“
No debemos
sorprendernos
cuando se da el caso
en que directivos
aconsejen a sus
dirigidos que no
denuncien.
Sería un precio justo frente a se-
mejante desafío.
Consecuencia de asumir esos nue-
vos conceptos, de hacer abordajes
correctos sería, también, el evitar se
produzca una espiral de violencia
donde se dé hasta el enfrentamiento y
agresión entre, los que se suponen,
militan en idéntica causa.
Viernes 16 de noviembre de 2018
(*) Fiscal General de la Corte de Justicia
Ex Presidente del Consejo de Procuradores, Fiscales, Defen-
sores y Asesores Generales de la República Argentina
Ex Presidente del Consejo Federal de Política Criminal de los
Ministerios Públicos de la República Argentina
Ex Presidente del Foro de Abogados de la Pcia. de San Juan
Seguramente entre los temas más
abordados en los últimos tiempos
se encuentran los referidos a abusos
sexuales y a la violencia de género,
de eso no cabe duda razonable.
Seguramente, también dentro de
esos abordajes encontraremos
aquellos que se hacen con criterios de
excelencia y otros que están en
manos de improvisados y “todólogos”,
los que causan más daños que benefi-
cios.
Eso es un problema grave, pero lo
es mucho más el no poder ganar la
lucha cultural que estos flagelos traen
consigo, lucha que si bien se está
dando, lejos se está de, como digo,
terminar.
Así, no debemos sorprendernos
cuando se da el caso en que direc-
tivos aconsejen a sus dirigidos que no
denuncien, a fin de cuidar el prestigio
de una institución o para cuidar su
pertenencia a un cuerpo de bandera o
para lo que fuere, entre ello, porque
deben sentirse culpables o para peor
porque está en juego, alegan, la repu-
tación y honorabilidad de ellas, las víc-
timas
Lo que advierto en el párrafo ante-
rior no es difícil que ocurra pues
rondan entre nosotros, todavía, pau-
tas culturales propias de mentes es-
trechas y primarias las que costará un
tiempo desterrar.
El tema es empoderar
a los más
vulnerables no acobardarlos, en el
caso de menores, el mensaje debe
ser claro, concreto, inequívoco y debe
ser en el sentido de hacerles verificar
que hay un Estado, que existen institu-
ciones, directivos, una sociedad pres-
tos a escucharlos, auxiliarlos y
creerles y, fundamentalmente, a pro-
tegerlos como víctimas frente a victi-
marios que, en general, abusan de su
vulnerabilidad.
Esa es la gran batalla, posible-
mente para ganarla haga falta dejar
algunos heridos en el camino.
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algo de alguien
Escribe
Gustavo Ruckschloss
“
Llegaré y
apenas podré poner
la cabeza sobre la
almohada que me
espera para que apoye
ese esbozo de sueño
que me regaló aquel
ratito de
ensoñación
Ensoñado
Y
a se hizo de noche sin avi-
sarme. Se fue la luz de afuera
y, apenas, queda una tenue
adentro. Está escondida frente a mí
y apenas alcanza para escribir y
volar. Acompaña mi pequeña tabla
de escritorio. Esa que me ayuda en
los partos de escritos simples y ele-
mentales que cuentan cosas sencillas
y del diario vivir. La tarde me
dejó a solas con mi micromundo, que
en un metro cuadrado, alcanza para
pensar, escribir y sentir. Es una pe-
queña base de lanzamiento. Para
cualquier lado porque puede ser hacia
una inspiración genial o para un sim-
ple sueño de ebrio; depende de que
esa pista esté más condimentada con
ritmo sonoro o con malbec. Todo
muy distinto a una ciencia exacta.
Más bien es un sentir inexacto.
Es de noche, tranquilo, muy tranquilo,
comer despacio, trocito a trocito, bo-
cados de chocolate amargo puro, al-
ternándolo con sorbos de malbec que
voy viendo decrecer en el
vaso. Voy leyendo algo o mirando
la pantalla con algún tema interesante
que internet me convide. Al mismo
tiempo se deja oír una suave música
que no es un simple relleno ambiental,
sino es una linda compañía que pro-
curo que sea siempre alegre pero
suave; que no espante a mi nostalgia
que, entre dormido y despierto, sabo-
reo, divago y empiezo a volar. Suave-
mente, sin darme cuenta. A medida
que se acaba el chocolate y el malbec
todavía perdura y acompaña calladito
y seductor. Debería tener nombre de
mujer, así se parecería a sus efectos:
acompañar, alegrar, sigilosamente y
muy efectiva.
El tiempo pasa y el efecto se suma, o
resta, ya no sé. El asunto es que
estoy más de Dios que de nosotros y,
menos mal que automáticamente voy
apagando primero la música, luego la
compu y ya cuando me levanto,
recién ahí apago la luz y me guío
como puedo a seguir soñando más
cómodo que ahora. Llegaré y ape-
nas podré poner la cabeza sobre la al-
mohada que me espera para que
apoye ese esbozo de sueño que me
regaló aquel ratito de ensoñación, ese
que no sé si es de aquí o de allá, pero
que está muy bueno y da este resul-
tado tan bondadoso que casi es
tonto. Sí, es algo simplón y ele-
mental. Es una melodía, un sorbo de
tanto en tanto y cosas que miro pero
que no veo, total como estoy ni lo en-
tendería. Apenas si me distraigo un
ratito para tomar envión…. Para cual-
quier lado. Así me voy…ensoñando.
...no es fácil...
temas de la justicia
Escribe
Eduardo Quattropani*
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