Viernes 1 de marzo de 2019
Chaya en la calle Florida, Jáchal, febrero de 2019 (Foto: Roberto Ruiz)
el poder de las palabras
Escribe
Aída Elisa González de Ortiz
Directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y
Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ.
L
a palabra indígena chaya es
de origen quechua
y es el
juego propio de la época de car-
naval que consiste, básicamente, en
mojar con agua utilizando un balde,
un pomo o bien tirando bombitas de
agua. Y otra acepción de la palabra
chaya es la fiesta misma.
En cuanto al origen de esta tradición,
interesante es señalar que en La
Rioja aún festejan esta fiesta y es la
fiesta ancestral por antonomasia. Re-
gistran las fuentes que era una gran
fiesta de amistad y de alegría, de
compartir y dejar a un lado todas las
penas. Cuenta la historia que los pri-
meros españoles llegados a estas tie-
rras se encontraron con una fiesta
singular de agua y danza que celebra-
ban los diaguitas festejando la finali-
zación de las cosechas, aunque en La
Rioja de hoy esté muy ligada al Car-
naval de febrero.
Es entonces cuando se realizaba la
Fiesta Nacional de la Chaya, además
de las típicos topamientos (acerca-
miento festivo) por los barrios, con
agua, harina, albahaca, vino y vidalas
para refrescar la amistad de todos.
Dejo al lector testimonios escritos que
atestiguan el contenido del texto:
“Fiestas populares. La chaya: […] Se
armaba la cacharpaya, jugaban con
agua; bebían aloja que tenían en un
noque de gran tamaño; comían paste-
les y asados diferentes; las niñas sa-
caban barriladas de almidón con el
que jugaban en abundancia”. (Enc.
1950, Esc. 5, Pza. Vja., Fam., LR).
acuerdo con sus intensiones, debido a
ello ocurrían muchos disgustos que a
veces epilogaban en desgracias que
hoy han desaparecido debido a las re-
glamentaciones de los gobiernos”.
(Enc. 1950, Esc. 64, M. Drumm., L. de
Cuyo, Mza).
“Me challó la niña donosa, y yo me
dejí hacer sopa”. (Vidal de Battini,
1949: 145) # “Fiestas populares. El
carnaval llamado la chaya consiste: se
reúnen jóvenes y niñas para jugar con
agua tratando de mojarse los unos a
los otros, se empieza chayando con
pequeñas vasijas y cada uno trata de
esquivar el agua, luego el juego se
convierte en una verdadera lucha cha-
yándose mutuamente…”. (Enc. 1950,
Esc. 30, La Callec., Poc., SJ)
Veamos los ejemplos que nos traen
los sanjuaninos Margarita Mugnos de
Escudero y Buenaventura Luna: Si
bien esta tradición ya no se practica,
siempre tenemos los deseos de volver
a la chaya con nuestros vecinos y ami-
gos. “No se veía ni un alma en la ex-
tensión del llano. Los pobladores se
habían concentrado en un rancho para
divertirse con la chaya, según dijo Be-
nigna al explicarle la procedencia de
un ruido sordo y acompasado que se
oía: -Es el tun tun del tambor, niña.
¿No se acuerda que hoy día es el en-
tierro del carnaval? En lo de la Cefe-
rina es la fiesta agora. ¿Por qué no
vamos a aguaitar un ratito? Viese que
es linda la fiesta de la chaya, le va a
gustar”. (Mugnos de E., 1957: 12). #
“Chacarera de la chaya. Que de esta
quincha se vaya/el que no halle com-
pañera,/que es ofensa en esta
chaya/no bailar la chacarera […] La
chacarera en la chaya,/en la chaya,
aloja y vino,/y en tu boquita,
malaya!/los besos de un sanjuanino…
”. (Buenaventura Luna, 2006: 23). Y
qué registraron los maestros de Men-
doza en las Encuestas de los Maes-
tros Lainez de 1950: # “Fiestas
Populares: el carnaval no tiene nin-
guna característica digna de mención
pues se festeja como en los demás lu-
gares, con disfraces costosos y más-
caras muy curiosas de acuerdo a las
posibilidades de cada uno; se chaya
entre conocidos, amigos o familiares
pero en estos tiempos se hace con
menos fanatismo que en otras épocas,
en que no se fijaban si la persona era
sana o enferma o si estaba o no de
“
Si bien
esta tradición ya no
se practica, siempre
tenemos los deseos
de volver a la chaya
con nuestros vecinos
y amigos.
La chaya en el carnaval
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