre de 1975.
En 1996,
Gustavo diri-
gió a la Or-
questa
Estable del
Teatro Colón
en un con-
cierto de pri-
mer nivel.
1...,4,5,6,7,8,9,10,11,12,13 16,17,18,19,20,21,22,23,24,25,...28
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