El Nuevo Diario - page 9

gentina a partir de cambiar la direccio-
nalidad de la lucha contra el ranquel y
llevó la propuesta al Senado. Es decir,
siempre al ranquel se lo combatió de
norte a sur, formando una línea de for-
tines. Su propuesta era hacer un des-
plazamiento de avance del territorio
argentino de este a oeste, llegando
hasta el Río Colorado, en el sur. De
esa manera iban a ir obteniendo en los
accidentes geográficos, las propias de-
fensas del avance del país. Toda una
historia de formación estratégica que
en algún momento fue muy importante.
Viernes 16 de noviembre de 2018
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s
—¿Y cómo se llevaban los Saá con
los Daract?
—Eran bandos distintos, porque unos
obedecían a una filosofía de los líde-
res, o de los caciques locales, y los
otros eran un poco más unitarios. Sí
tenía muy buena relación, suponga-
mos, Justo Daract con Domingo Faus-
tino Sarmiento. Tenían
correspondencia, incluso en el Museo
Gnecco hay alguna de esas cartas
que se escribieron.
—Volvamos. Entonces, de pronto
una señora Daract se casa con un
señor Muñoz.
—Sí, en realidad, para ser absoluta-
mente claro al respecto, el apellido Da-
ract es de mi madre. Que yo use y esté
anotado así es una reivindicación
hacia ella más que al apellido Daract.
Mi madre fue huérfana a muy tem-
prana edad, no tenía siete años, y a mi
abuelo, como la gente de aquella
época, marcada por otras situaciones,
no se le ocurrió mejor idea que ponerla
en un convento de monjas. Fue de al-
guna manera despojada de los afectos
familiares porque era la que estaba
criándose dentro de un convento de
monjas. Entonces eso llevó a que, en
algún momento, por esas cosas que
tiene la vida, yo soy Muñoz Daract y lo
luzco con orgullo; no referenciando el
apellido sino a mi madre.
—El apellido Muñoz también es de la
zona de Argelia francesa, original-
mente era Mugnos.
— Si, tiene que ver con los moros.
—¿Y cómo fue la infancia de “Totito”
en ese San Luis?
—Siempre parto de una anécdota que
tuve hace unos treinta años más o
menos. Viajé con mi familia a Calafate y
estaba orientado por otros amigos que
me dijeron “si te llegás a topar con un
taxista que le llaman “el Pajarito”, vas a
ser privilegiado de conocer a un perso-
naje”. Llegamos a Calafate con mi se-
ñora y mis hijos, y había una cola de
taxis. Me acerco a uno de ellos y le digo
“ando buscando un taxista que le dicen
“el Pajarito”. El taxista me miró y me
dijo “soy yo”. Ahí empezó la historia.
Los cuatro días que estuvimos ahí él
nos guió, nos llevó por todos lados. Era
una época en la que uno no alquilaba
un auto, sino que tenía un taxi que lo
llevara.
Cómo lo vi
ENTREVISTAS Y ALGO MAS...
unque haya nacido en San Luis y tenga un apellido patricio para quienes vivimos
en este lugar del mundo, es un sanjuanino más. Y basta decir Toto para saber que
hablamos de Héctor Muñoz Daract.
Pero hablemos del hombre y su obra.
Hay profesiones que se ejercen con protocolos, con guías, con especies de baran-
das que marcan el camino.
Otras, están más identificadas con lo que llamamos vocación y aceptan ciertas li-
bertades.
La arquitectura es uno de esos muchos trabajos y profesiones para los que natu-
ralmente hay que estar predispuesto y en los que es más fácil identificar la “lla-
mada” o “vocación” desde relativamente pronto.
Pero si nos quedáramos ahí estaríamos hablando de profesionales adocenados
con mayor o menor creatividad.
Con los grandes cambios tecnológicos y el acelerado proceso de globalización
estamos ante nuevos paradigmas laborales y ya nada será igual para la profesión.
Las viejas reglas del juego ya no sirven.
No servían incluso antes de este acelerado proceso, pero la mayoría de los profe-
sionales parecía no darse cuenta y seguían repitiéndose en sus conceptos.
Y es acá donde se agranda la figura de Muñoz Daract.
Toto le agrega a su profesión otros conceptos que vienen desde su cuna, desde lo
social, desde lo político, desde la historia misma de la humanidad.
Se planta ante cada obra como lo hace el artista con su pincel ante una tela vir-
gen. Y a partir de ese momento él es el pincel, el lienzo y la obra.
Y eso se advierte no sólo cuando proyecta una vivienda, un complejo turístico, un
espacio público sino también cuando se enfrasca en una charla, cuando prepara
una comida o cuando elige un lugar donde vivir.
El resultado es una marca registrada: el arquitecto Muñoz Daract. El Toto.
JCB
En esta foto, Toto con nueve meses junto a
su madre
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