Viernes 14 de octubre de 2016
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nos corren picadas o corren alcoholiza-
dos. Por tener un celular o por no te-
nerlo. Por ir a un recital. Y sabemos
que no tiene por qué ser así. Naturalizar
los crímenes sólo nos lleva a la inmovi-
lización. Nosotros no nos resignamos a
continuar de este modo”.
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Según la encuesta
“Confianza de la so-
ciedad argentina actual”
, realizada por
la consultora Management&Fit para Clarín
y publicada en junio pasado,
los partidos
políticos y el Poder Judicial lideran el
ranking de las instituciones que menos
confianza generan entre los argentinos
.
En líneas generales, el 57,1% de la mues-
tra se alineó entre los que tienen “poco o
nada” de confianza en las instituciones.
De acuerdo con el sondeo, 79,4% de los
encuestados manifestó tener la menor
confianza (“poco” y “nada”) en la Justicia.
En tanto sólo un 19,6% le confirió la
mayor confianza (“mucha” y “algo”).
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“En la Argentina, como en gran parte
de los países latinoamericanos, la inse-
guridad se ha convertido en un pro-
blema de gran relevancia social,
configurándose así como centro de las
preocupaciones públicas, ámbito en el
que compite solo con la problemática
socioeconómica”,
expresa el docu-
mento “Tiempo de balance: Deudas socia-
les pendientes al final del Bicentenario”,
del Barómetro de La Deuda Social Argen-
tina, Serie del Bicentenario (2010-2016) /
Año VI, realizado por el Observatorio de la
Deuda Social Argentina de la Universidad
Católica Argentina.
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En el informe de la UCA,
“la inseguridad
aparece como la mayor preocupación
de los individuos a través de los
años, seguida por la pobreza y/o de-
sigualdad social y por los problemas
en la educación, en todos los casos
.
Sin embargo, en el período 2014-2015
se observa una diferencia de aproxima-
damente 10% en el porcentaje de perso-
nas que consideran la inseguridad como
la mayor problemática social. Esta caída
puede deberse a que
en 2015 se eleva
la preocupación por la pobreza y la
desigualdad social (15% contra
11,4%) y la corrupción (8,4% contra
6,8%) con respecto a 2014
.
Además,
el 6,8% de las personas empieza a
considerar el narcotráfico como un
problema importante en nuestro país.
En este marco, el impacto de hechos ne-
gativos, entre los que se encuentran ser
testigos de hechos violentos o haber su-
frido experiencias traumáticas y de violen-
cia, pueden tener consecuencias muy
negativas para la sociedad, que ve cómo:
Jueces federales ganan fortunas y no
pagan impuesto a las ganancias.
Hay comisarios de la Bonaerense que son
millonarios.
Una banda de delincuentes, conocida
como “Del millón”, da a conocer que la
propia Policía es la que libera las zonas
donde ocurren los robos y les provee de
armas.
Millones y millones de dólares aparecen
en bolsos y valijas de altos exfuncionarios
y sus hijos.
Los femicidios no cesan: en una se-
mana murieron 4 mujeres en Mendoza,
esta semana se conoció otro hecho
aberrante en Mar del Plata y en los últi-
mos años hubo casos estremecedores
también en San Juan.
Los ladrones son escrachados a través
de las redes sociales en la provincia, sin
pensar en las consecuencias que esa
actitud puede generar.
Vuelven los linchamientos en plena
calle.
Los accidentes de tránsito con saldos
fatales se repiten sin solución.
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“El enojo es el sentimiento que más
aflora en los últimos tiempo
s
”, sos-
tiene la psicóloga Aída García. Y ese
enojo queda reflejado tanto en un semá-
foro, cuando los bocinazos arrecian por-
que el primer auto demoró unos
segundos en arrancar, como en pedir la
pena de muerte o ejercer la “justicia por
mano propia”, que paradójicamente con-
vierte al victimario en víctima y vice-
versa.
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“No creemos en la justicia por mano
propia. Ansiamos vivir en un país
donde las instituciones también nos
respeten a nosotros”,
pide el docu-
mento elaborado la marcha
.
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Respeto. La sociedad pide hacia ella el
mismo respeto que las instituciones re-
claman. Pide que la impunidad, la injus-
ticia y la inseguridad estén presentes en
la agenda electoral. La inequidad tam-
bién genera violencia.
—El programa de Lanata mostró un
informe sobre el flagelo del “paco”.
¿Cómo es el panorama en San
Juan?
—
En Rawson fueron decomisadas
hace poco alrededor de 200 dosis de
paco. La dosis es barata pero como el
efecto dura solo unos segundos, siem-
pre se necesitan muchas dosis. Hay
pibes que pueden consumir 50 o 100
dosis por día y eso llega a ser muy one-
roso por semana. Al ser tan adictivo, se
expande de una manera mucho más
rápida y el hecho de que se haya en-
contrado paco en San Juan es una
punta para que se expanda. Ahora em-
pezamos a registrar menciones, que
quiere decir los chicos que dicen “una
vez probé”. Todavía no hay adictos dia-
rios pero hay ingesta no abusiva.
—¿Qué tipo de delitos pueden llegar
a cometer quienes tienen esta adic-
ción?
—No toda persona delincuente es
adicta ni todo adicto es delincuente.
Pero no podemos desconocer los efec-
tos que tienen estas sustancias en un
chico que tuvo un modelo cultural y so-
cial que le enseñó a robar. Si a eso se
le suma un estado de inconciencia y
deterioro del lóbulo frontal, que es el
que pone freno a los impulsos, se ge-
neran fenómenos sociales y sanitarios
muy complicados, no solo robos sino
también prostitución, embarazos no de-
seados, abortos. Los que manejan el
negocio de la droga los buscan chicos
para que sean mano de obra barata
para la venta. Son carne de cañón por-
que los matan a ellos.
—¿Esta situación puede llegar a re-
plicarse en San Juan?
—Esperamos que la cosa mejore pero
el problema es que los fenómenos que
suceden en Buenos Aires o Rosario ge-
neralmente los tenemos en San Juan
tres o cuatro años después. Es un ne-
gocio y se aprovechan de los maltrata-
dos en la calle. Ni siquiera les dan a
esos chicos un porcentaje de dinero
sino que se les paga con droga y termi-
nan siendo trafiadictos.
—¿Pueden llegar a cometer críme-
nes más planificados?
—El perfil delincuencial es el del carte-
rista o del que aborda a otro en la calle
con un cuchillo. Pero generalmente no
son los que planifican una estrategia
para meterse a una casa y desactivar
alarmas. Si se meten a una casa qui-
zás terminan encerrados en el baño
por el estado de inconciencia que tie-
nen.
—Más allá de delinquir ¿pueden
atentar contra su propia vida en un
periodo de abstinencia?
—Depende de los casos pero en el es-
tado de inconciencia que están, mu-
chas veces tienen conductas que no
son deliberadas y así pueden matar a
alguien, robar y tener conductas autoa-
gresivas gravísimas.
RAÚL ONTIVEROS,
DIRECTOR DEL PROGRAMA LIHUÉ
“Lo que pasa en Buenos
Aires llega a los tres
años a San Juan”