Viernes 1 de marzo de 2019
CONDENADO UN EXPOLICÍA DE 54 AÑOS QUE MATÓ A 77 MUJERES
otros 59 asesinatos pero la Policía no
pudo demostrar tres de ellos. También
fue declarado culpable de violar a diez
de sus víctimas.
Durante aquel proceso, Popkov explicó
que recorría de noche las calles de la
ciudad en un coche (muchas veces el
oficial de la Policía), ofrecía a mujeres
que se encontraba por el camino llevar-
las a casa y luego sólo “castigaba” a
aquellas que aceptaban tomarse una
copa con él.
La mayoría de las mujeres asesinadas
eran de estatura mediana (155-170
centímetros), corpulentas y estaban
ebrias en el momento de su secuestro.
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En octubre de 1998, según dijo enton-
ces al tribunal, mató a dos amigas de
19 y 20 años a las que recogió cuando
volvían a casa después de un con-
cierto, en el que fue uno de los al
menos cinco asesinatos dobles que
perpetró durante sus cacerías.
Mientras conducía, “empecé a sentir
asco hacia las chicas por su comporta-
miento despreocupado y quise castigar-
las”, relató al detallar cómo apuñaló
repetidas veces en la cabeza a una de
las jóvenes, y cómo persiguió y mató a
la otra, cuando intentaba huir. “Fue su
culpa. Andaban borrachas por la calle
en lugar de estar en casa con sus mari-
dos e hijos”, llegó a decir Popkov .
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Como policía, Popkov llegó incluso a
participar en las investigaciones sobre
sus propios crímenes para desviar su
atención, según la prensa rusa.
Un perfil psicológico filtrado a la prensa
rusa mucho antes de que se encontrara
al asesino acertó en muchos aspectos:
la policía buscaba a un hombre de
entre 30 y 35 años (en la época de los
asesinatos), residente en Angarsk, que
se llevaba a sus víctimas en un vehí-
culo oficial y que podía trabajar en un
cementerio.
Finalmente fue detenido en 2012 en
Vladivostok (Extremo Oriente ruso),
identificado tras una investigación a
gran escala, que incluyó análisis de
ADN de los habitantes cuyos coches
correspondían a los rastros de neumáti-
cos en los lugares del crimen.
Allí se supo que Popkov (despedido de
la Policía en 1998), en su tiempo libre
se ganaba un extra como enterrador,
oficio que ya había ejercido de adoles-
cente en el cementerio en el que tam-
bién trabajaba su padre.
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Aunque su mujer, Elena, de 53 años, su
hija Ekaterina, de 31, y sus amigos le
definían como “un hombre pacífico,
tranquilo y amable, que no haría daño
ni a una mosca”, la comisión médica
que lo examinó cuando era policía en
activo observó “aspectos psicopáticos”
en su personalidad, pero inexplicable-
mente lo encontró apto para servir en
las fuerzas de seguridad.
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Su hija declaró inicialmente que no se
creía nada de lo que decían de su
padre. “Siempre me sentí una ‘niña de
papá’. Durante 25 años estuvimos jun-
tos, de la mano. Paseábamos, montá-
bamos en bici, íbamos de tiendas y me
llevaba a la escuela. Yo quería ser una
criminóloga, así que leí un libro con
consejos sobre cómo capturar a los
asesinos en serie y sus clasificaciones
básicas. Papá no encaja en ninguna de
estas clasificaciones”, decía.
Al “Maníaco de Angarsk”, como le puso
la prensa rusa, le gustaba cocinar, es-
quiar en compañía de su mujer y su hija
y hacer bricolaje en casa, según los
testimonios ofrecidos a la investigación
por los amigos que frecuentaban la
casa de los Popkov.
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A nadie le sorprendía que llevara en
todo momento en cada uno de sus cua-
tro coches una caja de herramientas re-
pleta de instrumentos que en realidad
usaba para cometer los asesinatos.
Se cree que la ola de asesinatos co-
menzó tras sospechar, erróneamente,
que su esposa lo engañaba al encon-
trar dos condones usados en la basura
de casa. De hecho, los anticonceptivos
habían sido utilizados por unos huéspe-
des.
Los investigadores afirman que Popkov
se arrepiente de sus asesinatos. “No
tenía derecho a juzgar a la gente, su
comportamiento... este es mi arrepenti-
miento”, admitió. Preguntado sobre si
pudiera volver atrás, haría las cosas de
forma diferente, dijo: “Todo debería de
cambiar desde el principio. Directa-
mente desde la escuela. Desde la in-
fancia”. Su esposa y su hija han
abandonado la ciudad para empezar
una nueva vida lejos del asesino.
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Mikhail Popkov mostrando a los fiscales
y policias, cómo asesinaba a sus vícti-
mas. (Foto: The Siberian Times)
Mijaíl Popkov dentro
de la jaula de los
acusados durante
una audiencia judi-
cial en Irkutsk.
(Anton Klimov AFP)
Popkov quería
"purgar" a la ciudad de
Angarsk, de donde era
originario, de lo que él
consideraba mujeres
inmorales. "Castigaba" a
aquellas que aceptaban
su invitación a tomarse
un trago.