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Viernes 11 de mayo de 2018
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MARÍA FILOMENA NORIEGA, ABOGADA
El increíble cambio de vida
de la abogada más mediática
Sufría de obesidad. Hace 3
años se realizó un bypass
gástrico y bajó 60 kilos. Hoy
lleva una nueva vida y el cam-
bio positivo se ve también en
el ejercicio de su profesión.
“Perdí 60 kilos, me saqué a otro yo de
encima”,
cuenta María Filomena No-
riega, una abogada sanjuanina que hace
tres años se realizó un bypass gástrico
debido a sus problemas de salud. Como
tantas personas que se someten a este
procedimiento, Filomena logró con mucha
voluntad, reducir no sólo su figura sino
también el azúcar en su sangre, el coles-
terol y su presión sanguínea.
“Siento que
Dios me dio otra oportunidad”,
dice.
Desde niña siempre estuvo excedida de
peso, pero fue luego de tener a su hijo
cuando la obesidad y los problemas que
acarrea se manifestaron con fuerza.
“Hice todas las dietas posibles y no lo-
graba bajar un grado”
,
sostiene.
Llegar a la operación no fue simple. Tuvo
que interponer recursos de amparo para
que pudiera lograr su cometido.
“Mi obra
social me decía que la operación debía
realizarla la obra social que tenía mi
hijo y que estaba a cargo de mi exma-
rido, pero en ésta, me decían que no
correspondía. Un colega me dijo que
les interpusiera un recurso de amparo
y eso hice”.
Ese no sería el final. Cuando le pidieron
que presentara los presupuestos para la
cirugía, que debía estar a cargo de profe-
sionales locales, el costo era tan elevado
que le negaron el procedimiento. Enton-
ces, buscó una clínica escuela en Buenos
Aires y así logró que pudieran operarla.
El camino hacia esta nueva persona que
es hoy no fue fácil. Hubo que modificar
conductas adquiridas y buscar el apoyo
de una psicóloga. Sin embargo, los frutos
comenzaron a verse: a medida que Filo-
mena lograba mayor confianza en sí
misma, mayor cantidad de casos iban lle-
gando a su estudio. En la actualidad, esta
abogada penalista de 40 años, lleva los
casos más resonantes de la provincia.
“Digo que Dios me dio otra oportuni-
dad porque no solo me siento bien de
salud, sino que ahora tengo más tra-
bajo. Los medios de comunicación me
ayudaron mucho, al consultarme por
los casos, la gente me fue conociendo
y pidiendo mis servicios profesiona-
les”,
sostiene.
Historia de lucha
F
ilomena tiene 4 hermanos, todos
profesionales, pero llegar a la uni-
versidad no fue fácil para ninguno.
“Mi papá trabajaba en la administra-
ción pública y luego manejaba un taxi
para poder mantenernos. Mi mamá era
ama de casa, pero hacía pan y semitas
para ayudar a la economía”,
recuerda.
Además, entre los 5 hermanos se ayuda-
ron siempre para salir adelante.
“Una de
mis hermanas, es médica; la otra es
doctora en Química especializada en
Nebraska, Estados Unidos; otra es li-
cenciada en Enfermería, y mi hermano
es licenciado en Administración de
Empresas, y si alguno necesitaba di-
nero para una capacitación, todos co-
laborábamos para lograrlo. Cuando
murió mi papá, mi mamá le dio un beso
en la frente y le dijo: Gracias por los
hijos que me diste”,
cuenta y las lágri-
mas asoman sin que pueda detenerlas.
Es que la adolescencia de Filomena tras-
currió en medio de la crisis económica del
gobierno de Raúl Alfonsín, cuando el di-
nero no alcanzaba para nada.
“Siempre
quise estudiar abogacía y fue a averi-
guar cuánto costaba la carrera en la
Universidad Católica, era el doble de lo
que mi papa cobraba de sueldo”.
Desilusionada, Filomena pensó dedicarse
a trabajar. Sin embargo, su hermana
Claudia la instó que se fuera con ella a
estudiar a Mendoza. “
Allá vivíamos en
una pensión y nuestros padres nos pa-
gaban el alquiler y nos mandaban una
caja con comida, no había para nada
más que estudiar”,
cuenta.
Cuando Claudia se recibió, Filomena si-
guió en Mendoza, pero era tan difícil sos-
tenerse que pensó en abandonar.
“Mi
mamá me decía que tenía que seguir.
Para poder lograr las becas que entre-
gaba la Universidad Nacional de Cuyo,
que las pedí todas, tenía que estudiar”.
Tuvo que rendir dos veces la última mate-
ria, y eso significó que los festejos con
huevo, harina y cortes de pelo se retarda-
ran un poco.
“Cuando fui a rendir por
segunda vez la última materia, no que-
ría que nadie se enterara, por las dudas
que rindiera mal”.
Vida profesional
C
uando Filomena regresó a San
Juan con su título bajo el brazo,
consiguió trabajo en el estudio de
un abogado.
“Sentía que en lugar de co-
lega, era su secretaria. Hasta me hizo
lustrarle los zapatos. Cuando sucedió
un hecho en el que desconfió de mí,
me fui. Yo era una profesional como él
”.
Filomena siente que la discriminación ha
sido una constante en su vida, pero siem-
pre trató de que no le impidiera seguir
adelante.
“Cuando era chica sufrí bu-
llying por ser gorda”,
recuerda,
“y mu-
chos de mis colegas penalistas
piensan que no sé nada de leyes. Es un
mundo bastante machista. De hecho, el
domingo fui a ver a un cliente a la cár-
cel y el jefe de guardia no me dejó en-
trar. Me dijo que mientras él estuviera,
yo no entraría. Fui y realicé la denuncia
correspondiente para que le instruyan
un sumario”.
Filomena ansiaba ser abogada desde
siempre porque vio cómo su papá sufrió
injusticias.
“Una vez que no pudo pa-
garle a un abogado y vinieron se lleva-
ron el lavarropas, la heladera y otras
cosas. Ahí, dije, yo voy a ser abogada”.
Cuando dejó el estudio en el que traba-
jaba, Claudia le dio otra vez una mano.
“Me alquiló un estudio chiquito y me
pagó un mes. Dos clientes del otro es-
tudio se vinieron conmigo y empecé”.
Hoy, Filomena es una penalista conocida
en la provincia, a cargo de la defensa de
casos resonantes.
“Estoy muy bien.
Puedo darle algunas mañas a mi mamá
y a mi hijo. No tengo demasiada vida
social, porque estoy abocada a mi pro-
fesión, pero tomar mate con mi mamá o
salir con mi hijo es lo que me desen-
chufa”.
Mi papá trabajaba
en la administración
pública y luego
manejaba un taxi para
poder mantenernos.
Mi mamá era ama de
casa, pero hacía pan y
semitas para ayudar a
la economía.
Filomena y su
hijo Franco. En
esta etapa sufría
ya de obesidad.
