la_cena_de_los_jueves2 - page 168

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Ricardo comenzó a trabajar cuando terminó el bachillerato en el
Colegio Nacional. Desde entonces no ha podido ahorrar pese a
que agrega otros 200 o 300 pesos por changas como electricista
que hace los fines de semana y la beca que uno de sus hijos
tiene en la escuela parroquial.
–¿Qué podemos hacer con eso si sólo de alquiler pagamos 900
pesos y tenemos tres chicos estudiando?
Ricardo no está conforme con sus ingresos. Pero su bronca no
reconoce límites cuando escucha la palabra “piqueteros”.
Mira la televisión y ve que 20 personas cortaron una calle y la
policía, en lugar de desalojarlos, interrumpe el tránsito de miles
de personas.
–¿Cómo puede ser que estos tipos vivan mejor que yo sin tra‑
bajar?,
pregunta buscando aprobación.
Es en vano que uno argumente lo contrario. Ricardo hace sus
propias cuentas.
–Yo pertenezco a la clase media venida a menos. Aún mando a
los chicos a la escuela para que tengan un futuro mejor, aún
pago la luz y el agua, aún me afeito todos los días para venir a
trabajar. En cambio esa gente roba la luz, roba el cable de la
televisión, ocupa terrenos, tiene los chicos criándose en las ca‑
lles. Pero es a ellos a quienes premian…
–¿Cómo que los premian?
–A ellos les dan Planes Jefe o pasantías. ¿Sabe que hay familias
que cobran dos o tres sueldos así? Les dan casas que nunca pa‑
garán, les pagan por cada chico que tienen aunque los críen en
la calle, les dan jubilación y obra social sin aportes…
Ricardo apunta a uno de los mayores problemas de la Argen‑
tina en estos días: ¿cómo diferenciar la paja del trigo? ¿Cómo
diferenciar los reclamos legítimos de la especulación? ¿Cómo
Juan Carlos Bataller
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