El Nuevo Diario - page 22

Flaqué en San Juan es sinónimo
de automovilismo, por la activi-
dad y trayectoria del piloto Fa-
bián Flaqué, campeón en TC
2000 y Top Race. La que es su
pasión es una tradición compar-
tida por la familia, desde su
abuelo Isidro Flaqué y sobre
todo por su padre Héctor, su
madre, su mujer e hijas.
Piedad Alé, esposa
de Isidro Flaqué.
Españoles, afincados
en el Médano
El primero de la familia que llegó a Ar-
gentina fue Luciano Flaqué. Él era
oriundo de Palma de Mallorca, España,
pero sus padres eran franceses, por
eso creen que el apellido tendría sus
orígenes en Francia. Luciano dejó su
país soltero y siendo joven, para insta-
larse directamente en la provincia de
San Juan, en la localidad del Médano
de Oro, al igual que varios españoles.
Allí se dedicó a la agricultura y conoció
a su esposa, Ana María Malagón, san-
juanina hija de un inmigrante español.
Ese matrimonio
tuvo varios hijos pero
fueron seis los que vivieron: Anto-
nio, Luciano, Ana, Trinidad, Isidro y
Bárbara.
Si bien era un hombre de campo, Lu-
ciano era bastante instruido. Entre sus
hábitos estaba la lectura del diario,
además era muy religioso y junto a las
transmisiones de la radio rezaba el ro-
sario cada tarde noche. Una de las ac-
tividades que compartía con su familia
eran los carneos, ritual que siguió con-
vocando a sus hijos y nietos aún
cuando él y Ana fallecieron. Entre todos
colaboraban con las tareas del faenado
y elaboración de embutidos, con cartas
y juegos de por medio.
La historia continúa con el menor de
los varones, Isidro, que nació en
1912. Él, al igual que sus herma-
nos, continuó con la actividad agrí-
cola y tuvo su propia finca en el
Médano. Allí
se casó con Piedad
Alés
, que era seis años menor que
él y tuvieron cuatro hijos
.
El mayor
es
Benito,
padre de
Alberto, Ale-
jandro, Edith, Claudia
y
Fátima
Flaqué
; le sigue
Edith,
madre de
Be-
tina, Fabiana
y
Daniela Norte
;
Héc-
tor
, padre de
Fátima
y
Fabián Flaqué
Ale
y
Alberto
, padre de
Yanina
y
Vale-
ria Flaqué Molinero
. Isidro enviudó
siendo joven y en su segundo matrimo-
nio tuvo tres hijas: Estela, Chelo y
Norma.
tros de salud de la ciudad, siempre lo
hacía en forma gratuita.
No solo disfrutaba de su propio auto,
sino que junto a sus hijos se iba hasta
el Cerrillo, en Carpintería. Allá se apos-
taba en el camino esperando con an-
siedad ver pasar a los corredores de
los Grandes Premios, similar a lo que
ahora hacen muchos para ver a los
participantes del Dakar. Sus hijos com-
partían esa pasión fierrera, en especial
Héctor a quien siempre apodaron
“Quito”. Aparte de ir al Cerrillo, él disfru-
taba escuchar las carreras que transmi-
tían a través de la radio. Como en la
casa no tenían electricidad, en esa
época el aparato receptor que utiliza-
ban funcionaba con una batería. Tal
era su pasión, que a los quince años
Héctor se fue en bicicleta desde el Mé-
dano hasta el Estadio abierto del Aldo
Cantoni, después de enterarse que allí
estarían expuestos los autos que co-
rrían en los Grandes Premios.
En otra oportunidad, siendo ya
mayor, se tomó un colectivo para
ver una carrera de la Fórmula 1
en Buenos Aires, aquella en la
que Carlos Reutemann se
quedó sin nafta. Además, toda-
vía conserva con emoción el
autógrafo que consiguió de
Juan Manuel Fangio. Fue en la
largada de una carrera en el hi-
pódromo de San Isidro. Llovía y
la competencia no comenzaba.
Quito aprovechó la oportunidad
Viernes 16 de septiembre de 2016
Tres generaciones, uni-
das por el automovilismo
La pasión por los autos de los Flaqué
comienza en cierta manera con Isidro.
Después de tener un sulky, se compró
un auto que fue el segundo o tercero
en todo el Médano. Tal es así, que se lo
pedían prestado para los casamientos,
para que fuera el vehículo que llevara a
la novia y luego a los recién casados.
Gracias a esos préstamos, él y su fami-
lia eran con frecuencia invitados a los
festejos de los enlaces. Pero el auto-
móvil no solo era aportado en ocasio-
nes de fiesta, Isidro también facilitaba
su auto cuando alguien en la zona es-
taba enfermo y necesitaba ir a los cen-
para acercarse al corredor, que vestía
un sobretodo azul. Por supuesto no
imaginaba que su hijo, varios años des-
pués, se convertiría en uno de los co-
rredores sanjuaninos de mayor
trayectoria.
Entre los autos y el
comercio de calzado
Aparte de ser un enamorado de los
autos, Quito comenzó su trabajo an-
dando en las rutas. Trabajaba para la
empresa de colectivos de su tío, Eva-
risto Alés, hermano de su madre. Des-
pués lo contrató la empresa Singer
para la venta de máquinas de coser.
Luego de estar allí pasó a la firma To-
rres Arregui, que tenía servicios en muy
diversos rubros, farmacia, repuestos
para el automotor y zapatería, entre
otros y su especialidad era la venta de
calzado. Cuando comenzó a trabajar,
su madre falleció prematuramente, así
que desde entonces se mantuvo cerca
de su hermano menor, Alberto, con
quien compartió todos sus trabajos.
Mientras vendía para Torres Arregui, a
Quito le mostraron un modelo nuevo de
bota para niños, era de plush con colo-
res rojo y azul, desde el número 18 al
26. Junto a Alberto se fueron hasta
Buenos Aires en su Peugeot 504 y tra-
jeron el vehículo repleto de los pares,
hasta debajo de los asientos. Entre los
dos, en una tarde, lograron vender más
de 200 pares, obteniendo una buena
ganancia. Así comenzaron y alrededor
de 1976 se independizaron, para cons-
tituirse como Flaqué Hermanos. Co-
mercializaban calzado en San Juan,
también viajaban a La Rioja, San Luis,
Mendoza y fuera de Cuyo. Con el
familias
sanjuaninas
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LOS FLAQUÉ ALE
Isidro Flaqué junto a
algunos de sus hijos:
Estela Flaqué, Chelo
Flaqué, Edith Flaqué,
Quito Flaqué, Isidro
Flaqué y Alberto Fla-
qué.
Una nota de
Noelia Escales
para Fundación
Bataller
Atrapados por el rugido
de los motores
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