El Nuevo Diario - page 7

A
unque no existen cifras oficia-
les, se estima que la mitad de
las familias argentinas posee
un animal de compañía. Los perros son
los reyes indiscutibles, aunque segui-
dos de cerca por los gatos. Y son cifras
que crecen cada año.
Esta cercanía con nuestras mascotas
nos lleva forzosamente a humanizarlos:
están tan integrados en nuestras vidas
que solemos pensar que su personali-
dad y sus emociones son perfecta-
mente asimilables a las nuestras. Pero
nada más lejos de la realidad.
Sus respuestas de comportamiento no
son iguales a las nuestras. Por ejem-
plo, los humanos manifestamos la ale-
gría de ver a un congénere mediante
abrazos, besos… cierta efusividad cor-
poral.
Pero nuestra manera de demostrar ca-
riño y amistad puede provocar en nues-
tras mascotas una reacción
diametralmente opuesta. Al animal esta
efusividad humana puede hacerle sen-
tirse en una situación de peligro, por lo
que adoptará una posición defensiva.
Nuestros animales no son seres huma-
nos y no debemos considerar e inter-
pretar sus reacciones y su
comportamiento como si lo fueran.
Pero tampoco son máquinas ni pelu-
ches: están dotados de inteligencia y
sensibilidad. Así que es muy importante
no sólo intentar entenderlos a ellos,
sino también cuidar la manera en que
comunicamos, muchas veces acciden-
talmente, mensajes cuya significación
para ellos no va a ser igual a la nues-
tra. Aunque tampoco se trata de poner-
nos a ladrar o maullar.
lll
En el caso de los perros, hay algunas
Viernes 16 de septiembre de 2016
señales que podemos interpretar de
manera más o menos exacta. Entre
ellas, el ladrido.
Dice el refrán que perro ladrador, poco
mordedor, y es posiblemente cierto: los
canes salvajes no suelen ladrar, al con-
trario que los domésticos, y esto es
fruto, precisamente, de su domestica-
ción por el hombre. El ladrido tiene
unos fines muy claros, como asustar a
los extraños y cuidar del hogar ante los
intrusos.
Santiago García Caraballo explica que
“el ladrido, aparte de comunicación
entre perros, puede significar una peti-
ción de juego o de comida a los due-
ños. Ante un extraño, la situación
cambia totalmente, y es síntoma de
alarma ante una amenaza descono-
cida. Ante un perro que nos ladra, pre-
caución:
está asustado, y nos está
avisando. Si del ladrido pasa al gru-
ñido, es una amenaza clara”
.
lll
Según el libro
How to speak
dog
(“Cómo hablar perro”), del psicó-
logo Stanley Coren, reputado especia-
lista de la Universidad de la Columbia
Británica (Canadá) y autor de numero-
sas obras sobre perros, identificamos a
un perro en los siguientes casos:
Relajado o razonablemente satisfe-
cho si tiene “las orejas tiesas, pero no
hacia adelante; la cabeza en alto; la
cola hacia abajo y relajada; la boca li-
geramente abierta, con la lengua ex-
puesta; posición descansada sobre las
patas”.
Si el perro está atento, en alerta, lo
sabremos por sus orejas hacia ade-
lante; los ojos muy abiertos; nariz y la
frente lisa, boca cerrada; cola horizon-
tal, que se puede mover de lado a lado;
ligera inclinación hacia delante, con el
peso sobre los dedos.
Una posición de amenaza se mani-
fiesta mediante la nariz arrugada; la-
bios curvados, boca abierta y en forma
de C, dientes visibles; pelo erizado;
cola levantada y erizada; postura con
las patas rígidas, el cuerpo inclinado
hacia adelante.
Y, finalmente, el miedo lo expresan
con las orejas aplastadas; posición
reculante; cola entre las patas. Pero, de
nuevo, todo esto depende del contexto
en el que se produce la comunicación,
así como de las características particu-
lares de cada animal.
lll
De acuerdo con Coren, “sabemos que
la variedad de emociones que puede
experimentar un perro no será mayor
que la que está disponible para un niño
AUNQUE SON CAPACES DE COMPRENDER HASTA 200
PALABRAS HUMANAS, SUS FORMAS DE COMUNICACIÓN
SON DISTINTAS A LAS NUESTRAS. CÓMO EXPRESAN
ALEGRÍA, MIEDO, IRA, DISGUSTO E INCLUSO AMOR.
¿De qué hablas con tu perro?
de unos dos años y medio. Esto signi-
fica que un perro tiene todas las emo-
ciones básicas:
alegría, miedo, ira,
disgusto e incluso amor.
Sin embargo, y basándonos en las in-
vestigaciones actuales, parece poco
probable que un perro desarrolle emo-
ciones más complejas como
la culpa,
el orgullo y la vergüenza
, aunque a
veces queramos creerlo así”.
lll
Investigadores de la Universidad de
Viena han descubierto que, al igual que
un niño pequeño, los perros tienen una
predisposición a imitar los movimientos
de sus dueños, debido a que su len-
guaje corporal es muy distinto al nues-
tro, y también deben interpretar lo que
están viendo.
Es decir, no sólo nosotros estamos in-
tentando entender lo que nos dicen, si
no que ellos también tratan de descifrar
nuestros gestos. De la misma forma,
gracias a sendas investigaciones, lleva-
das a cabo por el doctor Coren y por in-
vestigadores del Instituto Max Planck,
sabemos que los perros son capaces
de comprender entre 160 y 200 pala-
bras humanas, normalmente simples y
realzadas con nuestro tono de voz.
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