El Nuevo Diario - page 26

Viernes 27 de mayo de 2016
Ricos eran los de antes
. . .“Hay pormenores tan curiosos de la
vida colonial que no puedo prescindir
de referirlos. Servían a la familia ban-
dadas de negros esclavos de ambos
sexos. En la dorada alcoba de doña
Antonia Irarrazabal, dormían dos escla-
vas jóvenes para velarla el sueño.
A la hora de comer, una orquesta de
violines y arpas, compuesta de seis es-
clavos, tocaba sonatas para alegrar el
festín de sus amos.
Y en la noche dos esclavas después
de haber entibiado la cama con calen-
tadores de plata, y perfumado las habi-
taciones procedían a desnudar al alma
de los ricos faldellines de brocato, da-
masco o melania que usaba dentro de
casa, calzando su cuco pie media de
seda acuchillada de colores, que por
canastadas enviaba a repasar a casa
de sus parientes menos afortunadas.
Que en los grandes días las telas pre-
ciosas recamadas de oro que hoy se
conservan en casullas en Santa Lucía
daban realce a su persona, que entre
nubes de encaje de Holanda, abrillan-
taban aún más sarcillos enormes de to-
pacios, gargantillas de coral, y el
rosario de venturinas, piedras precio-
sas de color café entremezcladas de
oro y que divididas de diez en diez por
limones de oro torneados en espiral, y
grandes como huevos de gallina, iba a
rematar cerca de las rodillas en una
grande cruz de palo tocado en los San-
tos Lugares de Jerusalén y engastada
en oro e incrustrada de diamantes.
Aun quedan en las antiguas testamen-
tarias, ricos vestidos y adornos de
aquella época que asombran a los po-
bres habitantes de hoy, y dejan sospe-
char a los entendidos, que ha habido
una degeneración.
Montaba a caballo con frecuencia, pre-
cedida y seguida de esclavos para dar
una vista por sus viñas, cuyos viejos
troncos vense aun en las capellanías
de Santa Lucía.
Una rara faena
Una o dos veces al año tenía lugar en
la casa una rara faena
Cerrábanse las gruesas puertas de la
calle, claveteadas de enormes clavos
de bronce, y poníanse en incomunica-
ción ambos patios, para apartar a la fa-
milia menuda.
Entonces, cuéntame mi madre que la
negra Rosa, ladina y curiosa como un
mico, la decía en novedosos cuchi-
cheos:
-¡Hoy hay asoleo!
Aplicando con tiento en seguida una
escalera de mano a una ventanilla que
daba hacia el patio, la astuta esclava
alzaba a mi madre, aun chicuela, cui-
dando que no asomase mucho la ca-
beza, para atisbar lo que en el gran
patio pasaba.
Cuan grande es, me
cuenta mi madre, que es la veraci-
dad encarnada, estaba cubierto de
cueros que tendían al sol en gruesa
capa pesos fuertes ennegrecidos,
para despejarlos del moho.
Y dos ne-
gros viejos que eran depositarios del
tesoro, andaban de cuero en cuero re-
moviendo con tiento el sonoro grano.
¡Costumbres patriarcales de aquellos
tiempos, en que la esclavitud no envile-
cía las buenas cualidades del fiel
negro!
Yo he conocido a tío Agustín, y a otro
negro Antonio, maestro albañil, perte-
necientes a la testamentaría de don
Pedro del Carril, el último rico hombre
de San Juan, que guardaban hasta
1840 dos tejos de oro Y algunas pocas
talegas.
Fue la manía de los colonos atesorar
peso sobre peso, y envanecerse de
ello. Aun se habla en San Juan de en-
tierros de plata de los antiguos, tradi-
ción popular que recuerda la pasada
riqueza, y no hace tres años que se ha
excavado la bodega y patios de la viña
de Rufino, en busca de los miles que
ha debido dejar y no se encontraron a
su muerte. ¿Qué se han hecho, ¡oh,
colonos!, aquellas riquezas de vuestros
abuelos?
s
26
Escribe Domingo Faustino Sarmiento
En Recuerdos de Provincia, Do-
mingo Faustino Sarmiento dedica
un capítulo a describir cómo vivía
una rica dama sanjuanina. El texto
adquiere importancia porque es uno
de los pocos en los que se hace
mención al papel de los esclavos.
Pero más aún porque describe la
forma cómo una familia rica “aso-
laba” su dinero una o dos veces por
año para evitar que el moho destru-
yera los billetes. Esta es la historia.
1...,16,17,18,19,20,21,22,23,24,25 27,28
Powered by FlippingBook