la_cena_de_los_jueves2 - page 84

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JONES
enfermos. Así, pues, solicitamos de los que
padecen algunas de las enfermedades indi-
cadas quieran consultar con su médico
sobre la conveniencia de emplear el Agua
del Salado”
B
enito Willams, por lo general muy
serio, no podía contener la risa escu-
chando a Beretta repetir el aviso
publicitario hasta con la dirección
—”Solicite prospecto explicativo en Carlos
Pellegrini 1047, Unión telefónica 41—2049,
Buenos Aires”.
—La verdad —explicaba Willams— es que
se trata de un agua mineral muy pura... El
resto, bueno... ¡mal no le hará a nadie!... Y lo
importante es que representa una fuente de
ingresos para San Juan y una explotación en
la zona cordillerana...
—Yo los escucho a ustedes y me pregunto:
¿cómo sería San Juan si estuviera maneja-
do por gente de empuje, con criterios
empresarios, con deseos de trabajar, en
lugar de estar en manos de políticos que
sólo pretenden llegar al poder para cobrar
sueldos y esquilmar a la provincia...
El que había hablado era el teniente Díaz
Colodrero, amigo de Meglioli y oficial del
regimiento, asiduo concurrente a la casa.
—¿Sabe teniente...? Yo he sido intendente de
Desamparados y soy vicepresidente del comi-
té de este departamento del la Concentración
Cívica... Es decir, puedo hablar tanto como
empresario como a través de mis modestas
intervenciones en la política. Y son cosas
muy distintas.
—¿Por qué lo dice?
—Como intendente pude hacer algunas cosas
pero le aseguro que la mayor parte del tiempo
la pasé atendiendo problemas personales de
otra gente...
—Todos tienen algo que reclamar...
—Estoy convencido que nosotros tenemos
que dedicarnos a nuestras empresas, a gene-
rar riqueza, a crear fuentes de trabajo. Y
como alguien debe ocuparse de los proble-
mas de los otros, dejemos que lo hagan los
políticos...
—Es así
—decía Willams—
hay que tener
mucha vocación para perder horas escu-
chando a un agricultor al que el vecino le
roba el agua o a una mujer que recibió
una tunda del marido.
—Esos problemas antes debíamos resolverlos
nosotros pues como patrones teníamos una
responsabilidad ante la gente que trabajaba
en nuestras empresas... Cada día son más
problemas para el Estado, para el gobierno de
turno... Y está bien que así sea.
—Puede ser como usted dice, don Juan,
pero lo grave es cuando los políticos quie-
ren meterse con la economía, con las
empresas, con los impuestos... Como ellos
nunca crearon riqueza creen que las
empresas son un barril sin fondo que pue-
den aportar cuánto ellos quieran...
—En eso le doy la razón. El político debe
estar para preservar el orden, dar seguridad,
educación y hacer algunas obras públicas
pero desde que los radicales llegaron al
gobierno quieren meterse en todo. Ellos
hablan en nombre del pueblo. Y nosotros...
¿qué somos? ¿Cómo los alimentarían si no
estuvieramos?
—A propósito
—dijo Beretta—
¿cómo lo ve
al gobernador Jones?
Megloli se tomó unos segundos antes de res-
ponder.
—Yo debo ser uno de los pocos hombres con
los que se reúne. Lo he consultado varias
veces por temas médicos. Y ¿saben? Lo veo
bien intencionado. Es un hombre criterioso,
quizás mal rodeado por algunos personajes
pero que tiene buenas intenciones y quiere
que San Juan progrese...
—Me preocupa la oposición que le están
haciendo, incluso algunos de nuestros
diputados—,
dijo Beretta, refiriéndose a los
legisladores de la Concentración Cívica...
—Es verdad, ellos tendrían que apoyarlo un
poco. Pero ¿qué quiere? Jones será un hom-
bre progresista pero es radical y sus errores
políticos benefician al conservadorismo...
—¿Le parece? Yo creo que benefician a
Cantoni. No va a quedar lugar para la
Concentración. El Partido Radical está
oupando todo el espacio pues desde Jones a
Cantoni expresan de una u otra forma a todos
los sectores...
—No se engañe Beretta. Si fracasa Jones
tenemos gobierno conservador para veinte
años...
—¿Y si en lugar de gobierno conservador
tenemos gobierno cantonista...?
Dias Colodrero, que escuchaba atentamente,
intervino:
—Es imposible... Cantoni sabe hacer opo-
sición pero no tiene idea de cómo se
gobierna una provincia. Además, está
seguido por analfabetos... Con ellos no se
puede gobernar...
J. Benito Willams en una foto de 1920, posa junto a su mensajeria. Era muy amigo
de Juan Meglioli y asiduo visitante a la casa de éste en Desamparados.
(Foto proporcionada por la familia Willams)
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