El Nuevo Diario - page 5

Ha habido,
y hay, demasiados
magistrados y fiscales
que parecen no
entender lo que de
ellos se espera
mensa mayoría de ellos -jueces y fis-
cales- trabajan silenciosos y con res-
ponsabilidad en sus despachos. En
ellos descansa el presente y futuro de
la Justicia.
Viernes 17 de agosto de 2018
(*) Fiscal General de la Corte de Justicia
Ex Presidente del Consejo de Procuradores, Fiscales, Defen-
sores y Asesores Generales de la República Argentina
Ex Presidente del Consejo Federal de Política Criminal de los
Ministerios Públicos de la República Argentina
Ex Presidente del Foro de Abogados de la Pcia. de San Juan
Solo en una sociedad donde, en
ocasiones, parece se ha perdido la
capacidad de asombro o sorpresa,
puede pasar, como un escandalete
más, los que, desde hace ya dema-
siado tiempo, protagoniza el ex (por
suerte ) juez Oyarbide.
En verdad, la imagen pública del
ex magistrado, su modo de
actuar, su modo de hablar, su tenden-
cia a involucrarse en escándalos pú-
blicos autoriza, como mínimo, a
afirmar no resulta ser la imagen que la
sociedad quiere y requiere de un
juez.
La Justicia, como servicio, da lugar
a las más variadas y justas criticas
-años de inmovilismo, atrasos, así lo
justifican- pero cierto es que, posible-
mente, lo que más espante a la socie-
dad sea el verificar la falta
de adecuación de las figuras de ma-
gistrados y fiscales al deber ser.
Se tiene dicho que ser juez es un
inmenso honor que la sociedad le
confiere a un ciudadano, y por ello es
esperable, de quien ejerce esa fun-
ción, una conducta ejemplar.
Lo chabacano, lo alejado de la
moral y conducta media de una so-
ciedad no es propio de un juez sino,
por el contrario, la gente quiere ver re-
cato, prudencia, comportamiento, tal
se dijo, ejemplar. Así debe ser.
Ha habido, y hay, demasiados ma-
gistrados y fiscales que parecen no
entender lo que de ellos se espera,
para peor que son aplaudidos por al-
guna puesta en escena; ello no es
bueno para nadie.
Pero verdad, también es, la in-
s
s
s
s
s
s
s
temas de la justicia
Escribe
Eduardo Quattropani*
algo de alguien
Primero
vimos cómo saben
aprovechar el pasado;
en otro, cómo saben
captar el futuro y al
final, cómo hoy
entienden su
patria.
Escribe
Gustavo Ruckschloss
Antes, ahora y después
E
strasburgo es una ciudad de
Francia que ha sido encuentro
de culturas y que ha vivido dis-
tintas épocas de esplendor, bajo mu-
chas circunstancias. Por eso mismo,
ha sido elegida sede del Parlamento
Europeo. Esas distintas épocas de
gloria han dejado, entre otras cosas,
estaciones de ferrocarril que la conec-
tan con todos los confines de la re-
gión. Tiene tres o cuatro grandes
estaciones de diverso origen y de dis-
tintas edades. Les han modernizado
los sistemas técnicos y las han unido
bajo un mismo gran frente, que oficia
de gran hall central. No han renegado
de ninguna; han sabido unificar lo
existente y darle buen uso. Aprove-
charon el pasado para vivirlo ahora.
El tema de las aerolíneas de bajo
costo hace tiempo que surgió como
una alternativa cierta y, mientras en
distintos lugares del mundo se debate
el tema, los franceses, que son prácti-
cos, no cuestionan el porvenir; se
adaptan a él. Así, aunque tienen en
Paris dos de los aeropuertos más
grandes y transitados del mundo
(Charles De Gaulle y Orly), se prepa-
raron con otro aeropuerto, de bajo
costo, cerca de Paris. No renegaron
de los cambios que son imparables;
se adaptaron. Invirtieron en austera
estación dedicada exclusivamente a
esta nueva modalidad, y así no solo
no perdieron pasajeros “económicos”
sino que captaron, y captarán a los
que vendrán, porque tienen dónde y
cómo esperarlos. De esto ya hace
años; en cambio, hay quienes todavía
no saben qué hacer con esta modali-
dad de viajar.
Circunstancialmente, me encontré en
Francia el 14 de julio, día patrio por
excelencia. Vi cómo en todos los pue-
blos y ciudades, los franceses iban en
innumerables caravanas de familias a
juntarse, de pie, en parques para pre-
senciar los típicos y tradicionales fue-
gos artificiales, con los que
acostumbran festejar la fecha. En tre-
nes o colectivos, familias enteras iban
a reunirse en las plazas para disfrutar.
Una vez terminados, aplaudieron y vi-
varon su patria; luego regresan cada
cual a lo suyo, alegres, bulliciosos y
tranquilos.
Primero vimos cómo saben aprove-
char el pasado; en otro, cómo saben
captar el futuro y al final, cómo hoy
entienden su patria, la sienten y la
viven. No se quedan en la declara-
ción; lo hacen a pulso y con el cora-
zón...
Para ser juez...
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