la_cena_de_los_jueves2 - page 173

167
JONES
A
l pasar por Villa Aberastain, donde
se encuentran el mayor González
Rolón y don Victoriano Agüero, les
invitan a subir pero estos resuelven ir en otro
automóvil más tarde.
Se acercan a la casa de don Manuel Agüero y
el gobernador, que en un principio había
dicho al “chauffeur”, que pasara de largo, le
ordena detenerse un momento; están allí el
citado don Manuel, don José Bustos y don
Manuel Santi.
Bajan los viajeros y acuerdan con los de la
casa que éstos irán también enseguida con un
Tibury a almorzar a lo de don Victoriano
Agüero. Cinco minutos después salen y vuel-
ven a ocupar sus asientos en el automóvil,
cuyo conductor vuelve a poner en marcha la
máquina. Son las 12.10.
Los complotados están almorzando tranquila-
mente, festejando con una comilona su próxi-
mo triunfo, cuando Juana Miranda, hermana
de Vicente, que está espiando por un postigo,
les avisa que el gobernador Jones y sus acom-
pañantes llegan y luego que vuelven a subir.
Apenas ha hecho diez metros el auto que va
por el lado izquierdo de la calle, cuando al
enfrentar la primera puerta, de la última sale
un disparo de Remington hecho por Parra,
que toma de frente a los viajeros.
El balazo rompe el parabrisas de vidrio,
cuyos pedazos hieren al “chauffeur” y a
Bianchi y va a herir mortalmente al señor
Meglioli.
El conductor, bruscamente sorprendido, no
acierta a dar velocidad a la máquina —lo que
además hubiera sido muy difícil pues recién
estaba tomando la marcha— desvía el volan-
te hacia la derecha.
El automóvil se desliza entonces hacia el
mismo lado de la calle, donde esta hace una
pendiente, mientras el “Inglés” se baja de su
asiento y Bianchi del suyo pasando por
delante de los asaltantes y yendose a colocar
detrás del automóvil, el cual sigue en su res-
balamiento.
Por fin el automóvil se detiene pues ha trope-
zado con el puente de una alcantarilla.
Entonces Bianchi penetra de un paso en la
casa de la familia Aguirre, que está frente a
la de Miranda. Ha pasado apenas un minuto.
E
ste es el momento esperado por los
complotados para iniciar una descar-
ga cerrada que dura varios minutos
y toma de atrás y de costado al automóvil.
El doctor Jones cae sobre el piso del automó-
vil y sobre él el señor Meglioli que, mortal-
mente herido desde los primeros disparos,
habíase recostado en el hombro de aquel.
El doctor Colombo resulta herido en la cabe-
za y en los brazos y cae afuera del coche,
quedándose muy quiero para que no le vuel-
van a tirar.
Entre el ruido se han oido las voces de los
asaltados, al caer. Meglioli gritaba:
—¡No tiren más! ¡No me maten a mi!
Y enseguida el gobernador:
—¡Ya está bueno! ¡Estamos heridos de muer-
te!
Luego hay diez minutos de silencio absoluto.
Los asaltantes permanecen en la casa a la
expectativa. Después salen en montón y se
dirigen hacia el automóvil y dan varios tiros
de gracia, atropelladamente, al doctor Jones.
A
lgunos sostienen que cortaron un
pedazo de oreja al cadáver de Jones,
el que, por consejo del doctor
Cantoni, mandarían luego por encomienda al
presidente de la República.
Otros dicen —y es más creíble— que la oreja
resultó desgarrada por la explosión de la gra-
nada de mano.
Enseguida toman varios caballos del doctor
Cantoni, que están apostados algo más abajo
y huyen hacia el sur.
El plan ha sido cumplido. El gobernador
Jones ha sido muerto a pocos días del aniver-
sario del asesinato del gobernador Virasoro y
a muy pocos centenares de metros del lugar
en que mataron al gobernador Aberastain.
•••••••••••••••••••••••
(Este relato fue publicado por el diario
“La Razón”, de Buenos Aires)
1...,163,164,165,166,167,168,169,170,171,172 174,175,176,177,178,179,180,181,182,183,...250
Powered by FlippingBook