El Nuevo Diario - page 11

P
ienso en mi niñez.
Mis recuerdos me llevan a
un San Juan sin televisión,
sin computadoras, sin Internet, sin
grabadores, sin DVD, sin video
juegos ni teléfonos celulares…
Una sociedad sin obras sociales,
sin deliverys, con muy pocas fami-
lias con vacaciones en playas.
Recuerdo viviendas sin aire acon-
dicionado, sin calefacción por gas,
sin decenas de artefactos eléctri-
cos que facilitan la vida en cada
hogar.
Una ciudad que se paralizaba
cuando llegaba la noche, sin
transporte nocturno, sin negocios
24 horas ni grandes supermerca-
dos que atendieran los fines de
semana, donde la comida se pre-
paraba en cada casa y los alimen-
tos tenían otro, sabor antes que
llegaran los transgénicos, las hor-
monas, la clonación.
Veo aquel San Juan
sin jovenci-
tos casi niños dueños de las
madrugadas los fines de se-
mana,
vuelvo a escuchar los parti-
dos de fútbol en la voz de
Fioravanti a través de la radio y
me emociono con la presencia de
mi madre –como la mayoría de las
mujeres de aquellos años- en
casa,
esperándome para ser-
virme la leche a la salida de la
escuela, revisándome el cua-
derno, integrando la coopera-
dora escolar.
s s s
Y recuerdo también la educación
de aquellos años.
Entre los buenos recuerdos, que
me sirvieron para siempre,
están
aquellas maestras que nos ha-
cían concursos de lectura y nos
obligaron a leer y escribir co-
rrectamente.
Están también los principios de
autoridad, de respeto a las jerar-
quías, que me fueron muy útiles
en la vida profesional.
Y están los consejos de carácter
ético, moral, solidarios, que se co-
rrespondían con la educación que
uno traía de la casa.
s s s
Pero al mismo tiempo…
¡cuántas
cosas innecesarias me hicieron
estudiar!
¿Usted cree que alguna vez me
fue útil saber que el Eufrates tenía
2.800 kilómetros de longitud y el
Tigris nacía en Turquía?
¿Piensa que me sirvió de
algo recitar que la superficie de
los Estados Unidos es de
3.717.813 millas o 9.629.091 kiló-
metros cuadrados?
¿Cree que fue importante el
año que me pasé en la es-
cuela industrial haciendo un torni-
llo?
¿O aprendiendo en las cla-
ses de botánica que las par-
tes de la flor son los sépalos, los
pétalos, la corola, los estambres,
las anteras, los carpelos…?
¿Imagina que alguien –salvo
los médicos- pueden recitar
el nombre de los 206 huesos o los
650 músculos de contracción vo-
luntaria, o músculos estriados del
cuerpo humano, como yo tuve
que aprender en anatomía?
¿Recuerda aquellas leccio-
nes de historia en las que se
enseñaban anécdotas de próce-
res de papel, alejados de cual-
quier contexto social o nacional
junto a una historia universal pla-
gada de emperadores crueles
junto a pensadores que morían to-
mando cicuta?
Y ni hablar de las cosas que
fueron superadas. Cuando
veo que mi teléfono celular tiene
una calculadora aborrezco
aquella época en la que debía
hacer cálculos con mi regla, uti-
lizar las tablas de logaritmo o
pasarme un año haciendo medi-
ciones con un teodolito cuando
ahora todo lo mide el rayo laser.
s s s
Es a esta altura cuando me pre-
gunto si la educación de hoy es
la que necesitan los chicos que
están naciendo
o que se incor-
porarán al mundo laboral den-
tro de 20 o 25 años.
También
me pregunto si los educadores
de hoy están preparados para
enseñarle a ese chico.
¡Cuidado!
Si esto no fuera así
estaríamos enseñando a hacer
un tornillo u obligando a que
aprendan de memoria el nom-
bre de los veinte mayores ríos
de los Estados Unidos, algo que
nunca usarán los chicos.
Y si alguna vez necesitan algo
así lo buscarán en una ferrete-
ría o entrarán en Internet para
saber cuales son los 206 hue-
sos del cuerpo humano.
¡Dejémonos de embromar!
s s s
Ya que estamos, le confieso
cuáles son las cosas que hu-
biera querido aprender en la es-
cuela. Por ejemplo:
Que en la hora de gimnasia me
enseñaran estilos de natación
en lugar de mandarme a rendir
por no poder hacer la vertical o
hacerme saltar un cajón.
Que en anatomía me hu-
bieran enseñado educa-
ción sexual para que no
hubiera tantas chicas-niñas em-
barazadas ni tantos abortos;
primeros auxilios o cómo actuar
ante un posible infartado
o
cómo alimentarse en un
mundo donde aumentan los
desórdenes alimentarios
como la bulimia, la anorexia,
la obesidad, la desnutrición,
en vez de hacerme recitar los
650 músculos de contracción
voluntaria.
Que en la hora de música
me hubieran enseñado a
tocar un instrumento y cantar –
y en lo posible a bailar- en vez
de hacerme repetir 6.752 veces
la marcha Aurora.
Que en la universidad nos
hubieran inculcado el es-
píritu emprendedor, a leer un
balance, a hacer un cheque, a
ser solidarios creando fuentes
de trabajo para que no hubiera
tantos compañeros míos que
se pasaron la vida en empleos
rutinarios y mal pagos.
Y, finalmente, que en lugar
de tener tantos profesores
que-todo-lo-sabían
, hubiera
tenido más docentes
con expe-
riencia de vida,
dispuestos a
enseñarme a aprender
, a bus-
car lo que necesito, a compren-
der que no hay verdades
eternas y que
la capacitación
debe ser permanente.
s s s
Sí, cosas como estas, prácti-
cas, útiles para todos, me hu-
biera gustado aprender.
Un consejo final:
le pido que
no se guie por lo que ha
leído.
El 90 por ciento de la gente
no
piensa como yo.
Y si usted
piensa así y lo dice ya saldrán
a criticarlo.
Pero… ¿sabe? Uno se va po-
niendo viejo y al menos tiene
derecho
en nombre a lo que
ha vivido, a decir cuál fue su
experiencia en la vida.
11
Viernes 16 de septiembre de 2016
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Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
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