El Nuevo Diario - page 7

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a calidad de vida no siem-
pre es una cuestión de di-
nero.
San Juan enfrenta una serie de
problemas que es necesario ir re-
solviendo sino queremos que
cada día influyan más en el dete-
rioro de nuestras vidas.
Uno de esos problemas es el del
tránsito.
Digamos que el tránsito en San
Juan siempre fue un problema.
Lo curioso es que nunca se lo
haya enfrentado como un pro-
blema real y concreto. Siempre ha
sido motivo para que se aprove-
chara el caos para designar gente,
cobrar multas, utilizar grúas, lotear
las calles y hacer algún anuncio
con sentido electoralista.
s s s
¿Cuándo comenzaron los proble-
mas del tránsito en la ciudad?
Sencillamente, cuando llegaron
los automóviles.
Le propongo que lea esta nota.
Cuenta Isabel Gironés –una de
las historiadoras más lúcidas que
tuvo San Juan- que la generaliza-
ción del automóvil, desde la dé-
cada de 1920 en adelante,
planteó un verdadero problema a
las autoridades de la vieja ciudad.
Calles estrechas y sin ochavas
provocaban continuamente acci-
dentes, fundamentalmente en el
radio céntrico,
sucediéndose las
ordenanzas sobre velocidad
máxima 30 kilómetros, uso de
“claxon”, distancia de diez me-
tros entre automovilistas, con-
servación de la “mano”,
indicación del conductor al do-
blar, etc.
Y finalmente la aparición
de los agentes de tránsito o “vari-
tas” e inspectores para infraccio-
nes.
A principios del treinta ya funcio-
naba esta especie de policía de
faltas, terror de los jóvenes y de
las damas que comenzaban a ser
usuarias masivas del automóvil.
s s s
Una nota peculiar, fue la aparición
de una columna permanente en
los periódicos locales de 1930,
que luego desapareció, titulada
“Inspección de Tráfico”. Ella comu-
nicaba día a día la lista de infrac-
tores y aunque sin nombres, que
por otra parte no eran necesarios
en el pueblo chico, mostraba las
principales contravenciones que
se habían cometido:
A fines de 1936 se instalaron las
primeras garitas en las esquinas
de la capital, hecho que fue feste-
jado jocosamente por el humor
popular, calificándolas como “jau-
las para iviñas”; siendo considera-
das ceremoniosamente por las
autoridades como símbolo de
adelanto urbanístico a nivel de las
grandes ciudades.
s s s
Peor fue aún cuando en febrero
de 1938 se les dotó a los agentes
de tránsito de uniforme de verano,
con chaqueta blanca y sombrero
aislante, entonces fueron “varitas
disfrazadas de primera comu-
nión”. Para 1937 la gestión muni-
cipal debió extremar las medidas
de contralor y sanciones debido a
la cantidad de accidentes y la pre-
sión de la prensa. La verdad es
que la situación del micro centro
era caótica, las calles centrales,
aún sin pavimento se habían con-
vertido en playas de estaciona-
miento de ambos lados, lo que
dificultaba enormemente la circu-
lación formando grandes colas,
bocinazos y disputas en más de
una ocasión.
s s s
“El estacionamiento de vehículos
a uno y otro lado de la calle, en
las que circundan la Plaza 25 de
Mayo y sus adyacentes constitu-
yen un gravísimo peligro para los
demás vehículos y para el tránsito
de peatones dado la estrechez de
aquellas. El riesgo se advierte
más frente a los hoteles, cinema-
tógrafos y confiterías, donde en
las horas de la tarde y de la noche
se acumulan un enorme número
de automóviles cuyo estaciona-
miento hace, en muchas ocasio-
nes, imposible el tránsito.
Debe encararse el problema con
espíritu igualitario. Todos deben
estar sujetos a las mismas obliga-
ciones. Las exenciones, además
de odiosas, postergan la solución
anhelada y sembraran mayor
anarquía si cabe, en este asunto”.
El párrafo trascripto resulta por sí
mismo lo suficientemente ilustra-
tivo para más comentarios.
s s s
El problema principal se producía
en la noche, cuando cesaba el ho-
rario de los inspectores municipa-
les, allí era cuando los
automovilistas y ciclistas se sen-
tían dueños de libertad absoluta
para circular y estacionar, pues los
servicios de la Dirección de Trán-
sito cesaban a la una de la ma-
ñana. Luego de esa hora no
existía control de “mano y contra-
mano” en la ciudad, inclusive es-
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Viernes 2 de diciembre de 2016
agenda
Juan Carlos Bataller
Juan Carlos Bataller @JuanCBataller
Juan Carlos Bataller
s
COLUMNISTAS
Los problemas
del tránsito
taba permitida la doble circulación.
“Por comodidad mientras se en-
trega al reposo los sanjuaninos
abandonan en la calle los automó-
viles, con la seguridad que han de
encontrarlo al día siguiente frente a
la puerta. Se ahorraron así la mo-
lestia de guardarlo en el garaje o
de tener que ir a retirarlo. La calle
—piensan o proceden como si tal
pensaran— es de todo el mundo, y
deducen de esa premisa un dere-
cho ilimitado, que faculta a cada
uno para hacer lo que quiera en la
vía pública… ya crean una serie de
dificultades para los obreros muni-
cipales que realizan la limpieza de
barrido y riego de las calles mien-
tras la ciudad duerme. En ese es-
pacio que ocupan los vehículos
abandonados esa necesaria higie-
nización de las arterias urbanas, no
puede hacerse…
Nuevos inconvenientes se presen-
taron con la aparición masiva de
las líneas de ómnibus. Buscando
los recorridos más lucrativos las lí-
neas de transporte de pasajeros
convergieron en las cuatro calles
principales: Rivadavia y Mitre (de
este a oeste) y Mendoza y General
Acha (de norte a sur), perturbando
aún más la congestión en horarios
comerciales, con sus paradas para
recoger pasajeros.
Fueron inútiles
todas las tratativas para llevar
los circuitos a calles menos cén-
tricas, las empresas llegaron
hasta el paro del servicio para
mantener sus líneas en las calles
centrales, aceptando, a fines de
la época, una estación terminal
proyectada en el Plan Regulador
que nunca llegó a concretarse.
s s s
Dado que los conductores desarro-
llaban más velocidad, al frenar se
producían desplazamientos de los
vehículos en forma diferente al en-
ripiado a los viejos adoquines. La
primera víctima del pavimento ocu-
rrió el 7 de marzo de 1938, desgra-
ciadamente un niño, atropellado
por un desaprensivo conductor que
huyó sin ser identificado.
Para 1942
San Juan encabezaba
el triste record de los accidentes
de tránsito en relación con los
habitantes, la estadística luc-
tuosa establecía que durante el
año habían muerto veinticuatro
personas y trescientas cuarenta
habían resultado heridos en acci-
dentes de vehículos en la vía pú-
blica.
Calle Mendoza 1910, los autos ya estacionaban alrededor de la plaza 25 de
mayo, en la foto se ve El Palacio Episcopal. Foto publicada en el libro El San
Juan Que Ud. no conoció de Juan Carlos Bataller.
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